La sesión de control de este miércoles ha vuelto a poner de relieve lo alejados que están PSOE y Partido Popular para alcanzar algún acuerdo posible en esta legislatura. El líder de la oposición, Pablo Casado, estrenó esta semana el turno de preguntas al Gobierno, tendió la mano a Pedro Sánchez y le pidió una respuesta a la oferta que le llevó a Moncloa el lunes a cambio de que rompa con los independentistas. "Anuncie que rompe con los independentistas y siéntese a pactar esos acuerdos de Estado que le ofrecí. Siéntense a dialogar con la mayoría moderada, que es lo que le conviene a España", espetó Casado.
Sánchez, sin responder a la oferta de Casado, pidió al líder de los conservadores que "abandone el bloqueo", le culpó de mantener una actitud de "bloqueo" y le pidió "lealtad" para cerrar acuerdos para renovar el Poder Judicial, imposible de actualizar si los conservadores siguen dando la espalda al Gobierno.
En la misma línea se mostró la vicepresidenta del Gobierno cuando fue cuestionada por la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo. Carmen Calvo acusó a los conservadores de no ser ya "un partido de Estado" y les afeó que su único discurso sea, "en el fondo, contra Cataluña".
La 'número tres' del Ejecutivo le recordó que, a pesar de que es al Gobierno al que le ocupa "la mayor cuota de toma de decisiones de la legislatura", el partido de la oposición "también tiene la responsabilidad de decidir". Para ello, Calvo les pidió "cumplir la Constitución" y "renovar el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional. No lo tengan rehén en su confrontación".
La renovación de los principales órganos judiciales necesitan el visto bueno de tres quintas partes del Parlamento para salir adelante. Para ello, los socialistas necesitan obligatoriamente el visto bueno del PP, ya que la mayoría absoluta con la que sacó adelante la investidura es insuficiente. Casado se ofreció a Sánchez a apoyarle en esta renovación pero le puso una condición: romper de forma pública con los independentistas y no sentarse en la mesa de negociación con la Generalitat. Una oferta a la que, de momento, Sánchez no ha respondido.