Ángel Luis Arias Serrano (Madrid, 1960) suele aparecer en titulares de prensa como uno de los altos cargos públicos mejor pagados de España: concretamente el segundo, después del presidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). Sin embargo, en la entidad que preside (ENAIRE, gestor de la navegación aérea en España) hay unos 1.000 empleados públicos que cobran más que él: controladores aéreos del régimen anterior a los cambios de 2010 que dieron lugar a la huelga 'salvaje' de diciembre de aquel año.
Estos controladores, un gremio particularmente activo en la defensa de sus derechos laborales, le han producido fuertes jaquecas en los casi cinco años que lleva al frente de ENAIRE. Sin embargo, también han sido sus principales aliados.
En junio del año 2018, semanas después de la moción de censura que derribó al Gobierno de Mariano Rajoy, Arias, ingeniero con dilatada experiencia en aviación civil, llamó a la puerta de Pedro Saura, flamante Secretario de Estado de Infraestructuras, Transporte y Vivienda. El diputado murciano, que días antes había sido nombrado 'número dos' del entonces denominado Ministerio de Fomento por José Luis Ábalos, recibía la visita del que iba a ser quizá el más importante de todos sus subordinados.
El objeto fundamental del encuentro, que ha sido narrado a EL ESPAÑOL por diversas fuentes del Ministerio y de la propia ENAIRE, era realizar una advertencia. Arias, que llevaba ya tres años al frente del organismo que gestiona los cielos españoles, visitaba a su nuevo jefe (antes incluso de ser convocado) para asegurar su continuidad en el puesto.
Comenzaba el verano de 2018 y la toma de posesión de Saura tenía lugar en un contexto de amenaza velada de huelga por parte de los controladores españoles (con epicentro en el centro de control de Barcelona y la torre de control del aeropuerto del Prat).
“Si no llegamos a un pacto en los términos del Acuerdo Nacional de Bases que hemos negociado con USCA [Unión Sindical de Controladores Aéreos], podemos tener problemas este verano”, explicó Arias al recién llegado.
Horas de trabajo y sueldo
El Acuerdo Nacional de Bases prefigura el capítulo más importante del convenio colectivo, referente al número de horas de trabajo y los sueldos. El pacto con el sindicato mayoritario del control aéreo, que incluía un aumento de plantilla y mejoras salariales, logró desactivar la amenaza de huelga y fue conocido como ‘plan Arias’.
El acuerdo se firmó en octubre de ese mismo año, y Arias Serrano, apodado ‘El Abuelo’ en la compañía, ganó peso político como ‘pacificador’ del aire, capaz de entenderse con el activo y magníficamente organizado gremio de los controladores. El Secretario de Estado llegó a calificar el pacto (cuestionado hoy por varios dictámenes jurídicos) como “una excelente noticia para el sistema de navegación aérea en España, para el interés general y para todos los eslabones de la cadena de valor del transporte aéreo”.
El citado Acuerdo de Bases incluía un incremento neto de la plantilla de controladores (más de un 15%) y un pacto de aumento salarial en la negociación de su nuevo convenio colectivo en concepto de “aporte adicional de productividad” para el conjunto del periodo 2018-2025. El acuerdo supondría un incremento salarial anual por cabeza de unos 22.500 euros, pero está condicionado a la firma definitiva del nuevo convenio colectivo, y acaba de ser declarado ilegal en dos informes jurídicos.
El Director General de ENAIRE es probablemente el principal protagonista del dossier secreto que EL ESPAÑOL viene revelando en los últimos días. Un hombre metódico, "funcionarial" (en palabras de varias personas consultadas), con décadas de experiencia y un currículum impecable en puestos relacionados con el sector aeronáutico, que habrá presumiblemente de ofrecer explicaciones ahora sobre su ocultación de graves incidentes aéreos al Consejo de Administración de su propia compañía y el desbarajuste de cifras en torno a la seguridad aérea.
175.294,45 euros al año
Su responsabilidad adquiere nuevos matices a la luz de la retribución que le corresponde como Director General de ENAIRE, el segundo alto cargo público mejor pagado de nuestro país. Arias pertenece a la selecta categoría de directivos de organismos dependientes del Gobierno que ocupan los puestos mejor retribuidos de la Administración General del Estado y sólo se sitúa por detrás de Bartolomé Lora, actual presidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), que ya como vicepresidente percibía un sueldo bruto de 217.251,93 euros.
En el año 2019 se embolsó un total de 175.294,45 euros en concepto de sueldo bruto, incluyendo los pluses de antigüedad y de servicios especiales, según los datos del Portal de Transparencia del Ministerio de Fomento: más del doble del dinero que cobra el presidente del Gobierno. Según fuentes internas de la compañía, en ese jugoso sueldo de Arias no se contabilizan las dietas que recibe aparte por sus viajes.
Los datos recopilados por EL ESPAÑOL a través de informes internos de la compañía y otras agencias, múltiples conversaciones privadas y referencias presentes en el apartado virtual de la CIAIAC (Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil) en la web del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana demuestran que el director general de ENAIRE ocultó incidentes de máxima gravedad al Consejo de Administración a lo largo de 2018 y 2019. Además, se ha comprobado una alarmante disparidad de cifras respecto al balance de incidentes graves establecido anualmente por la Comisión de Estudio y Análisis de Notificaciones de Incidentes de Tránsito Aéreo (CEANITA).
Arias ha rechazado de plano que haya ocultado o falseado dato alguno y asegura que la seguridad es su máxima prioridad. Presume también de haber aumentado la transparencia de la entidad precisamente en materia de seguridad, donde antes del establecimiento de la llamada 'cultura justa' los controladores no colaboraban en la notificación de incidentes aéreos para evitar sanciones y ENAIRE (entonces AENA) era un ecosistema profesional poco ejemplar.
"No tiene ningún sentido sostener que ENAIRE pudiera estar ocultando o manipulando información alguna", ha afirmado Arias a este periódico, "dado que todos los incidentes de seguridad aérea se notifican de forma automática al Sistema Nacional de Sucesos (SNS)". El director general recuerda que según el estándar europeo EoSM, en ENAIRE el nivel de madurez del Sistema de Gestión de Seguridad (SGS) alcanzó en 2018 (último año auditado) el 93%.
Un hombre de gestión
Ángel Luis Arias (Madrid, 1960) es considerado en su sector un hombre de gestión adicto al trabajo, perfeccionista hasta el extremo y muy puntilloso, que en ocasiones somete a sus subordinados a alta presión para desarrollar planes estratégicos de dudosa utilidad futura. Entre sus virtudes, quienes han trabajado con él destacan la meticulosidad y el tesón. Sus principales defectos, coinciden las fuentes consultadas, serían la hipocresía y la intolerancia ante cualquier divergencia.
Confirmado por el PSOE
Lleva casi cinco años en el cargo: fue nombrado en 2015, cuando Mariano Rajoy era presidente del Gobierno y Ana Pastor ministra de Fomento. Fue designado por el Consejo de Administración de ENAIRE como Director General a propuesta del entonces Secretario de Estado de Infraestructuras, Transporte y Vivienda , Julio Gómez-Pomar, influido por Carmen Librero, ex Secretaria General de Transportes, precisamente la Directora General de Navegación Aérea que tuvo que lidiar con el cierre del espacio aéreo de 2010 a las órdenes del exministro Pepe Blanco.
De perfil bajo pero provisto de un excelente currículum, su larga carrera le ha hecho recorrer buena parte de los puestos de la antigua AENA, la Dirección General de la Aviación Civil y la actual ENAIRE. Es Ingeniero Aeronáutico licenciado en la Universidad Politécnica de Madrid. Tiempo después realizó un Máster en Dirección General de Empresas. Todavía aprobaría una oposición con la que accedió al Cuerpo Militar de Ingenieros Aeronáuticos del Ejército del Aire y al Cuerpo Civil de Ingenieros Aeronáuticos.
En AENA desempeñó, entre otros, los cargos de Director de Planificación Estratégica, Director Adjunto a la Presidencia y Director de Estrategia, Innovación y Sostenibilidad.
Extenso curriculum
Desde enero de 2012 hasta mayo de 2015 ocupó el puesto de Director General de Aviación Civil. Durante este periodo también ejerció las funciones de Presidente del Consejo Rector de la Agencia de Seguridad Aérea (AESA), miembro de los Consejos de Administración de ENAIRE y SENASA, del Consejo Rector del INTA, y Vicepresidente de la Agencia Europea para la Seguridad de la Navegación Aérea (EUROCONTROL).
Cuando fue nombrado Director General de ENAIRE, en 2015, los controladores también estaban planteando una serie de paros parciales por los expedientes sancionadores que ENAIRE había abierto a 61 controladores del centro de control de Barcelona, a consecuencia del histórico episodio de la huelga del ‘puente’ de diciembre de 2010 (cuyo juicio oral, por cierto, se desarrolla estas semanas).
Pudo ser un comienzo difícil para Arias, que sin embargo haría de su buena relación con USCA y su presidente, Pedro Gragera, uno de sus principales logros. Los 61 expedientes fueron eventualmente cerrados, y nació la simbiosis Arias-USCA.
No en vano, Gragera acudió personalmente al despacho de Saura la primavera pasada para pedir la continuidad de Arias, cuestionado en esa época por la frecuencia de incidentes aéreos graves de seguridad y su presunta "connivencia" con el sindicato USCA (según expresa un sindicato minoritario de controladores jóvenes, el SPICA).
Ya en aquel entonces se negociaba a varios años vista el nuevo convenio colectivo, que a día de hoy sigue sin haberse aprobado. El trasfondo de su controvertido papel como el hombre que ha ocultado los incidentes aéreos relatados por EL ESPAÑOL es indudablemente su vinculación con el delicado equilibrio de fuerzas que ha tejido con la Unión Sindical de Controladores Aéreos, que agrupa al 90 % de los 2.000 controladores españoles y es, coinciden todas las fuentes consultadas, su principal valedor (argumento que él niega tajantemente).