Confinados por decreto. Aislados, como en un estado de sitio; sin poder salir del pueblo en, al menos, los próximos 14 días. La denominada Conca d’Òdena, una zona que comprende cuatro municipios de la comarca de L’Anoia (Igualada, Ódena, Vilanova del Camí y Santa Margarida de Montbuí) y en la que viven más de 60.000 habitantes. La cuenca se ha convertido en la pequeña Lombardía española. El primer área cerrada por culpa del coronavirus en toda la nación.
El motivo es el incontrolado aumento de casos que se han registrado en el Hospital de Igualada, el más grande de los municipios que conforman la Conca. La semana pasada se contabilizaba una veintena. A mediados de esta semana, la cifra de infectados ya sobrepasaba el medio centenar. Concretamente 58 casos positivos en el test del Covid-19 y 3 fallecimientos, de personas de avanzada edad con patologías respiratorias previas. La edad de los finados oscila entre los 71 y los 86 años. Supone la mitad de las muertes de afectados por coronavirus en Cataluña.
De estos 58 casos confirmados, casi 40 son sanitarios del Hospital de Igualada, que han estado trabajando con personas contagiadas desde la semana pasada. La situación precaria en la que se encuentra la plantilla del centro ha hecho que mucho de ellos hayan tenido que doblar turno, redoblando así su exposición al posible contagio. Sobre el paciente cero no se conocen muchos datos. Solamente que creen que es una persona que no había estado en ninguno de los denominados países de riesgo.
“Llevamos reunidos desde la 9 de la mañana. El cierre viene decretado por la Generalitat, que es la que lo ha impuesto. Además de las medidas del gobierno catalán, hemos convocado una mesa de urgencia; un comité de crisis con los estamentos de los cuatro municipios para intentar establecer un protocolo propio”, explica a EL ESPAÑOL, en uno de los descansos de las reuniones, Noemí Trucharte (PSC). Es la alcaldesa de Vilanova del Camí y una de las que más se está implicando en informar a los vecinos acerca de las medidas adoptadas.
Cuatro pueblos juntos
“He puesto mi número de teléfono a disposición de todos los vecinos. Es mi móvil personal y me van a tener aquí disponible para lo que necesiten”, cuenta. Sin embargo, la advierte de que “hay muchas dudas que no les voy a poder resolver, al menos de momento. El cierre se ha decretado hoy día 12 de marzo, así que todavía hay cosas que no hemos determinado, como el protocolo propio que te he comentado. Vamos a intentar que las medidas sean para los 4 municipios iguales porque estamos juntos. Por ejemplo, nosotros estamos separados de Igualada por un puente pequeñito. Ódena comparte una calle con nosotros. Estamos todos juntos”, relata la primer edil.
El cierre se hizo efectivo la misma noche del jueves 12 de marzo. Entre las 21 horas y la medianoche se establecieron los controles policiales que cortaban la carretera. Los agentes de los Mossos solamente permitían entrar a los residentes que procedían de fuera y venía, por ejemplo, de trabajar en otros lugares. A los que pretendían salir, se les advertía: a las 12 de la noche se cerraría definitivamente. Toda persona que no estuviera en los límites del pueblo antes de la medianoche, no podría entrar hasta dentro de 2 semanas.
“No podrá entrar gente a ninguno de los 4 municipios en los próximos 14 días. Salir, solamente los casos graves y por razones plenamente justificadas. Se garantiza, eso sí, el suministro de medicamentos a las farmacias y de alimentos a los supermercados. También de combustible a las gasolineras. Serán los únicos comercios que podrán recibir mercancías, para asegurar que los vecinos de la Conca no se quedan desabastecidos”, resumía Noemí Trucharte.
El jueves negro
El jueves negro ya amaneció con visos de catástrofe. Ya durante toda la semana, el coronavirus fue el tema de conversación en los 4 municipios: los rumores del crecimiento exponencial de personas infectadas, la mayor parte sanitarios del Hospital de Igualada. Que cada vez había más contagiados. Pero no eran más que eso: rumores. Desde el principio de la semana se han estado adoptando medidas de contención, como los cierres de los colegios, la universidad o los centros cívicos. Pero ha sido insuficiente. La cantidad de contagiados no ha dejado de incrementarse. El jueves por la mañana ya era vox populi para los vecinos que se iban a tomar medidas urgentes y extremas. Por la mañana los vecinos recibían recomendaciones de sus respectivos ayuntamientos, que llegaban incluso a evitar el contacto físico. Se suspendía la línea de bus y el mercadillo.
Pero por la tarde se confirmó la fatídica noticia: el número de contagiados había subido más del doble. De 20 a 58. La mayor parte de ellos son profesionales del Hospital de Igualada, que tienen que seguir trabajando a pesar de su estado precario: ahora mismo, no está operativo ni siquiera una cuarta parte del personal del centro. Por ese motivo, desde la Generalitat, en contacto con los 4 municipios, se optó por tomar la más drástica de las medidas: cerrar. Aislar la zona durante al menos dos semanas.
Los políticos de la zona, además de al cierre, han apelado a la responsabilidad individual de los vecinos, que en efecto ya se han puesto manos a la obra para intentar minimizar los posibles contagios. Un farmacéutico de Igualada se quejaba en redes sociales de que, conscientes del incremento tan grande de casos en los últimos días, se había puesto en contacto con el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona para que le explicasen el protocolo que debían seguir en la farmacia. La respuesta del colegio fue que no había tal protocolo, remitiéndole a los ya consabidos consejos de higiene personal. Y que si el lunes había novedades, les darían nuevas pautas.
De este modo, y ante la pasividad del Colegio de Farmacéuticos, han tenido que ser ellos mismos, de motu propio, los que se han visto obligados a improvisar un protocolo de emergencia. Han establecido, por ejemplo, un mostrador provisional, fuera del establecimiento, para que los clientes no tengan que entrar dentro. También ha marcado una serie de normas a la hora de hacer cola, manteniendo en todo momento la distancia entre clientes y sin que llegue a haber contacto físico. Los aparatos utilizados para dispensar y cobrar, como los datáfonos, han sido desinfectados constantemente.
Que pase la tormenta
“Un mensaje de tranquilidad”; es lo que la alcaldesa de Vilanova del Camí quería trasladar a sus ciudadanos: “Ahora es una tormenta pero parará de llover, saldrá el sol y habrá un arco iris. La gente ahora tiene que cumplir con las limitaciones impuestas y esto se pasará”, resumía Trucharte, dejando claro que esta también era una experiencia absolutamente nueva para ellos, para los que tienen que hacer cumplir el decreto.
Es la primera vez que en España se decreta un estado de sitio por motivos médicos en un núcleo poblacional de más de 60.000 habitantes. Hay vecinos de la Conca que se quejan de que no se haya hecho antes, porque entienden que el trasiego de estos días, dado la elevada tasa de contagio del virus, ha podido expandirlo de forma irremisible. Además, creen que el personal sanitario debería haber recibido algún tipo de relevo o refuerzo, y que si se ha llegado a esta situación es porque los sanitarios han estado trabajando hasta la extenuación.
El cierre de la Conca d’Ódena es una especie de experimento a la desesperada, en una zona, Cataluña, cuyo gobierno no ha sido totalmente transparente respecto al número de infectado por coronavirus en la CCAA. La Generalitat ofreció varias ruedas de prensa de la Consellera de Salut, Alba Vergés, durante la semana. En ningún caso anticipó la delicada situación en la que se encontraban los vecinos de Igualada y alrededores. No ha sido hasta el mismo día del cierre cuando Vergés, que curiosamente es natural de Igualada, ha explicado públicamente el cierre de la Conca. Sus hijos y su marido se quedarán confinados en la zona, mientras ella seguirá fuera realizando sus labores al frente de la Conselleria.
Ahora son los vecinos los que tienen que asumir el cierre durante los próximos 14 días. La Conca d’Òdena está a unas horas de convertirse en una especie de escenario postapocalíptico que nadie imaginaba hace sólo unos días. Nuestra pequeña Lombardía. El coronavirus avanza en Cataluña de forma sigilosa pero devastadora, y ya ha aislado a más de 60.000 vecinos. La información, sin embargo, ha llegado cuando el cierre ya era inevitable.