La muerte es, entre otras cosas, un negocio que mueve mucho dinero. Hasta que no nos enfrentamos a un deceso no somos conscientes de lo caro que es morirse en España. Ataúd, flores, ceremonia, preparación del cadáver… Y si es un negocio habitualmente, mucho más ahora, que el coronavirus está disparando la tasa de mortalidad en España. El elevado número de fallecimientos hace que algunos comerciales estén haciendo de la pandemia su agosto y que le hayan sacado punta a la picaresca para tratar de rascar hasta el último céntimo. Ya se han levantado numerosas voces críticas contra esta forma de proceder.
Es el caso del músico manresano Oriol Barri, que se ha convertido en el icono de las protestas contra estos comerciales de las funerarias que están haciendo de los masivos fallecimientos de estos días su temporada alta de trabajo. El abuelo de Oriol ha fallecido esta semana en Barcelona a la edad de 98 años. Tenía coronavirus.
Las gestiones con la funeraria la llevó la hija del finado, una mujer de más de 60 años, que enseguida puso en conocimiento de su sobrino Oriol que no estaba conforme con la factura que le habían hecho llegar desde Mémora, la empresa que gestiona el tanatorio Sancho de Ávila de Barcelona. Su disconformidad radicaba en que le estaban pasando una factura de casi 4.000 euros (3.993 concretamente) donde se incluían algunos conceptos surrealistas.
Un ataúd especial
El primero fue el del ataúd especial. A la familia de Oriol le hicieron creer que, cuando el finado había muerto con coronavirus, estaban obligados a emplear una especie de embalaje que dejaba al fallecido “envasado al vacío”, y que eso se hacía por cuestiones relacionadas con el virus. Un ataúd especial por el que les querían cobrar 1.500 euros. También le incluían en la factura mas de 400 euros en concepto de ceremonia, “que es una ceremonia que no se va a celebrar nunca, por la situación de excepción en la que estamos”, le explica Oriol a EL ESPAÑOL.
Rechazaron en su familia hacer el pago íntegro de eta factura y opusieron sus razones a la empresa, que en breve les contestó anunciándoles “un arreglito”. Les proponían rebajar 1.000 euros con respecto al precio inicial, porque se lo habían pensado mejor y habían llegado a la conclusión de que con un ataúd normal ya estaría bien. Una incongruencia con respecto a la primera versión: si decían la verdad al principio, no vale con el ataúd que le han colocado finalmente al difunto. Si dicen la verdad ahora, les estaban mintiendo con lo de la obligación de emplear un féretro especial. “Lo grave es que, aunque fuese cierto que es necesario aislar así al cadáver, ellos ya reciben una bolsa estanca para estos casos, por la que por cierto nos cobran 235 euros. Eso de poner un ataúd especial de 1.500 euros como nos han querido hacer a nosotros es un sobrecoste innecesario”:
Con respecto a los gastos de ceremonia, de 413 euros, desde Mémora Barcelona le dijeron a Oriol que en realidad ese gasto era en concepto de cámara frigorífica. “Si es cámara frigorífica, tendrá que poner eso y no ceremonia. También cobran una cantidad en concepto de “manipulación”; y eso es algo que se cobra cuando se celebra un funeral normal y tienen que adecuar al cadáver, pero a mi abuelo no le van a hacer nada de eso. Y por si fuera poco, en la factura que nos han mandado pone que la fecha de celebración de la ceremonia es el 27 de marzo por la mañana. Pero esa ceremonia nunca se va a celebrar”, resume Oriol.
“Se aprovechan de la situación de la gente. Yo supongo que habrá muchas personas que, cuando se enfrentan a una situación así, dicen que vale. Que pagan y ya está, por complicarse menos. Pero nosotros hemos decidido protestar porque no nos parece normal. Yo en realidad no tengo ni idea de este sector; yo soy músico y esto también es nuevo para mí. Pero sí que hemos identificado que hay unas irregularidades que no vamos a pasar por alto. De momento no hemos pagado nada. Ni los 3.993 euros del principio, ni la última factura con rebaja de mil euros. No sabemos si vamos a pagar y luego lo denunciaremos ante Cónsumo, o la Cámara de Comercio o donde sea… o no pagar de momento”, cuenta Oriol con incertidumbre.
"¿Tu padre no se lo merece?"
Lo grave de esto, es que no es un caso aislado. Las quejas y denuncias por la agresividad de los comerciales funerarios es una constante. De hecho, la empresa Mémora (que por el momento no ha atendido a EL ESPAÑOL), que es gestiona varios tanatorios en Cataluña, tiene un reguero de quejas de afectados. Existe incluso una plataforma en redes sociales que lleva por nombre Afectados Mémora y precisamente protestan por los presuntos abusos de esta empresas sobre los familiares que deben asumir el coste del funeral y por la agresividad de los comerciales.
“Juegan con la situación de vulnerabilidad en las que estamos las personas que pasamos por ese trance”; explica Rosa, la portavoz de esta plataforma, que asegura tener “casos por toda Cataluña. En esos momentos tan duros, colocan ataúdes más caros y juegan con los sentimientos de la gente. “¿Es que tu padre no se lo merece?", te dicen. El padre de Rosa murió en abril: “Decidimos hacer el velatorio en casa, que es una opción tan legítima como cualquier otra y ellos nos castigaron con el trato. Nos dijeron que la vela se tenía que hacer en el tanatorio, que era la normativa. Le pedimos la normativa y obviamente no nos dieron nada”.
Prosigue Rosa diciendo que “el precio total que hemos pagado es desorbitado”. Pidieron esquela, ramo de flores y ataúd sencillo. Pero acabaron “pagando lo equivalente a casi un año de pensión de mi padre. Nos dijeron desde Mémora que al no haber hecho el velatorio en el tanatorio, no podían ofrecernos ninguno de los paquetes de los que disponían. “Nos facturaron servicios que no habían prestado y a un precio exagerado. Cuando le pedimos una factura detallada nos dijeron que no podían hacerlo, que el ordenador no permitía desglosar los gastos”.
Se queja Rosa de que “no podemos elegir la empresa con la que contratar estos servicios. Nos obligan a hacerlo con ellos. El sector está liberalizado desde 1997 pero nos vemos abocados a tener que contratarlo con ellos, a precios exagerados y abonando conceptos que no se nos prestan. El negocio de la muerte es muy oscuro y los servicios funerarios deberían ser mucho más transparentes de lo que lo están siendo ahora”.
"Como si fuese un crucero"
En la misma línea se explica Roser, una barcelonesa que perdió a un familiar el pasado día 12, “justo antes de que empezasen todas estas medidas de confinamiento. Mi familiar falleció por otras cuestiones no relacionadas con el coronavirus”, cuenta a EL ESPAÑOL. Curiosamente, como en el caso del abuelo de Oriol, el familiar fallecido de Roser también fue trasladado al tanatorio Sancho de Ávila de Barcelona. “Dijimos de contratar el mínimo, sin velatorios, ni ceremonias ni nada de nada, pero nos clavaron 4.000 euros”. La misma cantidad que le querían cobrar a Oriol.
“Son carroñeros y seguro que con lo que está pasando ahora se tienen que estar frotando las manos”, acusa, además de mencionar un concepto en el que también hacen hincapié Oriol y Rosa: “El del 21% de IVA. Quizás se piensen que esto de “el último viaje” es una especie de crucero de lujo o yo qué sé”, concluye con indignación.
Al parecer, no son los únicos que están protestando por los presuntos abusos de los servicios funerarios en época del coronavirus. También sucede en Madrid, donde el cineasta madrileño Pepe Jordana ha denunciado públicamente un caso similar al que relatan estos tres testimonios catalanes. La madre de Pepe Jordana murió el 8 de marzo con coronavirus a los 86 años de edad. La empresa que gestionó su caso le pidió a Pepe 5.000 euros por los gastos funerarios, a pesar de que ellos solicitaron la opción más económica. “Es un sinsentido. Ni siquiera hemos podido acompañar a nuestros familiares en los momentos finales”, explica en Change.org.
Porque precisamente ha abierto una petición en esta plataforma online en la que explica que “es urgente que el gobierno tome cartas en el asunto y regule o intervenga la actuación o los precios de las funerarias. Las víctimas de esta pandemia no sólo son los enfermos. También los muertos y familiares”. En efecto, parece que la picaresca de algunas funerarias no tiene fin y han aprovechado una catástrofe sanitaria mundial para hacer su propio agosto.