Aunque ella no lo supo hasta horas más tarde, la onubense María de los Ángeles C. M., de 27 años, nunca estuvo tan cerca del yihadista del que se enamoró en 2014 hasta la madrugada de este pasado martes. Mientras se rehabilita con el apoyo de su familia en su Almonte natal, donde recibe tratamiento psicológico tras caer en las redes del Estado Islámico (ISIS) y pasar por prisión, ese día conoció a través de la prensa que Abdel-Majed Abdel Bary, el rapero británico que desde Siria le nubló la mente, se ocultaba junto a otros dos hombres en una casa de Almería. A 475 kilómetros de ella. ¿A qué había venido a España? ¿Estaba de paso y quería volver a Reino Unido? ¿Pensaba contactar de nuevo con Marian? Son muchas las incógnitas que los investigadores todavía han de desvelar.
La Policía Nacional detuvo a los tres varones este pasado 21 de abril. Llevaban casi una semana en un apartamento turístico alquilado en la ciudad más oriental de Andalucía, adonde habían llegado en una lancha rápida que, probablemente, partió desde Orán (Argelia), según explican fuentes policiales.
No le temieron ni a los olas del Mediterráneo ni a la pandemia que les esperaba en España. Apenas tardaron unas horas en cubrir las 128 millas que separan ambas ciudades. Nada de pateras de madera impulsadas por pequeños motores y atiborradas de inmigrantes irregulares en busca de una vida mejor en Europa.
Abdel-Majed ya no tenía el físico enjuto de antaño. Había engordado casi 40 kilos. Durante los días que estuvo confinado por la pandemia, cada vez que salía de casa usaba mascarilla. Pero lo delató la forma de sus orejas. Los investigadores llevaban varios meses tras su pista y pensaban que podía entrar a Europa a través de África, como finalmente sucedió. Estaba cambiado, pero no tanto como para no reconocerlo.
En la ‘Operación Altepa’ caía uno de los terroristas más buscados del continente, dado el temor que existe a la posible actividad en Europa de los retornados de Siria. En 2013, Abdel-Majed Abdel Bary abandonó su pujante carrera como artista musical en Londres para trasladarse hasta el Califato islámico que ISIS levantó en tierras de Siria e Irak, con capital en Raqqa. Cambió las rimas que componía en la City por los versos del Corán y el asesinato de infieles.
Hasta esta semana, el terrorista nunca se había acercado tanto a la almonteña que captó a través de las redes sociales para casarse con ella. En el derruido Califato del difunto Abu Bakr al Baghdadi, asesinado por EEUU el 26 de octubre de 2019, las mujeres eran usadas por los terroristas como meros objetos para tener descendencia y encargarse de las tareas domésticas.
En octubre de 2015, Marian y el rapero yihadista a punto estuvieron de verse por primera vez y de conocerse en persona. Marian decidió abandonar sus estudios y su trabajo como limpiadora en un hotel de Matalascañas, dejar atrás a sus padres y a sus hermanos, y cambiar Almonte, el pueblo que venera a la Virgen de El Rocío, para formar parte del Califato.
La Guardia Civil la detuvo en el aeropuerto de Barajas con un billete de avión hacia Turquía. No se había despedido de ninguno de sus seres queridos. Ni un abrazo ni un beso siquiera le dio a su madre.
Cuando la interceptaron estaba a punto de embarcar. Se costeó el pasaje con el dinero que les pidió a sus padres para cursar una especie de máster o curso, según explican a EL ESPAÑOL fuentes cercanas a la familia.
Por ese tiempo, se sacaba el nivel B1 de inglés en Sevilla. Antes de intentar dejar España, se deshizo de un teléfono en una papelera de Barajas. Previamente, tiró el terminal a un váter de la instalación para inutilizarlo.
Los investigadores pudieron recuperar la información del móvil. Marian llevaba dos teléfonos encima el día que la arrestaron. Se deshizo del más antiguo, con el que contactaba con la gente de Siria y Turquía. No quería dejar pistas.
De aquello han pasado ya cinco años. Por el camino, el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz la envió a prisión provisional. La Guardia Civil, tras un aviso de un familiar que alertó de su conversión al Islam y su posterior radicalismo, la seguía desde hacía unos meses. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto esta semana con sus padres a través de otro familiar, pero ambos declinaron hacer declaraciones.
De gótica y tatuada a llevar el nicab
Pero volvamos a 2015 para saber cómo una chica con una vida en apariencia normal y estable cae en las redes del yihadismo y decide abandonarlo todo para ligar su suerte a la de un terrorista.
La noticia de su detención, el 20 de octubre de aquel año, sobresaltó al próspero municipio agrícola de Almonte (23.000 habitantes, 4000 de ellos extranjeros), famoso por proteger en su aldea de El Rocío a la virgen de la mayor romería católica del mundo.
Mientras cientos de miles de familias sirias, musulmanas suníes la mayoría, arriesgaban sus vidas por cambiar el terror del ISIS y la guerra civil que se libraba en su país por una calle cualquiera de Europa, Marian decidía hacer el viaje opuesto, hacia el Levante donde Abu Bakr al-Baghdadi invitó a los musulmanes solitarios como ella a construir el estado islámico más puro. Les prometían lujos, casas de ensueño y un lugar idílico regido por las leyes del Islam. Se encontraron hambre, violencia y muerte.
Por ese tiempo, María de los Ángeles C. M. tenía 22 años. Sus padres, María y Joaquín, estaban divorciados. La chica trabajaba como camarera de piso en un hotel de Matalascañas en el que su madre era la gobernanta. Había dejado el bachillerato.
Cuando la detuvieron hacía unos meses que había estado perfeccionando su inglés en Sevilla, donde se instaló por un tiempo. La joven, de personalidad insegura en búsqueda de identidad, ocultaba a los suyos la que creía haber hallado como musulmana.
En apariencia, la chica almonteña parecía determinada a encarrilar su vida y a retomar sus estudios abandonados de forma prematura. Durante la adolescencia y su posterior llegada a la mayoría de edad siempre fue una apasionada del heavy metal.
Le gustaba la estética gótica, se pintaba los labios de morado y llevaba crucifijos en el cuello. En la espalda se tatuó el nombre de su grupo preferido, Metallica. Sin embargo, apenas salía ni se relacionada con gente de su edad. Eso fue apenas dos años antes de querer unirse al ISIS.
Probablemente, su camino hacia el fanatismo religioso comenzó en Sevilla. El 27 de abril de 2015, María de los Ángeles asistió como público a una conferencia de Shaykh Aaidh al-Qarni, un destacado activista y erudito saudí acusado de plagio por su libro de autoayuda La Tahzan y contrario al terrorismo. En ese momento, Marian ya se había convertido al Islam y comenzaba a ocultar su cuerpo entero con el hiyab. También usaba el nicab para cubrir su rostro, del que sólo dejaba ver sus ojos.
La ONG Islamic Relief organizó aquella conferencia en el centro deportivo Amate, en el distrito de Sevilla Este. Pretendía recaudar fondos para ayudar a los miles de desplazados sirios que habían huido de la guerra a Jordania, Líbano o Irak. Mientras escuchaba que muchos musulmanes querían huir del ISIS, en la mente de Marian comenzaba a rondar la idea de unirse a él.
Cuando en verano de 2015 dejó Sevilla y volvió a Almonte, todos los que la conocían se extrañaron sobremanera por su nueva indumentaria. Marian sólo recobraba su anterior imagen cuando iba a trabajar al hotel junto a su madre, con la que tuvo continuos roces por su conversión al Islam y su veloz radicalización.
Madre e hija se distanciaron. Tanto, que María de los Ángeles dejó la casa de su progenitora y se instaló en la de una amiga del pueblo, Manoli Espina, un almonteña que también se había convertido a la religión de Alá.
La mujer no tenía relación alguna con ninguna célula terrorista. A los investigadores les contó que sólo acogió a Marian por un gesto de solidaridad. Iban juntas a rezar a la mezquita y convivían bajo el mismo techo, pero compartían poco más allá de un puñado de confidencias.
Aislada en prisión
Al día siguiente de su detención, María de los Ángeles C. M. ingresó en la prisión salmantina de Topas. Allí estuvo aislada durante un tiempo. No compartía celda, donde desayunaba, comía y cenaba en soledad. El periódico El Norte de Castilla contó en mayo de 2016 que Marian buscó refugio y consuelo durante sus primeros meses allí en la Pastoral Penitenciaria.
Pero la aparente vuelta a normalidad de la chica se vio truncada por una pelea con otra reclusa. La joven tuvo que ingresar en la enfermería de la prisión. Amenazó con quitarse la vida si volvía al régimen de aislamiento. Desde la dirección de Topas se ordenó aplicarle el protocolo antisuicidios. Finalmente, fue trasladada a otra penitenciaría.
Desde 2016 existe en las prisiones españolas un programa de intervención cuyo objetivo es distanciar del extremismo a los reclusos radicalizados –incluidos retornados que sigan estándolo– y acercarlos a valores de convivencia democrática para que, una vez recobren la libertad, no constituyan un peligro para la sociedad.
En junio de 2018, María de los Ángeles C. M. llegó a un acuerdo con la Fiscalía de la Audiencia Nacional. La joven, a cambio de aceptar su culpabilidad, fue condenada a una pena de dos años de prisión por colaboración con organización terrorista. Pudo evitar volver a la cárcel por no contar con antecedentes penales previos.
En busca del rapero
Marian reconoció que intentó viajar a Turquía para ayudar a retornar a la Unión Europea a Abdel-Majed Abdel Bary. Según el relato del escrito de acusación del fiscal, que la joven asumió, en un principio su intención era viajar a Siria para casarse con él.
Dispuesta a trasladarse hasta allí para contraer matrimonio con Abdel-Majed Abdel Bary, María de los Ángeles ideó un viaje a Siria pasando por Turquía. Contactó a través de internet con varios interlocutores para que le proporcionasen ayuda y le señalasen "un camino seguro y controlado por el ISIS" por el que llegar a territorios bajo el dominio del Daesh.
Pero sus planes cambiaron cuando, tras perder el contacto durante un tiempo con el rapero británico, éste le comunicó que se había desplazado desde Siria hasta Turquía "aprovechando la confusión creada por el éxodo masivo de personas que cruzaron la frontera entre ambos países huyendo de la guerra".
Fue entonces cuando la acusada decidió ayudar a Abdel-Majed Abdel Bary a retornar proporcionándole el pasaporte de un amigo suyo, el mismo que llevaba encima cuando se la detuvo. Tras admitir su culpabilidad, la chica volvió a Almonte, donde intenta rehacer su vida lejos del extremismo fundamentalista islámico.
Españolas con hijos en Siria
En marzo de 2019 se dio por finiquitado el Califato islámico tras la pérdida por parte del ISIS de Baghuz, el último de sus bastiones en Siria. Desde entonces, muchas de las mujeres y niños que vivieron bajo el régimen del Daesh se encuentran en campos de retención de Hal Hol y Al Roj. Cuatro de ellas, tres españolas y una marroquí, partieron hacia Siria desde España. Desde el año pasado piden retornar con sus 17 hijos, entre biológicos y heredados.
La Fiscalía de la Audiencia Nacional se opone a su repatriación dado que “esas mujeres tienen una gran capacidad adoctrinadora, sobre todo con menores”, según señaló Miguel Ángel Carballo, teniente fiscal de la Audiencia Nacional, en octubre de 2019 durante las jornadas Combatientes extranjeros: el fenómeno y las respuestas, organizadas por el Real Instituto Elcano.
Desde el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (Citco) se estima que en Siria hubo al menos 248 combatientes que partieron desde España. 150 eran marroquíes y otros 50 de distintas nacionalidades. Los otros 48 tenían la nacionalidad española. Se calcula que alrededor de 70 han fallecido y que medio centenar han retornado.
“En Francia y Alemania el número total de retornados es hasta 10 veces mayor que en España. En Bélgica, cuatro veces mayor. Y en otros casos, como por ejemplo los de Austria y Suecia, tres veces mayor”, explica Fernando Reinares, investigador principal y director del Programa sobre Radicalización Violenta y Terrorismo Global del Real Instituto Elcano.
Reinares calcula que desde 2011, entre 1.500 y 2.000 personas han retornado a Europa Occidental tras abandonar las zonas de contienda armada en Oriente Medio a las que viajaron.
La vuelta del rapero del ISIS
Uno de esos excombatientes del ISIS que han conseguido retornar a Europa es Abdel-Majed Abdel Bary, a quien un día después de su detención la juez del Juzgado Central número 3 de la Audiencia Nacional, María Tardón, lo envió a prisión junto a los otros dos detenidos en Almería.
El rapero yihadista está acusado de “pertenencia a organización terrorista”. El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) seguía sus pasos desde hace al menos tres meses, según las fuentes consultadas. El caso se encuentra bajo secreto de sumario.
El rapero británico que se unió al ISIS es hijo del egipcio Adel Abdel Bari, que se encuentra preso en una cárcel estadounidense. Adel Abdel Bari participó en el doble atentado sincronizado contra las embajadas estadounidenses de Kenia y Tanzania el 7 de agosto de 1998.
Aquel acto terrorista se le atribuyó a Al-Qaeda. Murieron 213 personas, entre ellas 12 estadounidenses. El líder del grupo, el fallecido Osama bin Laden, fue incluido en la lista de los diez fugitivos más buscados del FBI.
El hijo de Adel Abdel Bari se había mudado a Londres siendo niño junto a su madre y sus hermanos. Siguiendo los pasos de su padre, se unió al grupo terrorista Estado Islámico en 2013. Al año siguiente, empezó a mantener contacto con la almonteña María de los Ángeles C. M.
El diario El País, citando una fuente policial, informaba este viernes que durante dos años “estuvo muy activo” en Siria “como miembro de Los Beatles [apodo policial de un grupo de cinco combatientes británicos]”.
Desde allí, mientras las bombas del régimen sirio y luego las de la coalición internacional liderada por EEUU caían sobre el Califato, lanzaba amenazas a Occidente y se mostraba armado en redes sociales y sosteniendo cabezas rebanadas. Se le llegó a confundir con el hombre que se escondía tras el apelativo de Yihadi John, autor del asesinato en 2014 en Siria del periodista americano James Foley.
En febrero de 2018 se dio por desarticulado el grupo de Los Beatles de Daesh. Asesinaban y torturaban en vídeos grabados en los que se les notaba su acento británico. En enero de ese año fueron capturados dos de sus miembros, Alexanda Kotey y El Shafee Elsheikh.
El mortífero grupo decapitó ante las cámaras de propaganda del ISIS al periodista estadounidense James Foley. Al asesinato a sangre fría de Foley le siguieron el del también reportero norteamericano Steven Sotloff y de los cooperantes británicos Alan Henning y David Haines.
Logró regresar a Siria
En 2015, a Abdel-Majed Abdel Bary se le perdió la pista en Turquía. Cuando ya se le daba por muerto, retornó a Siria a finales de 2019, explica a EL ESPAÑOL un agente de la inteligencia española. Luego, no se sabe cuándo ni cómo con certeza, cruzó a Argelia, donde debió de permanecer varias semanas, incluso meses.
Justo a mediados de abril de este año se montó en una lancha semirrígida junto a otros dos hombres. Los tres se instalaron en un piso turístico de Almería que había alquilado un argelino de 28 años de nombre Abdeizerrak Seddiki. Los investigadores tratan de identificar al tercero. Seddiki habría actuado como intermediario en la vuelta de Abdel-Majed Abdel Bary a Europa. Ninguno declaró ante la Policía ni ante la juez.
La noticia de la detención del rapero del ISIS volvió a recorrer las casas de Almonte e hizo recordar cuando hace cinco años se arrestó a una de sus vecinas. Algunos almonteños no vieron a María de los Ángeles como una víctima, algo que dolió a su familia. Ahora, con la chica tratando de salir adelante, todo parece estar volviendo a la normalidad.