Cheloca casi siempre iba armado cuando salía a la calle. Raro era el día que no llevaba encima su subfusil automático, tipo UZI con silenciador, de gran potencia lesiva, habitualmente utilizado como arma de guerra. Otras veces se calzaba a la cintura una pistola del calibre 9. Siempre a punto para desenfundar. Y siempre huyendo, escapando con su moto, trasnochando en pisos de okupa, con documentación falsa, de otras personas cuyos rasgos se asemejaban mucho a los suyos. De ese modo logró permanecer fugado de la justicia hasta ahora.
No le atrapaban desde 2015. Meses atrás el joven había matado junto con su pandilla a un porteador de varios navajazos tras robarle lo que llevaba encima. La Policía Nacional consiguió detenerle. Pese a su corta edad, apenas 22 años, el ceutí Maruan Abdelatif El Ouafrasi, a veces apodado Cheloca, a veces 'Gatillo Fácil', se había convertido en quizás el mayor fugitivo de la zona del Campo de Gibraltar.
Allí la droga castiga desde hace tiempo con crudeza. Los investigadores llevaba 5 años tratando de seguir su errática pista desde el día que se escapó atravesando las concertinas que cercaban el patio del correccional de Punta Blanca, en su ciudad natal, donde cumplía condena por aquel homicidio. No habían pasado ni 60 días de penitencia.
Era apenas un crío, y aún así logró evaporarse delante de las narices de los funcionarios. De allí se marchó a Castillejos, una ciudad situada en la región marroquí de Tánger, muy cerca de Ceuta. Desde aquel momento pesaba sobre él una orden de busca y captura.
Al joven le atribuían los delitos de quebrantamiento de condena, tentativa de homicidio, atentado a agente de la autoridad, falsedad documental, tenencia ilícita de armas, tenencia ilícita de arma de guerra y hurto de uso de vehículos. Un palmarés al alcance de muy pocos. Y menos a esa edad.
Esta semana, tras varios años de persecución, los investigadores del Grupo I de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev) de la Policía Nacional, los de la Brigada de Información de Algeciras, en colaboración con la de Seguridad Ciudadana, le detuvieron en Algeciras. Le habían localizado en el barrio del Saladillo, hogar de clanes de la droga, uno de los epicentros del narcotráfico en el sur de España. El escondite perfecto para el mayor forajido.
Regreso a España
Tras años recluido en el país vecino, la Policía supo que había regresado a territorio español. El chico realizó ese movimiento al percatarse del fin de vigor del delito por el que había empezado a cumplir condena tomó la decisión de volver.
Los investigadores de la Comisaría de Algeciras seguían con las pesquisas para localizar el paradero del prófugo y tuvieron noticias de que su domicilio podía estar ubicado en un barrio de Algeciras. Esta semana, cuando dieron con él, Cheloca intentó escapar saltando por los tejados. No tuvo tanta suerte como en otras ocasiones.
Dicen a EL ESPAÑOL fuentes de la investigación que, antes de encerrarle, los agentes de la Udev le sometieron a una estrecha y discreta vigilancia. Duró varias semanas. De esta manera comprobaron que conducía una motocicleta de gran cilindrada y que se desplazaba a una velocidad vertiginosa por las calles de la ciudad. Era su forma de decir que nunca le podrían atrapar.
Cuando lo tuvieron todo organizado, los agentes pidieron al juzgado realizar un registro de la casa en la que se alojaba el chico. Dada la peligrosidad del fugado se solicitó la colaboración de los Grupos Operativos Especiales de Seguridad (GOES). Los agentes le encontraron escondido en el exterior de una ventana de la segunda planta del edificio.
Al entrar luego en su habitación, encontraron sus armas preferidas: el fusil y la pistola.
Encañonando a policías
Cuando volvió a en España tras su exilio en Marruecos, prosiguió con las actividad delictivas, sobre todo en el entorno de la Costa del Sol. Vivió durante meses como un bandolero, pegando golpes por doquier y sin dejarse localizar jamás. Los investigadores relatan a EL ESPAÑOL lo escurridizo que era. En 2018 se le identificó conduciendo un vehículo robado en el entorno de Algeciras. Intentó fugarse durante el control.
Cheloca sabía que, si lo detenían, ingresaría en prisión de manera inmediata. Sobre él pesaban dos órdenes de detención: una procedente de Ceuta, donde nació hace 19 años, y otra de Marbella.
Inmediatamente se desplegó el dispositivo para bloquearle la huida. Le localizó la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional. Intentaron detenerle. Los agentes le cerraron el paso pero él embistió a uno de los furgones, sacó el arma y encañonó a los policías con su pistola. Una vez más logró escaparse.
Un vecino grabó desde su ventana una escena de la persecución posterior. A las pocas horas, esas imágenes corrían como la pólvora mediante mensajes de Whathsapp. Maruan Abdelatif El Ouafrasi, un ceutí criado en la barriada de El Príncipe y al que apodan Cheloca, se había vuelto viral. Desde aquel momento se le empezó a conocer como Cheloca gatillo fácil.
A los pocos días de aquello, se produjo un enfrentamiento armado en la calle Andalucía de Algeciras. Una persona recibió cuatro balazos. Dos de ellos le impactaron en las piernas. La investigación determinó que era aquel joven el que había perpetrado el ataque. También se le imputa ese delito.
Dice que no fuma, dice que no bebe, y que nunca ha tocado el hachís. Es deportista. Posee una habilidad excepcional para manejar motocicletas. Nunca fardó de ello. Los investigadores sí que encontraron vídeos de amigos suyos en redes sociales en los que el precoz delincuente se jactaba de poder ejecutar el caballito agarrando el manillar con una mano.
Más frío y astuto que otros criminales mayores que él, cuando tenía 16 años Cheloca ya era el líder de una cuadrilla de malhechores en Ceuta. Listo, calculador, peligroso y aficionado a dar todo tipo de golpes, el fugitivo más buscado del sur de Andalucía era alguien intocable en ese turbio ecosistema. En una ocasión, en la sala de vistas de Ceuta, ya detenido, dijo que si alguien le seguía alguna vez no dudaría en matar a esa persona. Sobre todo si se trataba de un policía.