Melchor Bravo, un guardia civil natural de Salamanca, llegó a la Compañía de Alcañiz (Teruel) desde Guadalajara en verano de 2017. Se acomodó en la capital del Bajo Aragón convencido de que era un destino tranquilo y seguro, en pleno corazón de esa España Vaciada donde nunca pasa nada… hasta que le ha tocado participar con dos años de diferencia en la búsqueda y detención de dos de los delincuentes más buscados de los últimos tiempos: la del serbio Igor el Ruso y la del Rambo de Requena.

Este guardia civil devolvió la tranquilidad a Teruel este lunes a las 18.00 horas, cuando consiguió neutralizar al Rambo de Requena con un disparo limpio en la pierna a unos veinte metros de distancia. "Otra vez la historia se repetía. En el mismo lugar... otra vez en Andorra. No nos podíamos permitir otro muerto".

La provincia entera contuvo la respiración durante toda la tarde hasta que corrió como la pólvora la noticia de la detención del Rambo de Requena tres horas después de haber herido de bala a un guardia civil.

Un agente del centenar de guardias que participó en la persecución de este delincuente reconoce que hubo quien no pudo contener las lágrimas por la emoción que supuso este final feliz mezclada con el recuerdo de los compañeros Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero, abatidos a tiros por Igor el Ruso en un lugar situado a muy pocos kilómetros de ese lugar.

"Esta vez sí se hizo bien", celebran, aunque el Rambo de Requena deambuló por el centro de la localidad con el arma al hombro, incluso tomó de rehén a un vecino para que le sacara del pueblo. "Esta vez también tuvimos mucha suerte", añaden los vecinos del municipio. 

El certero disparo de Bravo y la actuación inmediata posterior, practicar un torniquete en la herida del delincuente antes de subirlo al helicóptero para trasladarlo al hospital zaragozano Miguel Servet, supo por fin a triunfo en una compañía herida por el brutal zarpazo que dio otro delincuente internacional. Los agentes que lo acorralaron pertenecían a la USECIC, la unidad de seguridad ciudadana que en Teruel no se nutrió de agentes hasta el paso de Feher por la zona.

Agradecimientos

Tras la exitosa detención del Rambo de Requena, buscado desde hacía tres meses, los mensajes de agradecimiento se multiplicaron: la directora de la Guardia Civil, María Gámez, viajó hasta la provincia para hacer llegar en persona las felicitaciones del Gobierno y hasta el presidente Pedro Sánchez compartió un mensaje en sus redes sociales: "El presunto autor ha sido detenido por la Guardia Civil. Gracias siempre por vuestro trabajo, profesionalidad y dedicación".

Las felicitaciones, sin embargo, no consuelan a este guardia civil que en diciembre de 2017 participó en el dispositivo que buscó a Igor el Ruso los días previos a que asesinara a sus tres víctimas españolas y pasó a escasos metros de él cuando recogía sus enseres para huir. De hecho, fue este guardia civil el primero que auxilió a los guardias, ya heridos de muerte por el serbio, y la persona que recogió el cadáver del ganadero.

Bravo intervino en la “búsqueda, localización y detención al autor de los delitos de robos que se produjeron en la zona y el doble homicidio en grado de tentativa” contra Manuel Andreu y Manuel Marcuello, según declaró él mismo en el juzgado de Instrucción Número 2 de Alcañiz tras el triple crimen.

El sumario de aquel doble intento de asesinato el 5 de diciembre dejó al descubierto la insuficiente actuación de la Guardia Civil, que no evaluó la gravedad del suceso y, por consiguiente, no pidió medios especializados suficientes para perseguir a Feher cuando disparó con intenciones claras de matar nueve días antes de cometer los crímenes.

Nadie ha asumido aquellos errores, pero la lección aprendida se puso en práctica este lunes, cuando enviaron a más de un centenar de agentes a perseguir y reducir al Rambo de Requena. No se podían permitir volver a fallar.

Las horas previas a los crímenes de Feher en Andorra, Bravo buscó sin éxito a Igor el Ruso en unas cuevas en las que el ganadero José Luis Iranzo intuía que se escondía. Ya era 14 de diciembre, habían pasado nueve días desde el intento de homicidio y los robos en casas de campo sucedían cada día en la zona.

La búsqueda de aquel agresor, entonces sin identidad conocida, resultó infructuosa, aunque dejó pruebas evidentes en el territorio que los investigadores no enviaron a analizar hasta que hubo muertos. Por poner dos ejemplos: tardaron seis días en dibujar el retrato robot que no se distribuyó a la ciudadanía hasta que el agresor mató; los casquillos que usó en el doble intento de homicidio se enviaron a analizar diecisiete días después del ataque.

Las 18.00 horas

Finalizado el operativo de búsqueda la fatídica tarde del 14 de diciembre, también a las 18.00 horas, Bravo y los otros cinco componentes de la Guardia Civil se despidieron de Iranzo, que les acompañó en el rastreo. Desde aquel lugar montañoso, el ganadero se fue directo a buscar a su padre a su explotación ganadera, a cinco minutos de distancia en coche, el lugar en el que Feher había robado la noche previa y donde permanecía cuando llegó. Acabó con su vida nada más abrir la puerta de la vivienda.

Cuando el alférez Bravo y sus compañeros llegaron al cuartel minutos después, Feher ya huía con el coche de Iranzo. Antes, paró en un pajar cercano que usó durante días de refugio para recoger sus enseres. Al entrar en el cuartel, una llamada les pidió que atendieran un aviso de un ciudadano que denunciaba unos posibles disparos en el Mas de El Saso, en el kilómetro 18 de la carretera que une Albalate del Arzobispo con Andorra.

Bravo ocupó de nuevo el Nissan Pathfinder con el capitán y dos guardias civiles más. Pidieron ayuda a otro vecino, Víctor G., al que dejaron que viajara en su vehículo solo y sin ninguna protección, porque no sabían llegar hasta el lugar donde saltó la alarma. Cerraba el dispositivo el Nissan Terrano en el que viajaban Romero y Caballero.

Al llegar al camino rural, a mano izquierda había un vehículo con las luces encendidas enfocando hacia una casa de campo. El capitán pidió al equipo Roca que se desviara y verificara el vehículo, mientras ellos prosiguieron la marcha. Más adelante, se pidió al vecino que abandonara el lugar y volviera a su casa. No se cruzó con Feher por minutos.

En esos instantes, Bravo y Requena escuchan cómo un componente de la patrulla de Andorra dice que podía haber “alguien herido en la zona”, motivo por el que deciden acercarse hasta donde había ido el equipo Roca. Bravo reconoció el coche de los compañeros Romero y Caballero, ya era noche cerrada, y cogió una linterna que había abandonada a dos metros, en la parte izquierda de la parte del conductor. Al lado de la rueda delantera izquierda yacía Víctor Romero, que acababa de ser tiroteado por Feher.

Bravo ejerció las funciones de protección mientras los tres compañeros hacían maniobras de reanimación, le subieron al coche y, todavía con un hilo de vida, lo trasladaron hasta el centro de salud de Andorra. El alférez se dio cuenta en ese momento de que faltaba Caballero, que estaba tirado en el lado derecho delantero del vehículo tras recibir multitud de disparos de Feher, que antes de irse se llevó las armas de los dos guardias heridos ya de muerte.

El traslado

En ese instante llegó una patrulla del puesto de Andorra que traía al padre de Iranzo desde su explotación, que era la persona que había dado la voz de alarma al escuchar dos disparos sin saber aún que su hijo yacía en el suelo muerto. Los guardias civiles lo dejaron allí, solo y sin protección, al comprobar que no se podía hacer nada por su vida.

Bravo y el resto de componentes subieron a Caballero en el Pathfinder y lo trasladaron también al recinto hospitalario. Justo cuando lo subían al coche, un compañero del puesto de Andorra le dio una bala sin disparar que se había encontrado en el suelo, al lado de Romero. Todos se encontraron en el centro de salud, donde solo pudieron certificar la muerte de los dos guardias civiles.

Cuando el padre de Iranzo preguntó por su hijo, ya en el centro hospitalario, Bravo acudió, con los guardias civiles del puesto de Andorra, a recoger al ganadero, que llevaba más de una hora muerto en la puerta de su explotación. Los agentes subieron su cuerpo sin vida en la parte trasera del Nissan Pathfinder y lo trasladaron hasta el centro de salud, sin esperar a que un forense levantara el cadáver del lugar del crimen. La defensa de Feher ha pedido la nulidad del proceso alegando que la Guardia Civil no acordonó el lugar del suceso y, por tanto, que las pruebas han podido ser contaminadas.

Bravo justificó en el juzgado que no esperaron a ninguna ambulancia medicalizada para dar seguridad a todos los testigos porque el autor de los disparos podía estar aún en la zona. El suceso se desarrolló cuando “no había luz natural porque era de noche y en un estado de shock, nerviosismo y agitación por la situación vivida”, citó textualmente en su declaración.

Ascenso

La vida de todos los turolenses cambió para siempre aquel fatídico 14 de diciembre de 2017, también para los guardias civiles que patrullan en la zona, sobre todo los que participaron en aquel dispositivo. A los pocos meses, el capitán Horacio Requena pidió un traslado y desde enero de este año trabaja en La Carolina (Jaén). Los guardias civiles que acompañaban en el vehículo a Bravo y Requena la tarde de los crímenes también operan ya lejos de la provincia de Teruel. El que entonces alférez, Melchor Bravo es el único que queda en la Compañía de Alcañiz, fue ascendido y ahora es el adjunto del capitán en funciones, Javier Muro. Todos declararán como testigos en el juicio contra Feher, pendiente ya de fecha.

Para poder digerir aquel trágico suceso, el alférez Bravo se puso en manos de Felipe, el psicólogo de la comandancia de Teruel que desarrolló una terapia con los agentes que participaron de una u otra manera en la tragedia. Su pareja actual, Pilar, que trabaja en la comandancia de Teruel, también se ha convertido en un gran apoyo.

El 14 de diciembre de diciembre de 2017 permanece intacto en la fachada principal del cuartel de Alcañiz donde trabaja Bravo, el lugar en el que se colocó un monolito en memoria de Caballero y Romero, amigos íntimos desde hacía años. La violencia irracional de Feher alcanzó a "los Víctor”; Bravo se libró simplemente por puro azar.

El destino ha querido compensar ahora aquel triste episodio colocándole al frente de una operación exitosa de gran envergadura, la detención del Rambo de Requena, el delincuente al que la guardia civil ya le ha tomado declaración mientras se recupera en el hospital de las heridas que sufrió antes de ser detenido.

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