Pedro Sánchez tropieza siempre con los muertos del Covid-19 en las últimas sesiones parlamentarias de control al Gobierno. Este miércoles, 17 de junio, cometió un error garrafal al vincular su anuncio de un “homenaje de Estado” (no funeral de Estado) a las víctimas del coronavirus con un número de fallecidos, “27.000”, que nadie cree, ni siquiera el mismo Instituto Nacional de Estadística.
El presidente del Gobierno, con tono solemne, manifestó a los diputados asistentes que quería hacer un anuncio importante: la celebración de una ceremonia de Estado “en homenaje a los 27.000 compatriotas que han perdido la vida” durante la pandemia.
Sánchez redondeó el número de muertos oficiales, 27.000, porque, según las cifras del Ministerio de Sanidad, los fallecidos por coronavirus en España son 27.136 muertos, número éste que lleva sin actualizarse más de una semana. Paradójicamente, hace un mes exacto, el 17 de mayo, el Gobierno señaló que los muertos por coronavirus en España eran ya 27.500. Es decir, más que ahora.
El jefe de la oposición, Pablo Casado, no perdió la ocasión para afear al presidente del Gobierno que falsee los datos reales de la tragedia. El líder del PP habló de, al menos, 43.000 muertos, cantidad que Santiago Abascal, líder de Vox, elevó a 50.000.
Efectivamente, se mire como se mire, las muertes a causa del Covid se le atragantan al Gobierno, con una contabilidad tan desconcertante que no ha podido poner en orden ni el Instituto Nacional de Estadística (INE). También sucedió en otra sesión parlamentaria de control al Gobierno, el pasado 3 de junio, cuando Sánchez certificaba que los muertos por coronavirus hasta la fecha en España eran 27.128, y a la misma hora el INE afirmaba que el exceso de mortalidad en las primeras 21 semanas de 2020, comparada con las de 2019, sumaba 48.105 fallecidos. Es decir, el Gobierno omitía más de 21.000 españoles muertos por la pandemia.
¿Y el homenaje al resto?
Pero este miércoles, la contabilidad equivocada adquiría mayor gravedad al utilizar el presidente del Gobierno una cifra tan flagrantemente errónea para anunciar la ceremonia de Estado en homenaje “a los 27.000 compatriotas que han perdido la vida”.
Uno de los familiares de fallecidos que ha participado en el in memoriam de EL ESPAÑOL expresaba hace días a este periódico que en el homenaje deben incluirse “a todos fallecidos por coronavirus”. Patricia Escámez, hija de Francisco Escámez, muerto el 23 de abril de manera no oficial por el mencionado virus, pedía que “deben incluirse a todos los muertos” por esta causa, con autopsias desde el 1 de enero de 2020 si fuera necesario.
Porque si el homenaje del 16 de julio, día en que se celebrará dicha ceremonia en el Palacio Real de Madrid, es por 27.000 fallecidos, ¿dónde estará el dolor por los otros 21.000 españoles que, al menos, han muerto por la misma enfermedad?
Presidencia de Gobierno emitió horas después del anuncio de Sánchez una nota de prensa para enmendar el error del presidente del Gobierno. La decisión salomónica, para evitar debates, fue eliminar el número de fallecidos y hablar, de forma más impersonal, de “víctimas del Covid-19”, sin mencionar ni 27.000 muertos ni 52.500, tal como afirma que hay el grupo de matemáticos Inverence.
La nota de prensa de Presidencia del Gobierno se refería también a que el acto “estará presidido por el rey Felipe VI”. Sorprendentemente no se dice que “la ceremonia civil” –nada religiosa, como se puntualiza en la información- estará encabezada por el Jefe del Estado. Sólo se habla del rey Felipe, cuando precisamente se trata de “un homenaje de Estado”. Así se titula la susodicha nota informativa.
Medios próximos al Palacio de la Zarzuela rechazan entrar en polémicas. Aceptan de buen grado, como no podría ser de otra manera, que “si es un funeral de Estado debe estar presidido por el rey como Jefe de Estado”. “Nosotros –añaden- no vamos a entrar en una guerra de cifras de muertos, estamos aquí para lo que decida el Gobierno en cumplimiento con nuestros deberes”.
El rey, preocupado
En Zarzuela, por supuesto, no ignoran que un enconamiento en el debate entre los muertos reales por el Covid en España y los oficiales antes de la ceremonia podría afectar a la imagen del rey. Felipe VI, en cualquier caso, quiere estar muy cerca del dolor de las familias de los fallecidos. De hecho, durante estos tres meses se ha esforzado por no quedar descolgado en la crisis de la pandemia.
Varado en el bucólico entorno de Zarzuela, mientras el presidente del Gobierno se dirigía a la nación todos los fines de semana, entrando en las casas de los españoles a través de televisión.
La actitud de Felipe VI es la de siempre desde que se convirtió en Jefe de Estado el 19 de marzo de 2014: cumplir con su papel constitucional, con respeto por las decisiones del Gobierno.
Personas en contacto permanente con Felipe VI admiten que está muy preocupado por el ambiente de crispación en el Congreso de los Diputados, donde los muertos son utilizados para ejercitar la desmemoria o para blandirlos contra el Gobierno.
El recuento de los fallecidos por coronavirus es el talón de Aquiles del Gobierno en la crisis de salud y de vida causada por la pandemia. Aunque la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, con su ligereza dialéctica habitual, decía que España es “un país garantista” en el recuento de víctimas del Covid-19, lo cierto es que a fuerza de no sumar fallecidos, el Gobierno ha conseguido una desescalada en la tabla de clasificación internacional de muertos por millón de habitantes. Al plantarse en los “27.000” de Sánchez, en vez de ser los primeros o segundos del mundo, como sucedió durante semanas, por fin ya somos los terceros, detrás de Bélgica y de Reino Unido.
Si el ciudadano Juan Carlos, empadronado en la localidad madrileña de El Pardo, con 82 años, hubiera muerto en casa o en una residencia de ancianos por coronavirus, se habría atribuido el deceso a su patología previa: sus problemas de corazón. Es lo que le ha sucedido a decenas de miles de españoles, muchos de ellos también llamados Juan Carlos, como el rey emérito, que ha permanecido aislado en el Palacio de la Zarzuela, y que este martes acudió a un hospital del grupo Quirón para una revisión.
El último gran homenaje de Estado en España se celebró en marzo de 2014, 10 años después del atentado terrorista en los trenes en Madrid, en el que murieron 191 personas. Aquel fue un funeral religioso presidido por el entonces Jefe del Estado, Juan Carlos I. Este, el próximo 16 de julio, estará encabezado por el rey Felipe VI. No se sabrá por cuántos muertos será el acto, muchos de ellos sanitarios, cuya lucha en primera línea contra el virus también será reconocida en la ceremonia.
Contar los muertos por el coronavirus en España es tan difícil que aunque un periódico como EL ESPAÑOL quisiera publicar la lista de algunos miles de fallecidos, como hizo The New York Times, no podría por no estar disponibles los nombres, además de por la Ley de Protección de Datos. Quizás a esto se refería la ministra Montero al hablar del sistema garantista español en el conteo de fallecidos por coronavirus.