Una de las claves era la frutería que la familia de uno de los socios tenía en Vallecas. Era su negocio legal. Incluso ganaban dinero con ella. Pronto se percataron de que en ese establecimiento figuraba toda la familia menos él. Aquel lugar era una de las tapaderas de un lucrativo e ilegal negocio, un entramado criminal establecido en Madrid dedicado, en realidad, a la importación de heroína y al cultivo y exportación de marihuana. Un negocio de doble filo fundamentado en la alianza de una banda europea con dos organizaciones locales.
Ha sido la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) de la Policía Nacional en Madrid la que ha logrado desarticular una notable organización formada por tres grupos criminales, a caballo entre Vallecas, donde vivía uno de los cabecillas, apodado 'Kear', y Fuenlabrada, de donde procedía el otro gran socio del grupo. Este respondía al sobrenombre de 'El Chicha'. Los brazos de esta alianza llegaban a extenderse más allá de las fronteras españolas.
Era, según relatan fuentes de la investigación a EL ESPAÑOL, una organización a la que no tenían localizada. No tenían antecedentes por tráfico de drogas. No estaban en su radar.
Ahora, han detenido a 46 personas, han registrado hasta 30 casas de campo, naves y viviendas en municipios de Madrid y Castilla-La Mancha en las que hallaron hasta 8.000 plantas de marihuana, 110 kilos de cogollos de marihuana y otras sustancias estupefacientes. También había armas de fuego, e incluso el material necesario para cultivar las plantas en invernaderos propios.
La banda había alcanzado tal magnitud y relevancia que en los registros se hallaron 900 pastillas de éxtasis, 1.500 gramos de heroína, 500 gramos de hachís y 105 gramos de cocaína. Incluso había 128.488 euros en billetes. No faltaban las básculas de precisión dos armas de fuego, una pistola eléctrica, dos defensas extensibles e incluso dos puños americanos.
Metiendo heroína en España
la idea era siempre la misma: aprovechar la alianza con los turcos para introducir heroína en territorio español. El grupo de origen extranjero había contactado con los otros dos. Los engranajes de esta triple alianza funcionaban con tanta facilidad que lograban aprovechar tanto los viajes de ida como los de regreso. De camino a España, los turcos introducían el 'caballo'. Luego aprovechaban la ruta de retorno para regresar con los coches cargados de marihuana y hachís, rumbo a Europa.
Los 10 investigadores del grupo 14 de UDYCO Madrid llevan detrás de ellos desde noviembre. El elemento crucial fue la presencia turca en el entramado. Los policías advirtieron dos individuos relacionados con ese clan extranjero en Madrid. Empezaron a sospechar, al ser quienes eran, de que podían estar tratando de abrir un nuevo canal de introducción de heroína en el país.
Llegaron entonces las vigilancias y los seguimientos. "Uno de los grupos se dedicaba en exclusiva al cultivo de la sustancia. Eran todo gente con otros trabajos, trabajos legales", indican fuentes de la investigación. "Estaba perfectamente estructurada por ciudadanos españoles".
En las plantaciones, los miembros de la organización reclutaban personas que pudieran servirles como recolectores de las ingentes cantidades de la sustancia. Como en una cadena de montaje, todo se complementaba con los encargados de preparar el estupefaciente para sus envíos. Lo envasaban convenientemente y lo dejaban listo para el regreso de los turcos con la heroína.
En cuanto el líder de la organización foránea indicaba a los españoles que ya había entregado la mercancía, se desplazaba con sus vehículos vacíos para cargarlos, listos para el viaje de vuelta. Cada mes metía en España cinco kilos en los coches que se traía a Madrid.
A la vuelta, le resultaba relativamente sencillo ocultar la droga, ya que todos los automóviles estaban 'caleteados'. Así podía transportar el producto oculto a la perfección dentro de la estructura del vehículo. En cada uno podía guardar unos 50 o 60 kilos de marihuana. Luego, en el camino de regreso en los camiones o autocaravanas, los transportistas del turco fingían estar en viaje de vacaciones, tanto de ida como de vuelta.
30 casas de campo
En el operativo se ha detenido a todos los integrantes del entramado criminal de los tres grupos. Hasta 46 arrestos, entre los cuales estaba el líder de la banda de Turquía. La organización la integraban toda clase de individuos: gente de edades comprendidas entre los 50 y los 22.
A los más jóvenes les encargaban montar las plantaciones indoor para cultivarlas lo mejor posible. El poder de estos grupos era tal que llegaron incluso a comprarles chalets, lujosas casas a los más jóvenes de la banda para que vivieran en ellos mientras se dedicaban a vigilar y cuidar las plantas de marihuana.
La pata de la banda radicada en Fuenlabrada es conocida, según los investigadores, por haber pertenecido a distintos negocios relacionados con el mundo de la noche en esa localidad. Algunos, en su día, habían sido porteros de discoteca.
En el operativo ha sido detenido también el operario de una empresa multinacional de electricidad. La organización le tenía a sueldo para que se encargase de hacer la defraudación del tendido eléctrico. Así en todos los chalets e inmuebles en los que ocultaban las plantaciones nunca pagaban la luz. Su negocio era, de ese modo, un negocio mucho más rentable.
Cuando lo tuvieron todo atado, los investigadores de la Policía nacional diseñaron el dispositivo para atraparles a todos. Participaron más de 300 agentes de distintas unidades -policía judicial, policía científica, medios aéreos, automoción, e incluso seguridad ciudadana-.
Luego registraron hasta 30 casas de campo, naves y domicilios distintas localidades de la Comunidad de Madrid (Madrid, Ambite de Tajuña, Brunete, Cubas de la Sagra, Fuenlabrada, Leganés, Moraleja de
Enmedio, Pozuelo del Rey, Rivas Vaciamadrid y Serranillos del Valle). A su vez, tuvieron que desplazarse de forma simultánea a Castilla-La Mancha. Allí irrumpieron en las viviendas que la organización poseía en Albalate de Zorita, Carranque, El Casar de Talamanca, Galápagos, Méntrida, Los Navalmorales, Recas, Santa Olalla, Ugena y el Viso de San Juan.
Algunas de las casas eran verdaderos chalets, casi al nivel de mansiones grandes de lujo. Ahora ya todos han sido puestos a disposición judicial.