En la pieza separada Carol de la Audiencia Nacional, reabierta este lunes, hay dos grandes protagonistas, dos figuras sobre las que recae el peso de la investigación. Son, claro, la examante del rey Juan Carlos Corinna Larsen y el excomisario de la Policía Nacional José Manuel Villarejo. Pero detrás de ambos aparece el vínculo, el nexo por el que habrán de comparecer ante la Justicia: la relación, los tejemanejes entre ambos. Todo condensado en la misteriosa asistente española de Corinna.
La empresaria alemana, que siempre se ha rodeado de un grupo de colaboradores para la gestión de su esfera personal como profesional, ve así cómo se ha hecho realidad uno de sus mayores temores: tener que enfrentarse a la Justicia. Lo hará el 8 de septiembre y todo por sus sospechas sobre la que se suponía su persona de confianza.
Porque Corinna creía que su asistente, tal y como mantiene el juez Manuel García-Castellón en el auto notificado este lunes, filtraba datos sobre su vida. Y estaba dispuesta a todo por saberlo: tanto, que aparentemente se decidió a contratar a Villarejo. Las conversaciones quedaron grabadas y sustentan parte de la investigación del llamado caso Villarejo. Ahora han reactivado Carol.
El "encargo" de Corinna a Villarejo
Tras la reapertura de la pieza Carol, archivada en 2018, el foco vuelve a cambiar. Ya no está en el propio Juan Carlos I en el centro de las nuevas revelaciones: ahora, la protagonista es la colaboradora de Corinna. Todo por sus conjeturas. El juez instructor resume en su escrito, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, la conversación entre la empresaria y el excomisario:
“Esta reapertura, en principio, se dirige al esclarecimiento de la posible existencia de un encargo por parte de la Sra. Larsen al Sr. Villarejo, encargo que vendría referido a la obtención en España de unos datos correspondientes a una persona de nacionalidad española, así como recabar las circunstancias que pudieron rodear este hecho, sin perjuicio de que ello nos pueda llevar a otro tipo de infracciones”.
Así, Larsen le expuso a Villarejo “sus inquietudes” respecto a su trabajadora, quien “podría estar filtrando información referente a su vida privada”. El excomisario le recomienda, entonces, “chequear” las llamadas y mensajes de la asistente para saber “con quién habla o a quién escribe”. Le pide a Corinna el número de teléfono de la asistente en España y ella se muestra encantada, dado que es una misión, a sus ojos “muy importante”.
El magistrado señala cómo, en otro momento de la conversación, Villarejo le pide el correo español “también para mirarlo”. Y el excomisario no ceja en su empeño: le “vende” sus servicios de forma “insistente”, arguyendo que tiene a los “mejores especialistas del mundo” y que será discreto: no se enterará nadie puesto que él actuará como “interface”.
El ofrecimiento no es sólo para Larsen, también para sus contactos. Por eso también presume de poder “localizar bienes de cualquier persona en cualquier parte del mundo, insistiendo en que no dude en llamarle en cualquier momento”. Con el paso de los minutos, la conversación prosigue. Una vez establecidos los plazos -Villarejo se compromete a darle los datos en “un mes o mes y poco”-, el comisario insiste: “si ella necesita cualquier cosa de cualquier parte del mundo”, él puede llevarlo a cabo. Corinna responde: pueden hacer “un buen negocio”.
Las asistentes de Corinna
Aunque no está clara la identidad de la misteriosa asistente, es de sobra conocido que Larsen se rodeaba de colaboradores para llevar a cabo sus negocios. Ya lo recoge la periodista Ana Romero en su libro Final de Partida (La Esfera de los Libros): una de ellas era lady Alexandra Spencer-Churchill, “que fue su asistente personal en la agencia Boss, y una figura fundamental en la organización de la boda de los príncipes de Asturias”.
También trabajó cumpliendo un rol similar Melissa Holloway, asistente ejecutiva de la empresaria.
La fecha señalada ahora en el calendario es el inicio del mes de septiembre. Probablemente, el contexto actual sea el mejor de los aliados de Corinna, que no desea, bajo ningún concepto, volver a nuestro país. Todo apunta a que intentará declarar a través de videoconferencia, una vía que el sistema judicial está favoreciendo por la pandemia.
Es el peor de los finales para Larsen. Ella, una mujer taimada, calculadora, que no teme a nada ni nadie excepto a la Justicia, y que está dispuesta a sacrificar a quien se ponga en su camino con tal de seguir a este lado de las causas judiciales. Caiga quien caiga, sea el CNI, el excomisario Villarejo… o la propia institución monárquica. Todo por salvarse.
Tanto, que llegó incluso a reclamarle ayuda al rey Felipe VI en marzo de 2019 por carta. No ha podido parar el proceso. Y, ahora, tendrá que declarar.