El Gobierno acogía con "sorpresa" el anuncio de Santiago Abascal de que presentará una moción de censura el próximo mes de septiembre. Ambos lados del Ejecutivo, socialistas y morados valoraban la iniciativa del partido de derecha extrema con una sonrisa en los labios. "Es una moción contra el PP, no contra nosotros", explicaban fuentes gubernamentales, "es la lucha por la primacía en la derecha".
Quien más disfrutó del hecho fue el mismísimo presidente, Pedro Sánchez, que desde el atril le espetó a Pablo Casado que ésta era "su peor pesadilla". El jefe del Ejecutivo, que en el discurso de réplica del pleno sobre el Consejo Europeo había igualado una vez más a "la derecha y a la ultraderecha", llegó a preguntar al líder popular qué va a hacer el PP, "si va a hacer de Vox o de Partido Popular".
Fuentes de Unidas Podemos, en conversación con este periódico, se limitaron a tomarse a broma el anuncio de Abascal: "Lo que nos preguntamos es si algún día los diputados de Vox se pondrán a trabajar". Así, la sensación en el Ejecutivo es que "cuando el partido de Abascal crees que no te puede sorprender con una boutade más, siempre encuentran una mayor".
La satisfacción con la pelea que se abrirá entre los 89 diputados del PP y los 52 de Vox por la primacía en el arco derecho del Parlamento y, sobre todo, en las preferencias de los votantes conservadores, eso sí, contrastaba con cierta exasperación: "Es una pena, en todo caso, que vayamos a perder tiempo en esta moción". Y es que el debate de la moción de censura, a falta de que se presente y de que la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, le señale fecha, coincidirá en el tiempo con el de los Presupuestos.
Y ahí radica buena parte de la satisfacción gubernamental. Si las mayorías de la investidura estaban difíciles, como se demostró en lo apretado de la aprobación del dictamen económico de la reconstrucción (172 a favor, 169 en contra), la radicalización del discurso de la derecha creen en medios gubernamentales que puede ayudar a recuperar algunos de los apoyos que ahora se han alejado de Sánchez e Iglesias.
La oposición
Vox emplazó a la oposición a apoyar la censura a Sánchez, pero tanto PP como Ciudadanos rechazaron una iniciativa que tildan de "inútil". Los de Abascal centraron el tiro sobre todo en Pablo Casado, a quien animaron a sumarse a la moción. "Los españoles no entenderían estrategias ni tácticas. Evitemos lo peor y devolvamos la voz al pueblo", pidió. Los conservadores respondieron con un sonoro portazo.
La polémica la zanjó de un plumazo el secretario general de los conservadores, Teodoro García Egea: "Moción de censura post vacacional para salvar al soldado Sánchez. El PP estará siempre en lo importante: salvar vidas y empleos. No cuenten con nosotros para maniobras de distracción que refuercen al PSOE".
El partido de Inés Arrimadas también desactivó de manera automática la posibilidad de apoyar una moción de censura impulsada por Santiago Abascal. "No tiene posibilidades de salir adelante ni va a ayudar a nadie. Es una moción que sólo sirve para perder el tiempo con debates de trincheras en un momento muy delicado", alegaron fuentes del partido naranja. "Si quieren hacer algo útil por los españoles, podrían haberse sentado a negociar los pactos de la reconstrucción o arremangarse para hacer posible las prórrogas del estado de alarma", añadió.
Suma imposible
El movimiento político de Abascal nace muerto desde su anuncio. En el hipotético caso de que el PP se hubiera sumado a la iniciativa, los 89 votos del PP sumados a los 52 diputados que tiene Vox llegarían a los 141 votos a favor. Si en ese imposible escenario consiguieran los diez votos de Ciudadanos, los dos de UPN, el diputado de Foro y el de Coalición Canaria, el bloque de centroderecha sumaría 155 síes. Se necesitan 176 votos a favor para que la moción prospere, por lo que Abascal tendría que convencer, además, al PNV (6), ERC (13), PRC (1), Nueva Canarias (1) y Teruel Existe (1).
Si finalmente Abascal consuma su advertencia, ésta será la cuarta moción de censura que se presenta en democracia. La última ha sido la única que ha prosperado, la que presentó el PSOE tras la sentencia de Gürtel que condenó al Partido Popular y convirtió en presidente del Gobierno a Pedro Sánchez el 1 de junio de 2018 con 180 votos a favor, 169 en contra y una abstención.
Un año antes, había intentado derribar a Mariano Rajoy el ahora vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. Ese primer intento fracasó con 170 votos en contra (PP, Ciudadanos y Coalición Canaria), 97 abstenciones (PSOE, PNV y PdeCAT) y sólo 82 apoyos, los del partido morado, ERC, Compromís y EH Bildu.
La primera moción de censura de la democracia la plantearon los socialistas en 1980, cuando quisieron acabar con el entonces presidente Adolfo Suárez, pero fracasó. Siete años después, Alianza Popular registró la segunda moción de censura de la historia contra el Gobierno de Felipe González que entonces gozaba de mayoría absoluta, por lo que ninguna moción de censura podía echarlo de Moncloa.