—Usted es un rey que paga impuestos como todo el mundo…
—¡Y cómo!
Un "cómo" queriendo decir el entrevistado "ya lo creo. Muchísimos".
Grandes sonrisas. La periodista británica agita su melena rubia y mientras se prepara para la siguiente pregunta, el entrevistado no oculta que se siente muy cómodo, casi entregado.
—No me diga usted que, como todos los españoles, intenta no pagar impuestos...
—No puedo decirlo, pero probablemente…
Las sonrisas se tornan en carcajadas ante la salida del entrevistado, conocido por su campechanía. No puede decir si intenta no pagar todos los impuestos que debe... ¡Qué bromista!, debió de pensar la entrevistadora.
El dulce interrogatorio continúa.
—¿Es importante que un rey pague impuestos?
—Creo que sí...
Responde dubitativo, no se sabe si es porque la entrevista es en inglés o por no estar seguro. Está a punto de llegar el momento cumbre del suave interrogatorio. Esta es la percepción que se tiene ahora, con el paso de los años, 28, y lo que ya sabemos acerca de los impuestos que ha podido dejar de pagar el entrevistado coronado. Pagar impuestos….
—¿Por qué?
—No por ser rey, sino por ser español.
Es entonces cuando la entrevistadora mira directamente a los ojos de su invitado. Deja caer leve y coquetamente su cabeza sobre su mano izquierda, abre sus ojos cristalinos y, con aparente candidez, cierra el cepo sobre Juan Carlos I.
—Pero podría haberse librado fácilmente, decir que no... [que no pagaba impuestos].
—Sí. Pero después habría sufrido las consecuencias.
—¿Está seguro?
—Sí.
—No caería bien...
—No, la gente diría: ¿por qué tiene que recibir él… un tratamiento especial? Ya recibo un tratamiento especial por ser rey.
La obligación moral de los impuestos
Los minutos dedicados a los impuestos en la entrevista que Selina Scott realizó al rey Juan Carlos en 1992, dentro de un documental titulado “Un año en España”, se han convertido en virales este jueves.
Veintiocho años después, las consideraciones de Juan Carlos sobre por qué él precisamente debía pagar impuestos podrían transformarse en una pequeña prueba de cargo contra el emérito.
Si llegara a celebrarse un juicio contra quien reinó en España entre 1975 y 2014, el fiscal o el abogado de la acusación podrían preguntarle que, si en 1992 reconocía ante una periodista su obligación moral para pagar impuestos, ¿por qué había dejado de hacerlo años después? Responda.
Como es sabido, la fiscalía del Tribunal Supremo tiene abiertas unas diligencias sobre Juan Carlos de Borbón, aún con tratamiento de rey, para aclarar si la operación bancaria con los 64 millones de euros que movió de Suiza a Bahamas, entregándoselos a Corinna Larsen, es punible, más allá de si es legal, moral, ejemplar y dado la procedencia oscura de esta desmesurada cantidad. Porque todo parece indicar que el padre de Felipe VI no había declarado a la Hacienda pública española ser poseedor de esta suma de dinero. Y, por tanto, no habría pagado impuestos en España, en contra de lo que decía entender como obligación en sus declaraciones a Selina Scott.
En 1992, en el momento de la entrevista comentada, Selina Scott tenía 40 años. En Gran Bretaña era ya una periodista conocida, sobre todo tras el documental televisado que realizó unos años antes al príncipe Carlos, cuyo matrimonio con Diana de Gales hacía aguas de manera ostensible.
Fue precisamente este formato el que inspiró a Selina para plantear algo parecido a Juan Carlos I, que aceptó inmediatamente. Esto se debió a dos razones: primera, la monarquía española siempre soñó con parecerse a la británica y, si el primo Carlos había concedido una entrevista a Selina, merecía la pena intentarlo. Y segunda: esta periodista venía avalada por Constantino de Grecia, hermano de la reina Sofía y cuñado de Juan Carlos. Por si fuera poco, la reportera era muy atractiva, detalle éste relevante para el entonces rey de España.
De aquella Selina a Corinna van, también, muchos años. De 1992 a 2003, año en el que conoció a la alemana en una cacería en España. Precisamente, Juan Carlos y Selina se encontraron en Londres en una cena en la que compartían amigos de cacería. Se dice que Juan Carlos tuvo una aventura con la periodista británica, de lo cual no existe ninguna prueba y seguramente forma parte del mito del don juan y rey español conquistador.
De aquella entrevista con Selina hay una anécdota que se escuchó en el Reino de España. Poco tiempo después de producirse, alguien preguntó al entonces rey si tenía novias el príncipe Felipe. La respuesta fue más o menos esta: "En esto de las mujeres, el príncipe no ha salido Borbón, pues el otro día cenamos con una periodista inglesa, le eché mano a la cintura tres veces y en ninguna me tropecé con la de mi hijo". La ocurrencia fue celebrada con risas.
Aquel 1992 fue un gran año para Juan Carlos porque España ocupó por fin un lugar en el mapa internacional. Para lo bueno y para lo malo. Se celebraron los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla. Y, en la parte negativa, fueron apilándose los escándalos de corrupción sobre el PSOE y sobre Felipe González, presidente del Gobierno. El líder socialista un año después volvería a ganar las elecciones in extremis. Diría aquéllo de que había entendido el mensaje del electorado, al perder muchísimos votos, lo cual suena ahora muy parecido al “no volverá a repetirse” de Juan Carlos I en 2012, tras la cacería de Botsuana.
Ya en aquel año de 1992 Juan Carlos I tenía abierta cuenta bancaria en Suiza, aunque entonces tampoco esto se sabía. Un año después, su padre, don Juan de Borbón, moría. La herencia curiosamente estaba depositada también en Ginebra, como los millones de la Fundación Lucum del emérito.
Pasados los años, cuando el suplemento Crónica reveló que don Juan de Borbón murió poseyendo el equivalente a unos tres millones de euros, nunca se supo que pasó con este dinero. La Casa Real explicó de manera peregrina que Juan Carlos había dedicado la parte de la herencia que le correspondió a pagar las deudas dejadas por su padre. Una explicación insuficiente, poco aclaratoria sobre la que no hubo documento alguno que probara tal afirmación, tan poco beneficiosa para la imagen del fallecido.
La entrevista y los millones
A Selina Juan Carlos le aseguró que un rey debía pagar impuestos, pero con Corinna compartió un afán muy diferente. Todo indica que, como un equipo bien compenetrado, generaron operaciones millonarias en comisiones ajenas al fisco español. Selina se llevó una buena entrevista y Corinna pudo recibir un total de 70 millones de euros en sus años de relación con el entonces rey, repartidos entre Bahamas, Nueva York y Londres.
Sólo queda por aclarar si Juan Carlos cometió o no un delito de carácter punible al estar protegido constitucionalmente y ser inviolable como Jefe de Estado. También habrá que ver si se cumple el pronóstico que Juan Carlos aventuraba en 1992 a la perspicaz Selina si no pagaba impuestos.
—Después habría sufrido las consecuencias. La gente diría, ¿por qué él recibe tratamiento especial por ser rey?
Veintiocho años después está a punto de ser expulsado del paraíso de la Zarzuela, perder el título honorífico de rey, sentarse en el banquillo, tras destrozar su imagen popular y deteriorar, incluso, el reinado de su hijo Felipe VI. Y todo, por su doble moral con los impuestos y otras actitudes largas de contar.