José Luis Martínez-Almeida (Madrid, 1975), le quitó las llaves del Palacio de Cibeles a Manuela Carmena en el verano de 2019, contra todo pronóstico y contra todas las encuestas. En trece meses ha tenido que conducir la nave más castigada por el coronavirus y esta crisis, en lugar de empequeñecer su imagen, le ha servido para presentarse ante la sociedad como un gran gestor, audaz, que ha sido capaz de tomar decisiones rápido, anteponiendo la salud de los madrileños y sin pensar en cálculos políticos.
Este abogado del Estado, soltero y sin hijos, con un perfil mucho más técnico que político, no era la primera opción que Pablo Casado tenía en mente para la Alcaldía de Madrid. La dirección nacional del PP descartó de primeras la candidatura de Almeida porque Ciudadanos crecía en las encuestas y presentaba como cartel electoral a Begoña Villacís.
Entonces, había quien pensaba que el aspecto físico era un activo para ganar elecciones, pero la brillantez intelectual de Almeida y el sentido común que ha aplicado a su gestión lo ha convertido en un referente nacional en tiempo récord.
Todas las encuestas auguran ya un subidón en una futura cita electoral a costa, eso sí, de sus actuales socios. Conscientes del efecto positivo que arrastra "el alcalde de España", Pablo Casado ha aprovechado la crisis interna provocada por Cayetana para crear un puesto ad hoc única y exclusivamente para él. A partir de este jueves, José Luis Martínez-Almeida será el portavoz nacional de un Partido Popular que anda justo de grandes figuras con el carisma que hoy derrocha el alcalde de Madrid.
Candidatos
Se especuló con la candidatura de la exvicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que optó por dejar la política cuando perdió las primarias. Después tomó peso la candidatura de la vasca María San Gil y se llegó a escuchar hasta a Cayetana Álvarez de Toledo, la portavoz parlamentaria que Casado cesó el lunes.
Por descarte, el PP se quedó con un político desconocido para la opinión pública, tapado por la alargadísima sombra de su mentora, Esperanza Aguirre, a la que sustituyó como portavoz en el Grupo Parlamentario Popular del Ayuntamiento de Madrid cuando detuvieron a Ignacio González y se alejó definitivamente de la política. Apenas unas horas después del triunfo electoral, Madrid amaneció llena de pintadas con un mote soez, el sobrenombre que se inventaron para intentar arruinar su carrera política.
Coronavirus
El destino quiso que Madrid se convirtiera en el principal foco de infección del coronavirus en España y ahí, los días previos a decretar el estado de alarma, Almeida se apoderó del caos y emergió como un verdadero líder nacional. Fue el alcalde de Madrid el primero en decretar el cierre total de parques y jardines ante las aglomeraciones de la gente; suspendió el Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) para que los madrileños que pudieran se movieran en coche y no en transporte público.
También cerró museos, teatros, centros culturales y deportivos municipalefs, además de las terrazas, antes que nadie, y alargó dos meses más la campaña del frío para proteger a las personas sin hogar. El sábado 14, horas antes de que Sánchez decretase el estado de alarma, cerró todos los parques públicos de la ciudad. Además, optó por no confrontar con el Gobierno central. Cada vez que le preguntaban por la gestión del mando único, repetía la misma idea: ya habrá tiempo de pedir responsabilidades.
Líder nacional
Almeida utilizó las redes sociales como plataforma para entrar en las casas de los ciudadanos que le seguían con asiduidad. Cada día lanzaba un mensaje nuevo de esperanza. Uno de los más compartidos fue el que envió apelando al civismo de los jóvenes cuando se suspendieron las clases por la alerta sanitaria. El objetivo era convencerles de lo importante que era que ellos también se mantuvieran en cuarentena: "Sé que los jóvenes de Madrid van a saber estar a la altura de nuestra ciudad. Es el momento de que demuestren su coraje, su civismo, su compromiso con ella". Otro decía: "Ya estamos cerca. Que nadie suelte la cuerda. Que nadie deje de tirar. Que nadie deje de luchar. Que nadie deje de creer".
Ahora, los que le insultaban o se mofaban de él en las redes sociales lo ponen de ejemplo. Hasta rivales políticos de todos los colores han agradecido el tono que ha utilizado en las intervenciones públicas que ha tenido a lo largo de los tres meses que duró el estado de alarma. El Partido Popular le da ahora la oportunidad de consolidarse como un verdadero líder que aún tiene que demostrar si su figura trasciende más allá del Palacio de Cibeles.