Tras semanas sumida en la polémica por los pésimos datos sobre el avance de la pandemia, la Comunidad de Madrid aplicará desde este lunes una serie de restricciones en 37 zonas básicas de salud. Medidas, en palabras de la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, "extraordinarias pero muy necesarias" y que forman parte de una estrategia "serológica" basada en "detectar y diagnosticar".
Pese a lo esperadas, las nuevas normas no convencen ni a los vecinos ni a los expertos, que apuntan a la "conurbación" del área metropolitana, el corto periodo de aplicación (14 días) y las dudas sobre si se acompañan de un incremento de recursos para los afectados.
Para Javier Segura, de Asociación Madrileña de Salud Pública, "la eficacia será limitada al aplicarse a 37 zonas y no al resto de la región". Este médico lo tiene claro: "La transmisión comunitaria en toda la región es suficientemente alta como para restringir la movilidad como en una Fase 1 aliviada".
"Dudamos de que los confinamientos perimetrales puedan ser ejecutados", apunta. En su opinión, habría que actuar en tres factores: vivienda, trabajo y condiciones sociales. "Habilitar alternativas habitacionales para cumplir la cuarentena y solucionar el presentismo" de quienes no pueden teletrabajar y tienen contratos precarios con "vigilancia y sanciones" a los empleadores que los despidan son algunas de las alternativas que propone.
Este médico pide "una renta social de emergencia, transitoria, porque las ayudas no están llegando a la gente, hay un tapón" incluso para recibir el Ingreso Mínimo Vital. En su opinión, "la falta de ayudas sociales obliga a una movilidad para buscarse la vida como sea".
"Se ha sido radical con los débiles"
"Se ha sido radical con los más débiles. Las medidas no atacan la raíz del problema en la conurbación que es Madrid y su área metropolitana, que forman un continuo social, económico y laboral. Es muy difícil aislar unidades de actividad", sostiene.
A su juicio, "ha habido presiones económicas para no parar, pero no va a ser eficaz y vamos a perder dos semanas", concluye.
Para el profesor Fernando Rodríguez Artalejo, de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), las restricciones “ya se están aplicando en otros sitios de España". "Es un paquete de medidas en que cada una por separado es insuficiente para controlar la curva, pero que actuando enérgicamente pueden tener cierto efecto”.
"Es muy importante garantizar que las medidas se implanten y se sigan como están diseñadas y que los test masivos se hagan rápidamente. No es posible a priori saber la magnitud del efecto o cuánto tiempo es necesario para que éste se manifieste", continúa este catedrático de la Facultad de Medicina.
"Hay que esperar y ver. Si no es suficiente, habrá que extender esas medidas a otras zonas de Madrid e incluso intensificarlas", apostilla.
Para José María Molero, de la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria, "es difícil hacer un pronóstico". "Seguro que reducirá la transmisibilidad pero no sabemos en qué porcentaje. Dependerá del cumplimiento de la población. Aunque habrá vigilancia y control, no se confinará a la población como en la primera parte de la pandemia y el tiempo será reducido. Previsiblemente los resultados no sean tan eficaces", señala
"No basta con hacer test"
Molero opina que el cribado mediante test rápidos para detectar sintomáticos y sobre todo asintomáticos "es una buena medida" y asegura que "siempre que la población haga la cuarentena, permitirá reducir el riesgo de contagios dentro de las áreas e incluso fuera".
Pese a ello, recalca que estos test y los que se hagan a los contactos de los positivos "deben realizarse fuera de los centros de salud y por profesionales diferentes de las plantillas de estos centros". A estos centros, añade, corresponderá "el seguimiento clínico de pacientes que den positivo en el cribado, pero debe reforzarse de forma real y efectiva los centros de salud de estas zonas básicas".
Además, señala que a medida que se diagnostican más casos, "supone más trabajo para estos centros, no solo con el seguimiento sino también por la gestión de actividad burocrática como recetas o bajas laborales".
En opinión de Segura, "además del riesgo de falsos positivos y falsos negativos, no basta con hacerlos si no van acompañados de más recursos" para cubrir las necesidades.