Hace dos semanas, paseando por el puerto de Arguineguín (Gran Canaria), Hiurma pudo contar unas 700 personas cubiertas con mantas, recién llegadas a la orilla de las islas. Era mediodía, y estaban siendo atendidas por la Cruz Roja.
Todos provenían de la zona del Magreb. Sentados en el puerto, apretujados, los jóvenes que apenas horas atrás acababan de desembarcar de sus pateras en la costa, esperaban a que les hicieran las pruebas PCR para saber si estaban contagiados. Hiurma dice que esperaban en condiciones "infrahumanas": "Comían como podían, estaban tirados en el suelo. La situación es muy difícil para ellos".
Si esa era la situación hace apenas 15 días, lo cierto es que la llegada de pateras repletas de migrantes a las costas de las Islas Canarias no ha parado de crecer. En estos momentos, según ha podido saber EL ESPAÑOL, hay 1.353 personas concentradas en el muelle de la localidad del sur del archipiélago más grande de Canarias, zona cero de esta nueva oleada que ya se deja sentir desde los primeros compases del pasado verano.
El flujo de pateras hacia las Islas ha superado los 300 migrantes diarios en seis de las siete últimas jornadas (con la excepción del sábado, cuando se contaron 226). A última hora de este viernes, uno de los policías presentes en el puerto advertía a este reportero de la llegada de una nueva embarcación. Está siendo un goteo constante e imparable a lo largo de los últimos días.
Antonio Rodríguez Verona, responsable autonómico del Equipo de Respuesta Inmediata en las Emergencias de ayuda humanitaria a personas migrantes de la Cruz Roja, explica que en estos momentos los voluntarios que trabajan allí advierten de que la capacidad del muelle está totalmente desbordada.
"El problema es el material que hay. Solo tenemos montadas 12 carpas para todos, que sirven para que ellos puedan dormir, descansar, y estar allí mientras no se les deriva a los hoteles. Son insuficientes. En una pueden caber 30 personas. Si hay 1.300 pues echa cuentas. No nos llega lo que tenemos".
La ONG se afana a diario para atenderles a todos. En el puerto están entre 15 y 20 voluntarios cada jornada. Desde el 20 de agosto, que es cuando se montaron las primeras carpas para resguardar a los migrantes, han pasado entre 500 y 600 voluntarios de las islas.
688% más que en 2019
Son unas cifras que hace más de una década que no se veían en Canarias. Salvando las distancias, a los trabajadores de la zona que ayudan a rescatar los botes que atracan a diario en las islas les está empezando a recordar a la crisis de los cayucos de 2006-2008.
La media diaria de lo que va de octubre está cada vez más cerca de llegar a los 200, cuando en septiembre, a pesar de ser el segundo mes con mayor afluencia, fue de 68.
Según el dato actualizado que manejan fuentes policiales, a 15 de octubre, la llegada de inmigrantes a las islas se ha incrementado enormemente respecto a la cifra del mismo periodo del año pasado.
Se trata de un crecimiento de un 688,1%. Así, mientras que en 2019 llegaron 1.028 personas a las costas del archipiélago este año, hasta el momento, son 8.102. Un total de 306 embarcaciones, entre cayucos y pateras, frente a las 73 del año 2019.
La consecuencia más inmediata es que hace mucho tiempo que quedó rebasada toda la capacidad de acogida prevista por las instituciones, a pesar de que la decisión del Ministerio de Migraciones de contratar complejos turísticos vacíos como albergues de emergencia permitió llegar a las 3.000 plazas humanitarias.
La punta del iceberg de todo ello es el puerto de Arguineguín (Gran Canaria), donde operan los tres buques destacados por Salvamento Marítimo en Gran Canaria (las Guardamares Polimnia y Talía y la Salvamar Menkalinan). Estos días están comprobando cómo no son capaces de atenderles a todos.
Policía Nacional, Guardia Civil, Salvamento Marítimo, la Cruz Roja y todas las instituciones no han parado ni un minuto de trabajar para atender a todos aquellos que van llegando a las costas.
Pero empiezan a estar realmente desbordados de trabajo, y todos ellos piden ayuda. Lo que inicialmente se concibió como una instalación de Cruz Roja que se montaba y desmontaba con cada patera hasta hace solo unos meses, se ha convertido en un campo de tiendas de campaña que hace tiempo que se ha visto desbordado por los acontecimientos.
"El mar, como un plato"
"Llegar a Canarias, ahora mismo, es como coger una autopista. Estos días el mar está como un plato". Dice Juan Couce, delegado de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) en Canarias, que hace bastantes semanas que no hay corrientes ni temporales en las costas de las islas. Ellos, desde la Guardia Civil, utilizan una herramienta llamada SIVE (Sistema Integrado de Vigilancia Exterior) cuyos radares pueden detectar embarcaciones que se aproximan al litoral.
Con el SIVE pueden identificar el tipo de embarcación que está acercándose a la costa e incluso la tripulación que la compone. Pero a veces, cuando hay temporal, el radar no logra geolocalizar todos los barcos que navegan hacia el archipiélago. Estos días es diferente. "Mira si está bueno el mar que el SIVE ha detectado embarcaciones incluso a nueve millas de distancia. Como no hay olas el sistema funciona bien y detecta esa magnitud de embarcaciones. Y no paran de llegar".
La del estado del mar es una cuestión importante. Tradicionalmente, la llegada de cayucos y pateras por la peligrosa ruta Atlántica, plagada de traicioneras corrientes, suele estar localizada a partir de finales del verano.
Es entonces cuando las mareas suelen tranquilizarse, y en estos meses el clima ha acompañado todavía más. "Desde julio el mar ha estado muy tranquilo, muy bueno, y las condiciones son favorables. No es normal ver la costa tan tranquila", dice un Policía Nacional que estos días trabaja en la zona de Arguineguín.
Son ellos quienes tienen las competencias en inmigración. Si los patrulleros marítimos de Salvamento Marítimo o de la Guardia Civil interceptan alguna de las embarcaciones, se las llevan a los agentes de policía destinados en la zona, porque son ellos los encargados de hacer las gestiones desde ese momento. Y ahora están desbordados de trabajo.
Como en Arguineguín no tienen un destacamento, una comisaría, a los policías no les queda más remedio que desplazarse todos los días una hora hasta el sur. "No estamos parando ningún minuto", explica a EL ESPAÑOL un agente en la zona.
"Por un lado, nos encargamos de la custodia de las personas que están allí. Están los compañeros de la UIP, los de la UPR, los policías de extranjería, también la Policía Científica. Hacemos reseñas, les identificamos a cada uno de ellos. Y todo eso bajo el sol de estos días, sin parar en el puerto".
Ante la situación de los agentes el Sindicato Unificado de Policía (SUP), han enviado una carta al Subdirector General de Recursos Humanos y Formación de la Policía Nacional para pedirle que refuerce las plantillas de la zona. Exigen que se asignen recursos humanos a las Brigadas de Extranjería y Fronteras, Seguridad Ciudadana y Policía Científica "para el recibimiento de los inmigrantes, su reseña, gestión documental custodia y conducción".
¿Qué está pasando?
¿Qué está sucediendo en Canarias? ¿Por qué la reapertura de esa ruta migratoria? El aumento de la vigilancia en las vallas y en los pasos fronterizos de Marruecos con Ceuta y Melilla, el refuerzo de las fuerzas de seguridad en las costas del norte y el desmantelamiento de los campamentos de migrantes en los bosques y en las grandes ciudades marroquíes ha conducido a que las personas se busquen otros puntos de salida menos controlados, como el sur de Marruecos y el Sáhara Occidental.
Precisamente son los mismos lugares a los que se traslada, a su vez, a los migrantes tras las redadas en el norte. Tras el paso del Estrecho de Gibraltar, el sendero más sensible hacia Europa es el de Canarias, que se ha reabierto tras casi 15 años sellado.
En gran parte se debe a que el control de las fuerzas marroquíes en el norte del país ha desplazado los flujos migratorios, especialmente de subsaharianos, hacia el Atlántico. Una ruta siempre considerada más peligrosa por las fuertess corrientes de esa zona, en mar abierto, rumbo a las islas Canarias.
En los primeros siete meses de este 2020 llegaron a España 11.460 personas migrantes. De ellas, 10.077 lo hicieron a través del mar. Hasta el 2 de agosto alcanzaron las Islas Canarias 3.269 personas en 108 embarcaciones, casi seis veces más que el mismo periodo de 2019 (590 personas).
Las pateras cogen rumbo desde diferentes puntos de la costa atlántica de Marruecos y el Sáhara Occidental a las Islas Canarias. Actualmente es el trayecto más frecuentado, conocido desde 2006 como la ruta de los cayucos por la llegada ese año de 31.678 migrantes en más de medio centenar de barcas artesanales de madera.
Una vía más larga -como mínimo de 400 kilómetros- y peligrosa, que se ha cobrado 162 vidas hasta este mes de agosto y que cuenta con decenas de desaparecidos. Tardan días en alcanzar tierra, y a veces no solo naufragan o se hunden, sino que se quedan sin víveres y sin gasolina.
"Hay parte de efecto llamada", dicen desde el SUP. "El estrecho está cerrado, la presión entre Ceuta y Marruecos ha hecho que esta ruta se reactive. La ruta proviene desde Mauritania y Senegal, y las pateras desde Marruecos. Llegan tanto pateras como cayucos. Esta semana, en un solo día, llegamos a rescatar 22. Más de 350 personas en solo 24 horas".
Hiurma Castejón es Secretaria de Organización de Izquierda Unida en Canarias. "Ese día que fuimos al puerto estuvimos hablando con ellos. No quieren quedarse aquí, ellos quieren seguir, continuar hacia Europa. Quieren ir a encontrar las oportunidades que no tienen en sus países".
Pese a ser quizás la ruta más peligrosa de todas, quienes se suben a un cayuco lo hacen sabiendo las consecuencias. El afán por llegar a Europa pesa más que las feroces corrientes marinas. Pueden estar hasta siete u ocho días navegando desde Senegal, hasta la primera isla.
"Algunas de las pateras han pasado hasta 10 días seguidos navegando. Muchos de los cayucos que llegan proceden de allí. Esta mañana (viernes), sin ir más lejos, unos 194 embarrancaron en Los Cristianos, en Tenerife", dicen desde la Cruz Roja.
Tras la tardía visita del ministro de Migraciones, José Luis Escrivá, y la contundente queja del presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, el Estado ha empezado a colaborar, por tarde e insuficiente que siga siendo tal respuesta. Se espera que, en estos días, comiencen a habilitarse espacios de acogida cedidos por el Ministerio del Interior, a la espera de que el de Defensa siga haciendo lo propio con acuartelamientos abandonados.
Mientras tanto las hileras de migrantes en el puerto de Arguineguín son cada día más numerosas. Las pateras se acumulan sin remedio en los pantalanes, alineadas con otras embarcaciones. En el mar, Salvamento Marítimo no da abasto para rescatarles a todos. En el muelle, los jóvenes africanos esperan ya su PCR, su plato de comida, un techo donde guarecerse y soluciones rumbo a un futuro mejor.