"Leopoldo aún está en shock, está con sus niños en su hogar, no hace más que abrazarlos... y luego se encuentra con más de 90 medios de comunicación, sabiendo que otras decenas se quedaron fuera de la rueda de prensa... Después, cena tranquilo en casa, pero al día siguiente se reúne con el presidente de España... Y más tarde, repasa la agenda con el equipo de Lilian y el de su padre, para organizarse y empezar a hacer lo que quiere hacer".
Son sólo cinco días en Madrid, apenas 120 horas. Pero el preso político que ha simbolizado desde 2014, con su sufrimiento y privaciones, la lucha de todo un pueblo de 30 millones de venezolanos está exhausto. Y emocionado. Y feliz.
Hace menos de una semana que aterrizó en Madrid; hace menos de una semana que inició su viaje; hace menos de una semana que Leopoldo López escapó de "las garras del régimen tiránico de Nicolás Maduro" y ahora es un amo de casa en país extraño.
Pero hacía seis años que no dormía en libertad; hacía más de seis años que no abrazaba a su mujer, Lilian Tintori; hacía más de seis años que el líder de Voluntad Popular (VP), máxima figura de la oposición democrática en Venezuela, no tenía que medir sus palabras para no perjudicar a nadie.
Un largo viaje
Todo ese tiempo empezó el día que se entregó, aunque sabía que acabaría preso de la policía al servicio de un líder dictatorial.
...se sometió a un juicio sin defensa, pero no calló.
...resistió cuatro años, aislado entre humedades y ratas en lo más alto de una torre abandonada de la cárcel militar de Ramo Verde, en mitad de la selva, "aguantando requisas [registros de la celda] dos y tres veces por noche, para no dejarle dormir".
...sufrió meses de arresto domiciliario, mordiéndose la lengua cada vez que los servicios secretos paraban a su mujer y a sus hijos a la vuelta del colegio o de la compra.
...aguantó año y medio, solo en la hospitalidad de la residencia del embajador español, Jesús Silva, que ahora es relevado.
Seis largos años después, en Madrid, el pasado lunes, Leopoldo López abrazó a sus padres, respiró en libertad, jugó con sus hijos, y durmió con su mujer.
Pero se despertó, al día siguiente, sin ropa: "Viajó con lo puesto, yo tuve que ir a buscarle un traje para ir a ver a Pedro Sánchez". Con el viejo móvil, abandonado en Caracas: "Muchos no podemos ni hablar con él, claro, no tenemos su nuevo número". Trabaja sin su equipo de confianza: "Los dejó a todos en Caracas, el viaje fue una odisea"-... y a la espera de saber su estatus legal.
En público, una vez
Pero, por fin, sonriente. "O como siempre, sonriente", explican sus más allegados a este periódico. "Porque desde febrero de 2014, cuando sabía que lo acusarían de falsas traiciones y terrorismos y, aun así, se entregó a las fuerzas de Maduro, todos los pasos que ha dado han sido pensando en lo que cree que es mejor para la vuelta de la democracia a Venezuela".
Y ésta decisión -llamativa aquí en España- es sólo una más, "un peldaño más para la libertad de nuestro país".
Desde que aterrizó en Madrid, sólo se ha podido ver en público al líder político, el preso de conciencia más famoso del chavismo, una vez: en una multitudinaria rueda de prensa, el pasado martes.
Aparte de eso, un par de citas de las que sólo hay constancia por las fotos oficiales del PSOE y del Partido Popular: la primera, ese mismo martes, en la que Pedro Sánchez se fue de Moncloa a la sede del partido para recibirlo. La segunda, este viernes, cuando Pablo Casado dejó Génova para irse al despacho del PP en el Congreso para reunirse con él.
"No teníamos ni idea de esas visitas", explican dos de sus colaboradores, "estábamos preparando la rueda de prensa cuando vimos el tuit del PSOE y la foto".
Lo que sí y lo que no
En estos días, EL ESPAÑOL ha seguido la estela de López. Hora a hora, y al habla con el (estos días cerradísimo) entorno más cercano del famosísimo símbolo de la libertad frente al autodenominado "socialismo del siglo XXI". Esa autocracia hereditaria de Hugo Chávez a su "hijo" Maduro, que ha arruinado en las últimas dos décadas no sólo el país más rico de Latinoamérica -convirtiéndolo en el más pobre, sólo detrás de Haití-, sino el que más y mejores reservas de petróleo guarda bajo su suelo en el mundo.
El mensaje es el de siempre: la lucha por la libertad, el compromiso de seguir trabajando por la democracia, la promesa de no dejar una puerta por llamar in un obstáculo por derribar en el empeño. El día a día, según: abrumador, frustrante e ilusionante a partes iguales.
Abrumador "por las enormes muestras de cariño y de alegría del pueblo español, de los representantes de todas las instituciones", explica una de sus colaboradoras más cercanas. ¿Todas? "Todas, que en el Gobierno esté Podemos hasta tiene algo de bueno, ahora tienen que callar".
Frustrante "por la Covid", explica otro de sus asistentes. "Tú nos conoces, si no fuera por la pandemia, habríamos montado algo en [la Puerta del] Sol, como cuando vino Juan Guaidó y lo habríamos petado de gente... somos aquí muchos los venezolanos que quieren liberar su país, y con los españoles que nos queréis somos más".
E ilusionante "porque queda poco para ponerse a trabajar", añade otra de las personas que traban cerca de él. Muchos de ellos ya no saben si su responsabilidad es con el partido (VP), con "la resistencia", o con las diferentes "plataformas, asociaciones, fundaciones y formaciones políticas españolas que nos acogen, ayudan e impulsan".
Agradecidos con España
Después de años atendiendo sus llamadas, correos y mensajes, para dar a conocer al mundo los argumentos e iniciativas de los demócratas venezolanos, la semana de la llegada de Leopoldo a Madrid ha sido difícil lograr que alguna de sus personas más allegadas pudieran devolver la atención. "No sabes lo que está siendo estos días", se disculpan al otro lado del teléfono, "no te haces una idea de lo contentos que nos sentimos... esto es un impulso, una inyección de moral".
¿Seguro? Uno se pregunta si un exilio más, y precisamente el del mayor símbolo, no será interpretado entre los millones de miserables que se han quedado en Caracas, Maracaibo, Carabobo, El Tigre o Maturín como una traición. "Leopoldo ha sufrido mucho tomando esta decisión, pero está seguro de que desde Madrid, y viajando por toda Europa y todo el mundo, va a poder hacer más".
Entonces, es que su posición como símbolo ya no servía a la causa. "En Caracas estaba silenciado, y las cosas han cambiado...".
Nadie entre sus asistentes asiente a la pregunta de si el cambio de Rajoy a Sánchez ha reducido la beligerancia con el chavismo, pero hay un segundo más de silencio que en las demás cuestiones antes de la respuesta. "El Gobierno español no ha cambiado su postura", es la contestación oficial, "estamos muy agradecidos, el presidente Sánchez lo recibió nada más nos pusimos en contacto, y desde Moncloa la posición oficial es la de buscar una salida democrática".
Hasta ahí, las coincidencias. Pero esta salida, ¿es la misma que quiere Leopoldo y la unidad de la oposición? Porque el Ejecutivo habla de "un proceso que desemboque en unas elecciones democráticas, libres y creíbles", pero la resistencia venezolana le añade un adjetivo al sustantivo elecciones. Quieren que sean "presidenciales", porque desconocen las "fraudulentas" de mayo de 2018 y califican a Maduro de "usurpador".
¿Y ahora?
Y eso mismo, dicen, hacen España y casi toda la Unión Europea, que "reconocen a Juan Guaidó como presidente legítimo", repone uno de los máximos colaboradores del padre del opositor y ahora eurodiputado en Bruselas, elegido en las listas del PP.
Desde las elecciones europeas de mayo de 2019, don Leopoldo López Gil ha llevado la voz de la democracia venezolana a Bruselas. Ha impulsado decenas de iniciativas, ha interrogado a Josep Borrell en el Parlamento de Estrasburgo y es miembro de la subcomisión de Derechos Humanos de la Cámara.
¿Se unirá su hijo a esta lucha? "No... su labor será otra", explican las fuentes. "Leopoldo va a ejercer como de vicepresidente del país en el exterior", añade otra de sus colaboradoras. "Aún no puede salir de España, está a la espera de tener un pasaporte".
Y es que Sánchez tiene ahora una patata caliente: refugiado, asilado político, español por carta de naturaleza como su padre... "Lilian es italiana, hay muchas salidas". Porque el Gobierno español debe decidir qué estatus le otorga, y con Maduro hablando de "Madrid como centro de la conspiración" contra él, los equilibrios se complican.
Mientras espera la documentación, Lepoldo seguirá en casa, disfrutando de las tradiciones familiares. "Hubo una cosa que no dejó de hacer un solo día mientras estuvo en la Embajada", explica a este periódico un familiar. "Cada tarde en Caracas, noche en Madrid, conectaba por videollamada con Lilian y rezaban juntos con los niños antes de acostarlos". Hoy, ya todos bajo el mismo techo, también podrá arroparlos.