El Secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, mano derecha económica de Pablo Iglesias, se anticipó a la jugada. Llevaba semanas negociando los Presupuestos Generales del Estado y vio que Ciudadanos iba, gracias al PSOE, a apuntarse un tanto, el de eliminar de las Cuentas Públicas la subida del diésel.
Sabía que él, por la lealtad que le exige formar parte de un Gobierno en coalición, no podía reventarle en público ese anuncio a Inés Arrimadas. Pero sí podía hacerlo por persona interpuesta, y corrió a avisar al PNV.
Podemos alertó a los nacionalistas. Así lo ha contrastado este periódico de fuentes implicadas en la negociación. Los peneuvistas, a los que tampoco agradaba la prevista subida del gravamen a ese tipo de combustible, se apresuraron a atribuirse en público el mérito de la medida.
Al mismo tiempo, ese miércoles 28 de octubre, el portavoz adjunto de Ciudadanos, Edmundo Bal, durante una entrevista en directo en La Sexta, anunciaba: "El PSOE nos ha prometido que el diésel, finalmente, no va a subir".
También ese día, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, protagonizaba la tradicional foto de entrega del proyecto presupuestario con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet. Durante su larga rueda de prensa en la Cámara Baja, jugaba a la ambigüedad, evitando confirmar el pacto con Ciudadanos y mostrando su confianza en llegar a un acuerdo con los jeltzales sobre el diésel.
Podemos respira
Por este episodio en concreto, y en general por el desarrollo de la negociación, Podemos respira tranquilo, justo cuando el recorrido parlamentario de los Presupuestos está a punto de comenzar. Creen que Arrimadas, en contra de lo que anunció, no ha conseguido condicionar ninguna de las medidas que llevarán el sello morado.
Singularmente dos de ellas: la ley de regulación de los precios del alquiler, por la que Iglesias dio una dura batalla contra Sánchez, y el Ingreso Mínimo Vital, cuya cuantía logró aumentar el vicepresidente segundo frente a los planes más ortodoxos del ministro de Inclusión y Seguridad Social, José Luis Escrivá. Medidas "muy potentes", explican fuentes de la formación, que servirán para atraer, confían, al bloque de la investidura.
Niegan, por otra parte, que la -desde su óptica- tímida subida de impuestos a las rentas del trabajo (sólo para quienes ganen más de 300.000 euros anuales) pueda atribuirse al influjo de Ciudadanos. Más bien se debe, estiman, a las posiciones del sector del PSOE que representa la vicepresidenta tercera, Nadia Calviño.
Iglesias y los suyos creen que el tira y afloja con Ciudadanos, como ocurrió con el diésel, se repetirá hasta el sí definitivo a los Presupuestos. Asumen que al PSOE le interesa potenciar el papel del partido naranja aun cuando sea aritméticamente irrelevante siempre y cuando se sume al bloque de la investidura.
Y, sobre todo, creen que la intención de Arrimadas de alejarse de "la foto de Colón", o lo que es lo mismo, de la cercanía con Vox, hará imposible que los diez diputados liberales voten otra cosa que sí a los primeros Prespuestos de Sánchez.
En Podemos, por tanto, no inquieta la potencial influencia de Ciudadanos en las cuentas. Su complicidad con los nacionalistas -como prueba el relatado episodio del diésel- le está garantizando, por ahora, blindar sus exigencias capitales.
Tensión en Cs
En el seno de Ciudadanos, la versión es diametralmente opuesta: "Gracias a nosotros, no se ha subido el IVA a la concertada ni a la sanidad privada". Los de Arrimadas llaman a estos supuestos "líneas naranjas" y aseguran que acabarán por levantar a Esquerra Republicana de la mesa.
Sin embargo, el rumbo elegido por la jerezana está descubriendo las tensas costuras del partido. El núcleo duro -formado fundamentalmente por Carlos Cuadrado y José María Espejo- ha decidido llevar la negociación con Moncloa hasta las últimas consecuencias. Ni siquiera la abolición del español como lengua vehicular en la ley de educación les ha hecho levantarse de la mesa.
Esa circunstancia, por ejemplo, ha soliviantado a varios miembros de la Ejecutiva, que reclaman a Arrimadas una posición mucho más beligerante con el Gobierno. "¿De qué sirve que no suba el diésel si, mientras, atacan los pilares del sistema?", resumen varios de ellos en conversación con este periódico.
No todos los ahora críticos censuraron inicialmente la apertura de negociaciones con Sánchez, pero varios de ellos reiteran que el rumbo emprendido por el Gobierno es necesario para, por lo menos, tensar la cuerda hasta casi rasgarla.
Conceder la prórroga de seis meses del estado de alarma también escoció especialmente a varios dirigentes de Ciudadanos. Marta Martín, diputada, llegó a reflejar su descontento en Twitter, aunque acabó por borrar el mensaje.
En esa tesitura, llega una nueva reunión del núcleo duro de Arrimadas, que debatirá las próximas exigencias presupuestarias al Gobierno. Un día más tarde, el miércoles, se reunirá -telemáticamente- la Ejecutiva al completo. Se espera un debate tenso.