Desde su vuelta al liderazgo del PSOE en 2017, tras su abrupta salida un año antes, Pedro Sánchez había gozado de un partido pacificado. A nadie se le ocultaban las tensiones con importantes dirigentes territoriales como Susana Díaz -no en vano su rival en aquellas primarias de hace tres años- o como los presidentes de Aragón, Castilla-La Mancha y Extremadura. Pero la sangre no llegaba al río.
Ni siquiera después del acuerdo de coalición con Podemos, que no era del agrado de esos críticos y que posibilitó la investidura del pasado enero. Sin embargo, el pacto con Bildu anunciado el pasado miércoles a bombo y platillo primero por Arnaldo Otegi y luego ratificado por Pablo Iglesias, que aseguró que la antigua Batasuna estaría en la "dirección de Estado", lo cambia todo.
Una noticia que tanto el líder de Bildu como el vicepresidente segundo lanzaban en la primera jornada del debate en el Congreso sobre las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos, primer trámite parlamentario de las Cuentas Públicas que el Ejecutivo superaba holgadamente.
El presidente del Gobierno, en declaraciones este viernes en Pamplona, dentro de su gira autonómica, trataba de aplacar los ánimos internos. Junto a la presidenta socialista de Navarra, María Chivite, con quien presentaba el Plan de Recuperación, evitaba cuidadosamente la polémica, incluso citar a Bildu. "Entre avanzar y quedarnos como estamos" afirmaba casi crípticamente, "el Congreso de los Diputados decide avanzar".
"Ruedas de molino"
Unas palabras en medio del cabreo que recorre el Partido Socialista. Este mismo viernes, horas antes de la intervención de Sánchez, en una entrevista en la Cadena Ser, Emiliano García-Page aseguraba que la negociación presupuestaria no responde a razones ideológicas.
El presidente castellanomanchego afirmaba que, por el contrario, los socialistas están teniendo que "comulgar con ruedas de molino", en concreto con las que les impone Iglesias, quien a su juicio está marcando la agenda del Ejecutivo.
Page lamentaba el "tacticismo permanente" de Moncloa y advertía que, más allá de la aprobación de los que serían los primeros Presupuestos de Sánchez (siguen vigentes, prorrogados, los últimos de Rajoy y Montoro) el problema de la entente con Bildu es que se convierte en "la clave de bóveda para aguantar toda la legislatura". Igualmente, afirmaba que el problema no radica en el documento de las Cuentas Públicas, que calificaba como "socialdemócrata, reconocible para los que hemos sido del PSOE toda la vida" sino que "el peaje que hay que pagar para poder sacarlo es doloroso".
Como ya hiciera el aragonés Javier Lambán, antes incluso de las palabras de Otegi, Page no ocultaba su preferencia por Ciudadanos frente a otros socios. A su juicio, "sacar el Presupuesto de la manera que sea" lleva a que Iglesias "se pueda permitir el lujo de vetar a Ciudadanos, lo que va en contra de lo que quería el PSOE y estuvo intentando el presidente del Gobierno".
Otros dirigentes territoriales socialistas, como el líder del PSC, Miquel Iceta, o la de los socialistas vascos, Idoia Mendía, sí avalaban la actuación de Sánchez. Cada uno de los barones del partido, obviamente, habla también a los votantes socialistas de sus territorios, y no es lo mismo competir solo con Podemos por el voto de la izquierda, como en Andalucía o Castilla-La Mancha, que hacerlo en Cataluña o el País Vasco donde ese mismo caladero, al menos en parte, lo pretenden las fuerzas nacionalistas de izquierdas.
Lo cierto es que Moncloa se resigna ya a no contar con los de Inés Arrimadas. Más aún cuando este viernes se aprobaba en la Comisión de Educación del Congreso la enmienda a la Ley Celaá para excluir al castellano como lengua vehicular en la enseñanza en Cataluña, algo señalado expresamente como línea roja por la líder naranja.
La misma Arrimadas que el próximo miércoles preguntará a Sánchez, en la sesión de control, si piensa sacar adelante los Presupuestos "a través de un acuerdo sentado, moderado y bueno para las familias españolas" o, por el contrario, "con uno radical y lleno de concesiones a los separatistas".