La expectación era máxima y el morbo político estaba servido. Felipe González, Elena Valenciano y Eduardo Madina, tres pesos pesados del viejo PSOE, presentaban en Madrid la biografía de Alfredo Pérez Rubalcaba, "Un político de verdad" escrita por el periodista Antonio Caño. Entre el público, además de un representante del sector crítico como el presidente aragonés, Javier Lambán, y otros dirigentes como el líder socialista en Madrid, Ángel Gabilondo, la actual dirección enviaba como representante, sentado en primera fila, al número tres del partido, el ministro José Luis Ábalos.
A apenas unos metros de él, Felipe González bajaba el souffle, pero lanzando una advertencia velada de calado. "He tenido la tentación, además de agradecerte el libro [se dirigía a Caño] de hablaros de las últimas conversaciones que tuve con Rubalcaba, desde diciembre de 2015, pero rechacé la idea" afirmaba en el arranque del coloquio. El ex presidente del Gobierno se justificaba asegurando que eso hubiera sido "reducir el compromiso político de Rubalcaba a los últimos cuatro o cinco años" prácticamente el periodo comprendido entre su dimisión como líder del PSOE, en 2014, y su muerte en 2019.
Avanzado el coloquio, ya en el turno de preguntas que la editorial Plaza y Janés abría a la prensa, González insistía: "He renunciado a la primera tentación que tuve". Despejaba así una de las preguntas sobre qué pensaría Rubalcaba del momento político actual, marcado por los ecos de la negociación presupuestaria, con el sí de Bildu y el no de Ciudadanos, que se colaban como argumentos en la presentación.
González, eso sí, y en línea con declaraciones recientes, dejaba claro que él no es partidario de un acuerdo con los de Arnaldo Otegi. "No estoy dispuesto a pactar un proyecto de país con quien quiere destruir el país en el que yo quiero vivir" afirmaba al respecto.
Sin menciones a Sánchez
En más de una hora de presentación, apenas se mencionaba al actual presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE. Valenciano, la que fuera número dos de Rubalcaba en el partido, contestaba a si, como se relata en el libro en boca del líder del PSC, Miquel Iceta, Rubalcaba pensaba que Pedro Sánchez es un político de izquierdas "radical".
"No sé cuándo le dijo eso a Iceta, dudo muchísimo que Rubalcaba pensase eso. No pensaba eso, ni mucho menos" sentenciaba. Madina, por su parte, con tono de broma, le reprochaba a Caño que le preguntase por el Congreso de 2014 en el que salió derrotado frente a Sánchez pese a que Rubalcaba apostó por él. "Le salió bien" afirmaba entre risas.
Buena parte de la presentación versaba sobre la abdicación del Rey Juan Carlos I en 2014 y sobre el final de ETA. Todos los intervenientes destacaban el papel de Rubalcaba en ambos procesos, el primero como líder del PSOE y el segundo años antes, como ministro del Interior de José Luis Rodríguez Zapatero. "El final de ETA fue a lo que dedicó más tiempo, más energía y más salud" destacaba Valenciano. Madina, por su parte, ponía su discurso en el Congreso el día que se aprobó la adbicación del monarca como ejemplo de un discurso insuperable de un orador, decía, que "tenía una relación sana con la verdad y con el significado de las palabras".
Poco o nada se hablaba, sin embargo, del papel de Rubalcaba en los gobiernos de González. Preguntado por esa época en la que hizo de portavoz mientras saltaban a la luz graves casos de corrupción, incluida la guerra sucia de los GAL, el ex presidente evitaba contestar a si se arrepentía de algo. Interrogado sobre si Rubalcaba pagó entonces platos que no había roto, González decía que sí, y establecía una analogía castrense: "Cuando se da la cara se pagan platos que rompe uno y platos que rompen otros, como el que da un paso adelante en la mili y le toca barrer el cuartel".
Varios veteranos dirigentes socialistas respaldan la presentación, entre ellos el también ex líder del PSOE, Joaquín Almunia, o los ex ministros Javier Solana y José María Maravall.