La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, inaugura este martes el Hospital Enfermera Isabel Zendal, su gran apuesta ante la pandemia, en medio de una fuerte polémica y con el boicot expreso de la oposición autonómica de izquierdas. El PSOE madrileño comunicaba formalmente este lunes que ninguno de sus miembros acudirá al acto, torpedeando así la botadura del nuevo centro. El líder del otro gran partido de la oposición, Más Madrid, Íñigo Errejón, lo calificaba de "pelotazo urbanístico".
Los partidos de izquierda denuncian que no hay aún personal sanitario ni pacientes, por lo que Ayuso cortará la cinta de una infraestructura imponente, vanguardista a más no poder pero, de momento, vacía. Es esa falta de personal lo que convierte por momentos en surrealista el paseo por las impolutas nuevas instalaciones del centro ubicado en Valdebebas, al norte de la capital, y justo enfrente de la Ciudad del Real Madrid.
El Isabel Zendal es, insisten los responsables del gobierno madrileño, un centro "polivalente" diseñado para todo tipo de pandemias futuras y de crisis sanitarias, no únicamente la Covid. Ante la pregunta que a cualquier visitante le puede surgir sobre la poca luz natural que tienen los pabellones, la respuesta en forma de interrogación de quienes han tomado esa decisión arquitectónica nos sitúa en un futuro aún más distópico que el que nos ha traído este 2020: "¿Y si la próxima pandemia es fotofóbica?".
Igualmente, el centro sería idóneo para gestionar grandes catástrofes aéreas o ferroviarias. En escenarios menos trágicos, para centralizar pruebas masivas como mamografías, colonoscopias o campañas de vacunación, evitando así la saturación de otros centros.
En una de las plantas superiores se sitúa la imponente sala de gestión de crisis. Un espacio que por momentos recuerda a la sala de reuniones del Consejo de Seguridad de la ONU, con las banderas de España y de la Comunidad de Madrid en varias pantallas inmensas, que sirven también para algo ya tan habitual como las videoconferencias.
Cercano al aeropuerto
No es raro escuchar el ruido de aviones en las zonas externas, que delata la cercanía al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Una proximidad nada casual. En el origen de este proyecto, que Ayuso anunció el pasado mayo, está la idoneidad de que estuviera cerca del aeropuerto, así como del "arco logístico" de Madrid, integrado por localidades del este de la comunidad como Coslada, muy importantes en cuanto a la distribución de materiales.
Y para el almacenaje de los mismos, con la experiencia adquirida del hospital de campaña en IFEMA, el nuevo centro alberga un espacio con un techo a doce metros, la "altura de robotización estandarizada" explican los responsables del diseño del Hospital, que permitirá también, aseguran, ahorrar costes de almacenaje. Además, y con ayuda de un sistema de nitrógeno, el almacén serviría también, eventualmente, para guardar vacunas a la temperatura de hasta 180 grados bajo cero que requiere alguna de ellas.
Todo ello con una nítida separación entre la logística del Hospital, situada en el nivel menos uno, y los pabellones sanitarios, en el nivel cero, es decir: una planta por encima. Además, con un sencillo sistema de colores se establecen dos circuitos diferenciados para pacientes y sanitarios, buscando evitar el contagio de estos últimos, que solo confluirían con los ingresados en el momento de tratarlos. El color azul indica una zona limpia y el mostaza la zona de acceso de pacientes.
El aire, además, se renueva cada cinco minutos, mientras que en IFEMA lo hacía cada cuarto de hora. Pensando en la seguridad de médicos y enfermeros están diseñadas también las UCI, con un sistema de presión negativa y doble puerta automática que minimiza al máximo el contacto con el enfermo. Se trata de la unidad de cuidados intensivos más avanzada de toda la red hospitalaria madrileña.
El Isabel Zendal, con más de 1.000 camas y edificado en las zonas reservadas hace años para la inconclusa Ciudad de la Justicia, albergará también una morgue y una central de compras. Tambén la sede del Laboratorio Regional de Salud Pública y la coordinación del Servicio Madrileño de Salud y del SUMMA.
El tiempo dirá si presta un servicio eficaz, como apuesta Ayuso, o será una infraestructura vacía, como advierte la izquierda madrileña. Este martes echa andar un proyecto que ha contado con treinta empresas distintas, que se ha construido en 80.000 metros cuadrados y con un coste de 100 millones de euros.