Durante los últimos ocho meses, desde que en mayo de 2020 empezamos con la famosa desescalada que nos iba a llevar a la “nueva normalidad”, cada nuevo repunte en casos y hospitalizaciones ha ido acompañado por la frase “bueno, pero peor que en marzo no puede ser”. Bueno, pues esta vez sí tiene pinta de que va a ser peor que en marzo y que en abril en todos los parámetros.
Ya sabemos que nunca se han detectado tantos casos como esta semana, en la que hemos pasado de los 40.000 hasta en tres días consecutivos. Eso puede explicarse, como hace frecuentemente Fernando Simón, por el número de tests que se hacen ahora y los que se hacían en otros momentos de la pandemia. Los otros indicadores, sin embargo, son los que asustan y esos no parten de ninguna anomalía previa.
Los hospitalizados con clínica Covid llegaron este viernes a 27.462, de los cuales 3.908 ocupan una cama UCI. Seguimos a un ritmo de ingresos diarios superior a los 3.500 en todo el país. Obviamente, en su virulencia, no es comparable a esos 2.000 al día que llegaron a verse solo en Madrid a finales de marzo, pero sostenido ese ritmo en el tiempo, las cifras de prevalencia empiezan a parecerse.
Aunque no hay datos oficiales del ministerio anteriores al mes de agosto sobre ocupación total, el excelente trabajo de Miguel Ángel Reinoso, investigando los datos comunidad por comunidad nos dejan el siguiente gráfico que habla por sí mismo: a esta velocidad de ingresos, superaremos el umbral en breve. Quizá no en Madrid, insisto, pero sí en el total.
La prevalencia total ha subido esta semana un 39,7% mientras que la de camas UCI ha subido un 32,3%. De seguir este ritmo -y no se espera otra cosa mientras sigan subiendo, aunque más lentamente, los contagios- la semana que viene podríamos rozar los 40.000 hospitalizados y 5.000 críticos. El máximo en primavera estuvo en torno a los 48.000 y 5.500 respectivamente.
El hecho de que en esta tercera ola no esté habiendo confinamiento domiciliario invita a pensar que una vez llegado al pico de incidencia -probablemente la semana que viene- y de hospitalizaciones -en dos semanas, quizá, siendo optimistas-, lo más probable es que no vayamos a bajar tan rápidamente. No va a ser tan drástico todo como vemos en el gráfico superior.
Será una bajada gradual como las que hemos visto en los meses posteriores a la primera ola y según el ritmo que siga cada comunidad. En algunas ya se notan las medidas implantadas y están estancadas o en retroceso de casos, en otras empiezan ahora con unas restricciones que apenas podrían compararse con una Fase 2 o Fase 3 de la desescalada.
En cualquier caso, nos queda el parámetro más doloroso. El que más tarde llega, también, es decir, el de los fallecidos. El pico de defunciones por día lo encontraremos ya entrado febrero pero la meseta puede ser terrible. Pueden ser semanas estancados en cifras realmente altas mientras los hospitales siguen luchando por aliviar la presión.
Para hacerse una idea, aún con los contagios subiendo en el total del país, tanto la contabilidad del Ministerio como la de las comunidades ya nos dejan unas medias preocupantes. Sanidad ha notificado desde la pasada Nochevieja un total de 4.604 defunciones. Las comunidades, según los datos recopilados por el usuario de Twitter, @homosensatus, dan ya algo más de 5.000, y eso que hay retrasos pendientes.
Eso es lo que ya tenemos, pero lo que viene es aún peor. La media de los últimos 7 días en notificaciones habla de 303 muertos notificados por Sanidad y 312 por las comunidades. Ahora bien, el incremento está siendo altísimo, superando las 400 defunciones notificadas en los últimos tres días según ambas fuentes. Recordemos una vez más que los fallecidos “notificados” no son los fallecidos reales. Ni en España ni en ningún lado, pero hasta que no quede todo fechado por día -y se tardarán meses-, tendremos que orientarnos por estas aproximaciones.
Este cuadro de 300-400 muertos al día es producto del número de contagios y hospitalizados que teníamos hace unas dos-tres semanas. El problema es que ahora tenemos casi el doble y además este parámetro tiende a la acumulación. Fíjense en la previsión del propio @homosensatus según los contagios actuales: acabaríamos enero con 575 fallecidos de media y una clarísima tendencia al alza para empezar el siguiente mes.
Por supuesto, esto son proyecciones matemáticos, no profecías. Pueden cambiar según van cambiando los datos. El problema, insisto, es que los datos nos dicen que los contagios esta semana aún suben un 21,5% respecto a la semana anterior. Incluso sin consolidar, esta semana ya se han notificado solo 9.000 casos menos que la anterior.
Esto puede indicar una estabilidad a corto-medio plazo, pero aún no estamos en ella: tendremos más contagios la semana que viene que esta en curso, aunque sean pocos. Pongamos que empecemos febrero con una media de 600 muertos diarios, aunque los picos de notificación probablemente lleguen a 1.000, ¿qué cantidad final nos podemos encontrar?
Bueno, si la bajada es lenta, como parece, también lo será su efecto sobre los fallecidos. A la vez, es cierto que si vacunamos grupos de riesgo, la tasa de mortalidad bajará drásticamente, pero eso no lo veremos en febrero prácticamente y sí en marzo. Pensar en unos 9.000 muertos solo en la primera quincena no es un disparate. A partir de ahí, ya digo, depende del ritmo de bajada y del decalaje que realmente haya entre contagios y fallecidos.
En la segunda ola, fue amplio. Redondear en 15.000 sería razonable, que es la cifra que yo adelantaba para los dos primeros meses de 2021 juntos. ¿Cómo se comparan esos 15.000 muertos mensuales con otros meses? Mal. En marzo, hubo 8.189 defunciones. En noviembre, fueron más de 9.000. Abril es el único mes que quedaría aún como el peor recuerdo, con 16.354 fallecidos.
Cierto es, y todos lo sabemos, que el número de fallecidos oficiales de abril dista mucho del real por el famoso criterio del test positivo previo para considerar la defunción como causada por Covid-19. Ahora bien, desconocemos la cifra exacta, así que solo podemos andarnos con suposiciones. Puede que fueran unos 25.000, puede que menos. ¿Llegaremos en febrero a los 25.000 muertos? No parece. ¿Llegaremos a los 16.354 oficiales? Ahí sí que la cosa está muy igualada. Sin confinamiento de por medio, ya digo que es un parámetro que tarda un tiempo en bajar.
Entre noviembre y diciembre, cuando la segunda ola de octubre ya estaba controlada en cuanto a contagios, murieron 15.000 personas. Ahora tenemos incidencias mucho mayores, hospitales mucho más llenos y una tendencia al alza que no existía entonces. Hay que rebajar el número de contagios drásticamente y solo se está consiguiendo en parte. A partir de ahí, se irá viendo el resto, pero insistir en el “esto no es marzo” puede no ser sino un nuevo ejercicio de pensamiento mágico.