Cuando se insiste tanto en la prevención a la hora de afrontar los distintos rebrotes de Covid-19, no es ya por lo mucho o lo poco que se tarde en "doblar la curva" del incremento de casos. Eso es hasta cierto punto sencillo. El problema es todo lo que viene detrás. Si cuando veo repuntar los contagios no hago nada para impedirlo, me condeno a dos-tres semanas de aumento de la hospitalización y los fallecidos de manera innecesaria.
Eso es lo que está pasando ahora mismo en España y en buena parte de sus Comunidades Autónomas: aunque, efectivamente, las incidencias ya están a la baja tal y cómo habíamos previsto desde finales de la semana pasada, se sigue viendo un incremento de pacientes en estado crítico que recuerda al de los peores momentos de la primera ola… y el número de fallecidos, desgraciadamente, aún seguirá subiendo por lo menos diez días más.
Ahora mismo hay en España 4.723 camas UCI ocupadas con pacientes que presentan clínica Covid. Hace una semana eran 3.908. Aunque el ritmo de subida en los últimos días está por debajo de ese 20,85% intersemanal, es muy posible que lleguemos al menos a 5.000. Nos quedaríamos bastante cerca del pico de 5.700 que vivimos a finales de marzo y principios de abril.
Es complicado asegurarlo con exactitud porque durante esa primera fase de la pandemia, el Ministerio no daba datos de ocupación hospitalaria a nivel nacional (empezó a hacerlo en agosto). Pero el recuento comunidad a comunidad por parte del usuario de Twitter @mianrey nos invita a pensar que la cifra de este viernes es la más alta desde el 7 de abril.
Con todo, ahí lo que estamos comparando es el pico ocupacional, y el pico no es ni mucho menos lo más importante. Quizá es lo más llamativo porque es ese momento en el que uno puede llegar a tener que decidir quién accede a una cama y quién no según su pronóstico… pero peor aún es mantenerse en una cifra que ya requiera un triaje durísimo, que obligue a un estrés hospitalario insoportable y que arrincone las demás patologías y tenga a intensivistas al borde del agotamiento durante semanas.
El reto de España como país y de determinadas comunidades es ése: bajar cuanto antes de las cifras obscenas de ocupación que estamos viendo, pues derivarán en un exceso de mortalidad derivado realmente desolador.
El Ministerio publica un porcentaje de ocupación por Covid del 43,95% sobre el total de camas, pero hay pocas cifras más engañosas que ésa. En primer lugar, porque hablamos de un total insostenible en el tiempo. Es el máximo de camas que se pueden desplegar en un momento de emergencia e incluye quirófanos, salas de reanimación y otros elementos imprescindibles en cualquier hospital si se quiere dotar de una asistencia sanitaria razonable a la ciudadanía.
En segundo lugar, publicar ese porcentaje puede hacernos pensar que el 56,05% restante de camas está libre, es decir, que tenemos un enorme margen. No es ni mucho menos así. Aunque pocas comunidades autónomas publican sus números brutos de ocupación, se considera que a partir del 35% de ocupación por una sola patología, el hospital ya ha llenado todas sus camas UCI habituales.
Veamos el ejemplo de Castilla y León: el PDF de Sanidad refleja hoy una ocupación Covid del 50% en cuidados intensivos. El asunto es que, si la cifra que dan de 292 es la correcta, pensaríamos que en los hospitales de Castilla y León quedan otras 292 camas libres para un total de 584. La realidad parece más dolorosa incluso: según la Junta, el total de camas habilitadas (no las posibles, las de hecho habilitadas) es de 538. Las que había antes de la pandemia eran 331.
En otras palabras, el 88,2% de las camas originales ya están cubiertas por casos Covid y la tendencia es al alza. Para cubrir el resto de patologías hasta un total de 403 pacientes, se está teniendo que convertir casi cualquier espacio disponible en una unidad de cuidados intensivos, algo que, obviamente, imposibilita el funcionamiento medianamente normal de cualquier hospital y perjudica mucho al tratamiento que recibe el enfermo.
Ese 50% de ocupación Covid según el PDF de Sanidad es en realidad un 122% de ocupación total sobre las camas previstas y un 75% sobre las improvisadas. ¿Cuánto tiempo pueden los hospitales castellanoleoneses mantenerse a ese nivel de presión? Muy poco. Uno no puede instalarse en la emergencia. Más grave aún es la situación en Cataluña, Madrid, Castilla La Mancha, La Rioja, Comunidad Valenciana o Melilla.
En estas seis comunidades autónomas, la ocupación Covid es mayor según el Ministerio, lo que nos invita a pensar que su ocupación total probablemente esté por encima incluso de ese 122% que hemos visto en Castilla y León. A veces, pensamos que la Sanidad es un chicle que podemos estirar todo lo que nos dé la gana, pero no es así. Hay un número limitado de recursos y hay un número limitado de horas que pueden trabajar sus profesionales antes de derrumbarse agotados.
El hecho de que el número de ingresos en planta haya bajado esta semana con respecto a la anterior nos hace ser optimistas respecto a la semana que viene. Es probable que a lo largo de los próximos cinco o seis días asistamos también a ese 'pico' de pacientes críticos, pero, insisto, el 'pico' es casi lo de menos. Lo que importa es cuánto tiempo está un hospital patas arriba. No ya que esté una semana desbordado pero poco a poco recupere normalidad, sino que se instale en el desbordamiento.
Si tomamos ese 35% como referencia de colapso, los hospitales baleares, catalanes y valencianos llevan desde Reyes por encima de ese umbral. Son ya más de tres semanas de anormalidad y la anormalidad se paga. No solo con muertos Covid sino con complicaciones en otras patologías. En los próximos días, según vaya bajando el número de contagios, volveremos a oír voces pidiendo suavizar las medidas. El error sería colosal.