Carmela García-Moreno era diputada de UCD por Madrid el 23-F. Su escaño estaba en la parte de arriba, justo debajo de la cabina de TVE. Por ello, cuenta que "cuando nos tiramos al suelo, los cascotes nos dieron en la cabeza". Estaba justo al lado de Óscar Alzaga y de Luis Apostua, y había llegado con el tiempo justo al Congreso tras una comida de varios diputados con el célebre director de cine, Luis García Berlanga. "Al despedirnos empezó a bromear y nos dijo que para qué íbamos al Congreso, que nos fuéramos con él a un rodaje que estaba haciendo con Rafael Azcona". García-Moreno no había votado aún cuando entró Tejero en el Hemiciclo. Supo de la identidad del teniente coronel por Apostua, periodista además de diputado, que le reconoció como uno de los implicados en la operación Galaxia, otra de las tramas golpistas de la época desarticulada por las Fuerzas de Seguridad.
De aquella noche recuerda como "terrorífico" cuando los golpistas empezaron a amontonar y agujerear sillas para, si fallaba la luz, quemarlas. "Ahí pasé miedo de verdad" asegura. Y pensó fríamente, cuando los golpistas se llevaron del Hemiciclo al presidente Suárez y a los líderes de los partidos, "que los iban a matar, por lo menos a Suárez, a Carrillo y a Felipe". También tuvo dos conversaciones que se le han quedado grabadas, una por el extremo optimismo de su interlocutor y otra por el extremo pesimismo. La primera de Ignacio Campuñas, exministro y diputado de UCD, que le dijo: "Te imaginas, Carmela, lo que será La Castellana llena de gente pidiendo nuestra libertad". La segunda, de sentido totalmente opuesto, del ministro de Justicia, Francisco Fernández Ordoñez, que le dijo: "Carmela, de aquí al Bernabéu, pero no a tu casa". La utilización del Estadio Nacional de Chile ocho años atrás, durante el golpe de Augusto Pinochet, como campo de concentración, estaba en la memoria de todos.
Horas después, ya en el Hotel Palace, tras haber abandonado el Congreso junto al resto de parlamentarias, tuvo una conversación con un general de la Guardia Civil (García-Moreno estaba en la comisión de Cultura y Juventud y había tenido relación con varios generales por la firma de un convenio) que le hizo reconsiderar las tensas e históricas horas que había vivido. "Le pregunté que qué había pasado, y me dijo: `Que Tejero se ha vuelto loco, le ha quitado la pistola a Armada’ Yo pensé que me desmayaba" relata aún con la emoción en el cuerpo, y concluye: "Yo creo, del fondo de mi corazón, que el golpe de Tejero nos salvó de algo mucho más gordo".
De aquella época recuerda un "ambiente machista" en el que se hablaba, recuerda, "de cómo íbamos vestidas las diputadas" por parte de algunos cronistas parlamentarios, cuyo nombre prefiere olvidar. Nada que ver con la situación actual: "La mujer ha dado un salto cualitativo y cuantitativo muy importante, hay un techo de cristal pero cada vez menos. Hay ministras tontas, como ministros tontos".