Desde que comenzó la pandemia, los afectados por las restricciones siempre han hallado contradicciones en las decisiones de la Administración. Y el calendario ofrece ahora una comparación inevitable ¿Por qué sí a las manifestaciones feministas en el grueso de España y no a las procesiones de Semana Santa? ¿Por qué se van a producir grandes concentraciones por el 8-M mientras la hostelería valenciana afronta un "cierre encubierto"?
Esta es la reflexión que se plantean colectivos como los consejos y agrupaciones de cofradías o la Federación Empresarial de Hostelería de la Comunidad Valenciana (FEHV), una de las más afectadas de España por las restricciones.
Los bares y restaurantes valencianos permanecieron 40 días de cierre total, desde el 21 de enero hasta final de febrero. Y ahora pueden abrir solo las terrazas (al 75% de su capacidad) y hasta las 18.00 horas. Nada de cenas. En consecuencia, solo han levantado la persiana un 40% del total de los negocios: los que tienen terraza.
La Generalitat Valenciana rechazó su petición de abrir el interior de los bares y restaurantes al 30% de aforo, "algo que considerábamos razonable y que, para muchos, marca la diferencia entre abrir o no abrir". "Esto es un cierre encubierto", insiste su presidente, Manuel Espinar.
Mientras tanto, la Delegación del Gobierno en Valencia -a diferencia de la de Madrid-, permitirá concentraciones feministas en la capital del Turia, donde hay convocadas un total de 40.
"No me gusta entrar en ese discurso, pero para nosotros esto puede ser un problema como el del año pasado", afirma el dirigente, que lamenta que su sector es después "el más afectado por las restricciones cuando se disparan los contagios".
Espinar subraya que su colectivo "entiende el argumento de que se trata de un derecho constitucional". "Pero la situación sanitaria es la que es. Y esas concentraciones pueden llegar a converger y provocar masificaciones", critica.
El sector observa cómo se producen estos actos reivindicativos, o los que tuvieron lugar contra el encarcelamiento de Pablo Hasél, mientras las restricciones que sí afectan a su colectivo "se han llevado por delante al 30% de las 32.000 empresas censadas en la autonomía".
"El empleo ha caído de 170.000 trabajadores y trabajadoras a solo 100.000, y se trata de cifras previas a las restricciones actuales. Cuando hagamos el recuento serán muchos más, porque estamos desangrados y sin capacidad financiera", lamenta.
Procesiones en Andalucía
En el caso de Andalucía, las procesiones de Semana Santa se han ido suspendiendo con mucha antelación. El 29 de diciembre, el arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, firmó el decreto que suspendía cualquier acto público. En Málaga, por ejemplo, no fue hasta el 15 de enero.
En el Real Decreto 926/2020 de 25 de octubre, en el que se declaraba el estado de alarma vigente en la actualidad, el Ejecutivo derivaba la responsabilidad a la "autoridad competente delegada". Eso descargaba la responsabilidad sobre las Administraciones regionales y locales, así como en la Iglesia católica, en el caso de la Semana Santa.
Desde la Junta de Andalucía, el consejero de Salud, Jesús Aguirre, ha sido tajante: “Si hemos tenido que decirle no a algo tan nuestro, tan andaluz, como son las procesiones; pues no también a las manifestaciones”. Se refiere, en este sentido, a evitar las aglomeraciones de personas, en general, porque "eso significa aumentar la velocidad de la transmisión del virus".
Desde los consejos y agrupaciones de cofradías de las ciudades andaluzas entienden que su papel "no es entrar en política", por lo que no valoran que se celebren concentraciones el 8-M. Sin embargo, hay cofrades que han demostrado su contrariedad ante la posibilidad de que haya manifestaciones.
El sevillano Julio Domínguez Arjona, editor del blog la Sevilla que no vemos, se quejaba de la autorización de los encuentros de hasta 500 personas: "Podemos sacar Vía Crucis a la calle, e incluso procesiones con cofradías que sacan menos de 500 nazarenos en Semana Santa".
En este sentido, el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, tampoco vería conveniente este tipo de salidas de cofradías. Argüía que "los riesgos están asociados a la forma en la que se relacionan las personas". Para Simón, "no es lo mismo estar debajo de un paso de Semana Santa que estar en una manifestación en la que se pueden mantener las distancias".
Por otro lado, el General de División retirado del Ejército de Tierra, Antonio Budiño, se preguntaba: "¿Manifestaciones feministas 8-M, sí. Procesiones de Semana Santa, no?". Budiño presenta otras publicaciones en las que se muestra como cofrade.
De hecho, horas después de su publicación en Twitter, recordaba con un retuit el traslado del Cristo de Mena de Málaga: "45 años de servicio, 2 en reserva, 1 retirado y... me sigo emocionando".
En ese sentido, la Congregación de Mena, a la que acompaña la Legión desde hace más de ocho décadas, anunció que descartaba realizar la guardia legionaria para evitar aglomeraciones. Esa guardia se celebra en el interior del templo, pero los cofrades han decidido evitar que se produzcan aglomeraciones.
Pero también ha habido reacciones desde la Iglesia. Juan Manuel Góngora, sacerdote almeriense con más de 31.000 seguidores, también comparaba el 8-M con las procesiones.
El sacerdote, devoto de la imagen de Jesús del Prendimiento de Almería, critica que no pueda haber salidas procesionales en Semana Santa "pero sí más feminismo que nunca".
Además, Góngora participó este viernes en un canal de YouTube. El tema de conversación se centró en "las hordas feministas" que "no van a poder manifestarse este año, pero en la Iglesia están por todas partes".
Sin embargo, en general los andaluces se muestran resignados en su mayoría, ya que pocas han sido las esperanzas de poder salir en procesión en los últimos meses. En un ejercicio de responsabilidad, los obispados y arzobispados de la comunidad fueron suspendiendo las celebraciones públicas de la Semana Santa.