Pablo Casado y Teodoro García Egea sabían desde la noche del martes que el PSOE y Ciudadanos iban a registrar una moción de censura en Murcia cuando amaneciera. Un chivatazo a Fernando López Miras desde las filas de Ciudadanos encendió la luz roja en Génova, donde sacaron la calculadora y entendieron que el mejor escenario era que se consumara la traición e intentar abortar la moción de censura.
Como sucedió en Madrid, el presidente de Murcia tenía la alternativa de bloquear la moción de censura disolviendo la Cámara y convocando elecciones anticipadas antes de que se registrara la moción de censura. Esta opción se descartó de forma inmediata por la penetración que Vox tiene en Murcia: en las elecciones generales de noviembre de 2019 consiguió 143.000 votos, convirtiéndose en la fuerza más votada en la región. "Murcia no es Madrid igual que Galicia no es Cataluña", resume un dirigente conservador nacional para justificar la jugada.
El presidente de Vox también quiso pescar en el río revuelto e improvisó una rueda de prensa el jueves en Murcia. Los simpatizantes que se acercaron para escuchar a Santiago Abascal se contaron por miles. Abascal aprovechó para señalar a Ciudadanos por "caer en brazos del socialismo corrompido y el comunismo". Entre aplausos y gritos de "presidente", acusó a socialistas y liberales de "robar" las elecciones y "traicionar" el sentir de los murcianos con una moción de censura "antinacional" que, a su juicio, obedece a una maniobra "legal pero ilegítima".
A por los díscolos
La dirección nacional del PP acordó con el presidente de Murcia correr el riesgo de perder la región a través de una moción antes de perderlas con un adelanto electoral. La apuesta se situó ya aquella madrugada en pescar en el río revuelto de Ciudadanos y convencer a tres diputados de que la mejor opción para los murcianos era dejar al PP en el Gobierno.
El PSOE y Ciudadanos presentaron la moción de censura en el registro de la Asamblea murciana a las 9.53 horas del miércoles. El PP rompió ipso facto con Ciudadanos y acusó a Inés Arrimadas de perpetrar la "traición". La líder de Cs llamó a Pablo Casado para asegurarle que no habría más mociones, pero la onda expansiva alcanzó a Madrid: Isabel Díaz Ayuso convocó elecciones y destituyó a todos los consejeros de Cs, incluido el vicepresidente, Ignacio Aguado.
Dividir a Cs
La primera medida que tomó Fernando López Miras cuando registraron una moción contra él fue dividir a Ciudadanos. El presidente cesó a Ana Martínez Vidal, la candidata propuesta por Cs y socialistas, y al titular de Transparencia, José Gabriel Sánchez. Pero salvó a la que ha sido su vicepresidenta del Gobierno, Isabel Franco, y al consejero de Empleo, Miguel Motas.
El PP era consciente de que la fragilidad de Ciudadanos estaba en que querían hacer presidenta a alguien que no era del agrado de la mitad del grupo. Los conservadores pusieron a dos personas a trabajar en abrir esta vía: "Si conseguíamos convencer a tres, lo teníamos hecho".
La negociación la pilotó directamente el secretario general del Partido Popular. Teodoro García Egea, amigo personal de López Miras, sintió como una "puñalada trapera" que socialistas y naranjas eligieran precisamente Murcia para derribar un Gobierno del PP. "Es su tierra y sabe que perder la Comunidad así iba a colocarle en una posición muy delicada internamente", reflexionan fuentes del partido.
García Egea abrió el miércoles de par en par las puertas del Partido Popular para que todo aquel militante o dirigente de Ciudadanos desencantado con la decisión de Inés Arrimadas se sumara a las filas del PP. "La orden es que descapitalicemos Ciudadanos. Esto es la guerra", describe un dirigente territorial.
Una vez que volaron todos los puentes con Ciudadanos y tras dar el visto bueno a Isabel Díaz Ayuso para convocar elecciones en Madrid, García Egea se puso a trabajar en un único objetivo: abortar la moción de censura en Murcia.
La grieta abierta en el partido de Inés Arrimadas y las formas con las que se cerró la moción con los socialistas, "con nocturnidad y alevosía, en Madrid", fue suficiente para conseguir el objetivo. El PP ofreció tres puestos en el Gobierno a la que seguía siendo vicepresidenta, Isabel Franco, y a otros dos diputados: Valle Miguélez y Francisco Álvarez.
El acuerdo se cerró este viernes por la mañana. Los tres díscolos de Ciudadanos se sentarán en el Consejo de Gobierno que presidirá López Miras. "Nadie les garantizaba un puesto con Martínez Vidal de presidenta. Hay que tener poca altura de miras para pensar que alguien a quien vas a dejar sin nada vaya a apoyar una moción que han firmado obligados", reflexionan en el Partido Popular.
Los populares decidieron adelantar la noticia de que habían conseguido frustrar la moción este viernes, al filo del mediodía. "Era mejor devolver de manera inmediata la cuchillada a Ciudadanos y que se maten entre ellos", consideraron en el PP.
Foto mortal
La puesta en escena fue una fotografía mortal para Inés Arrimadas. Fernando López Miras compareció con Isabel Franco (Ciudadanos) a las dos de la tarde. Tras anunciar la composición de su nuevo Gobierno, donde incluye a los tres diputados de Cs que firmaron la moción pero que no la van a votar, la propia Franco contó que se vio obligada a firmar una "automoción de censura" que no comparte.
El presidente de Murcia quiso cerrar este "espectáculo" pidiendo a PSOE y Cs que retiren la moción, que se debatirá la semana que viene en el Parlamento. Sin embargo, los naranjas y los socialistas intentan convencer a tres diputados que dejaron Vox para que voten a favor. Si los dos diputados de Podemos apoyan la moción, solo faltaría un voto para que la moción prospere. "Hasta el día de la votación, que nadie se dé por ganador", coinciden en Murcia.
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