Las elecciones del próximo 4 de mayo en la Comunidad de Madrid rabren una vieja guerra que parecía cerrada, pero cuyo armisticio definitivo probablemente no se firme nunca. Como en 2019, el año en que Pedro Sánchez llegó decir que no "dormiría tranquilo" con Podemos en el Gobierno, el líder del PSOE y Pablo Iglesias vuelven a intercambiarse mensajes que dejan a las claras sus diferencias de fondo y estratégicas.
Este sábado, en sendos actos de sus respectivas formaciones celebrados en Madrid que suponían el pistoletazo de salida a la precampaña electoral, Sánchez afirmaba que en un gobierno "liderado por Ángel Gabilondo" no cabrían "los extremistas", mientras que el secretario general de Podemos aseguraba que no es necesario el concurso de Ciudadanos para "posibilitar" un gobierno "progresista" en Madrid.
Una clara respuesta al veto explícito realizado por el propio Gabilondo, quien aseguró preferir pactar con Más Madrid y el partido naranja, cuyo candidato es ahora Edmundo Bal, que con "este Iglesias", afirmó el candidato socialista en referencia al todavía vicepresidente segundo, cargo que abandonará la semana entrante.
"Los artefactos políticos"
Iglesias atacaba a los de Inés Arrimadas de manera velada pero inequívoca. Tanto que incluso recordaba no solo a 2019, sino también a 2016, cuando el frustrado acuerdo que firmaron entonces Sánchez y Albert Rivera, conocido como el Pacto del Abrazo, enconó las posturas entre PSOE y Podemos como nunca antes.
"Unidas Podemos ha demostrado que es posible gobernar de otra manera a como quieren los grandes poderes. Hemos demostrado que sus 'artefactos políticos', inflados mediáticamente y creados en despachos y laboratorios de marketing, no son necesarios para dar estabilidad o posibilitar ningún Gobierno progresista" afirmaba Iglesias en el Consejo Ciudadano de Podemos reunido este sábado, resucitando así la vieja teoría del partido liberal como la formación "del Ibex".
Sánchez, por su parte, alertaba del peligro de que el 4-M España sea noticia en toda Europa por la entrada de la "ultraderecha" en un importante gobierno regional de nuestro país. "Ya no es la foto de la Plaza Colón, el PP y Vox quieren formar el Gobierno de la Plaza de Colón el próximo cuatro de mayo" afirmaba gráficamente ante los suyos el jefe del Ejecutivo. Pero en ningún momento de su discurso perdía a Iglesias y a Unidas Podemos de su radar.
La "pureza izquierdista"
Así, cuando afirmaba que "habrá quien reclame una cierta pureza izquierdista absoluta, va a haber partidos políticos que la reclamen. Pero hoy, a mí, no se me antoja que haya programa más progresista ni acción más valiente que evitar que Madrid caiga en manos de la coalición de la ultraderecha".
Y sobre todo cuando expresaba su idea central de que "quien quiera formar parte de un Gobierno progresista, liderado por el PSOE y por Ángel Gabilondo, deberá renunciar al extremismo".
Para que uno y otro tengan que hacer frente a sus palabras en el futuro inmediato se tendrían que producir varias circunstancias el 4-M. Primero, que la artimética de la Asamblea de Madrid permita impedir un Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, con o sin Vox. Segundo, y partiendo de la premisa anterior, que Ciudadanos logre superar el 5% de votos en todo Madrid y por tanto representación parlamentaria.
Y tercero, que logrando el partido naranja asientos en la Cámara situada en Vallecas sumen junto a los de PSOE y Más Madrid, la formación de Íñigo Errejón, limitándose Podemos a hacer un mero papel de comparsa con el que no parece que Iglesias vaya a conformarse.