Tras tres días no laborables en toda España -cuatro en numerosas comunidades autónomas- es complicado sacar conclusiones comparativas echando un primer vistazo a los datos del Ministerio. Lo que no es tan difícil es constatar que la situación no es buena y que va empeorando a mayor velocidad de la que nos gustaría, siempre dentro de la prudencia a la que nos obligan unos datos incompletos.
Si observamos la tendencia de las incidencias no vemos nada especialmente alarmante: a 7 días, baja de los 80,11 casos por 100.000 habitantes del pasado lunes a los 77,33 de este primer día de Pascua. A 14 días, sí se observa una subida, pero no disparatada: de 149,26 a 163,37.
Ahora bien, insisto en que estas cifras no son fiables. Si tomamos como referencia los datos publicados el sábado, vemos una subida a corto plazo (de 69,64 a los citados 77,33) demasiado alta para tratarse de solo 48 horas. Buena parte de la explicación está en los problemas de notificación de Andalucía y Cataluña, que empiezan a hacerse demasiado habituales y resultan desesperantes para cualquier analista.
Quedémonos, pues, con otros parámetros que nos pueden dar una idea de por dónde están yendo los tiros. En las últimas 24 horas se han detectado 2.247 nuevos casos por los 1.564 que se notificaron hace justo una semana. Puede ser un aumento puntual, pero preocupa porque hablamos de una subida del 43,67% que no tiene por qué mantenerse durante el resto de la semana, pero nos obliga a estar muy atentos.
También sube, y bastante, la cifra de nuevos ingresos en las últimas 24 horas. Si el lunes 29 de marzo se notificaban 680 nuevas hospitalizaciones, este lunes han sido 931, un aumento del 36,91%, que tampoco hay que tomar como definitivo pero sí conviene afrontar con cautela. Con todo, la señal más clara de que la pandemia está volviendo a hacer de las suyas es la subida de la positividad, que pasa del 5,77% al 7,04% en solo una semana, es decir, un aumento del 22%.
Hablamos de cifras cerradas al 1 de abril en este caso, es decir, justo antes de iniciar los días festivos. Si nos vamos al último dato, el del viernes 2, ya rozamos el 8% nacional, pero es lógico que en un día festivo los tests se concentren en los hospitales y por lo tanto en casos relativamente graves o al menos sintomáticos.
Por comunidades autónomas, la situación es muy dispar. Aragón supera el 10% de positividad, mientras que Madrid, Andalucía y Castilla La Mancha se quedan a las puertas. En números totales de incidencia, Navarra supera los 350 casos por 100.000 habitantes en 14 días mientras que Madrid, País Vasco y las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla superan el umbral de riesgo extremo, fijado en 250.
Los últimos datos consolidados de la Generalitat colocan a Cataluña en 243, es decir, a dos o tres días de unirse al club del descontrol en la transmisión comunitaria. La subida en las Castillas, Aragón y Andalucía ya venía siendo notable en los días previos a Semana Santa, habrá que ver cómo evoluciona.
¿Qué resumen se puede hacer de la situación actual? ¿En qué momento exacto nos encontramos? Es muy difícil de decir. Madrid y Cataluña superan los 2.000 casos notificados por día y esa es muy mala señal… pero en la segunda y la tercera ola se superaron los 6.000 de manera regular.
Hasta que no pasen dos semanas no volveremos a tener una referencia más o menos fiable en la incidencia a 14 días y eso es fastidioso. Tendremos que fijarnos hasta qué punto sube la positividad, si llega a esos 15-20% que vimos en las olas anteriores o se queda en torno al 10%, más propio de un pequeño repunte que no tiene por qué ir a más.
Lo mismo cabe decir de los nuevos ingresos. Aunque el proceso de vacunación -casi 200.000 dosis más administradas desde el sábado- siga a buen ritmo y eso proteja a los grupos de edad con mayor riesgo de defunción, lo cierto es que no tiene por qué afectar del mismo modo a los hospitalizados y en particular a los críticos. Casi el 60% de los que han pasado por una unidad de cuidados intensivos en nuestro país estaba en la franja de edad de 60 a 79 años y solo ahora estamos empezando con las primeras dosis.
¿Qué quiere decir esto? Que la cuarta ola, si la hubiere, traerá muchos menos muertos pero puede colapsar igualmente la asistencia hospitalaria. El número total de hospitalizados ha pasado en una semana de 8.076 a 8.944 (+10,75%) y el de críticos ha subido de 1.861 a 1.925 (+3,43%). No son subidas espectaculares y eso puede llevar a engaño. No parece que estemos en una situación idéntica a las que vivimos en agosto, octubre y enero… pero sabemos que la más mínima relajación nos lleva a un escenario muy complejo, con muchos afectados y poco sitio en los hospitales.
En principio, aún deberíamos estar a tiempo de frenar el repunte antes de que se convierta de nuevo en una ola que nos pase por encima, pero es difícil actuar con contundencia cuando no sabes hasta qué punto tus propios datos reflejan la realidad. Y ese, exactamente, es nuestro caso.
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