El primer testimonio que se ha escuchado este martes en la Audiencia Provincial de Teruel por los crímenes de Igor el Ruso ha sido el de José Luis Iranzo Balaguer, padre del ganadero asesinado el 14 de diciembre de 2017. Es el único testigo de lo que sucedió en las inmediaciones de Andorra (Teruel) y salvó la vida gracias a que tropezó antes de que Igor el Ruso huyera, con el coche de su hijo, que yacía muerto sin saberlo a escasos metros de donde él se escondía.
Iranzo padre hace un recorrido escalofriante sobre lo que vivió el día del asesinato de su hijo y asegura que cuando le telefoneó para que fuera a buscarle cuando terminó su trabajo, a las 17.50 horas, su descendiente le dijo: "Estoy con la Guardia Civil". El fallecido ayudó a la benemérita a buscar al que sería su asesino las horas previas a su muerte, pero los miembros de aquella batida aseguraron en su declaración en el juzgado que el ganadero no habló con nadie aquellas horas.
El relato que ha desgranado este martes el padre del ganadero ante los once miembros del jurado que juzgará a Norbert Feher ha sido desgarrador, sobre todo cuando describió el pasaje en el que se percató de que alguien estaba dentro del masico, justo cuando esperaba a su hijo para volver a casa, cuando ya oscurecía. "Estaba sentado en el tractor y al darme la vuelta vi una linterna por el tejado. Miré hacia abajo: ¡La madre que me parió! Si hay un tío entrando por la apertura del perro".
A Iranzo padre le constaba que los días previos había habido robos en masías, que toda la comarca atribuía a la misma persona que el 5 de diciembre disparó a matar a dos vecinos de Albalate del Arzobispo. En ese momento se escondió detrás de unas alpacas e intentó avisar a su hijo de que alguien había dentro de la casa. "Desgraciadamente no había cobertura".
Apenas unos segundos después vio aparecer las luces de un vehículo. Era su hijo, que volvía a recogerle pero, al abrir la puerta, quien estaba dentro era Feher, no su padre. "En ese momento escuché dos tiros. Pam, pam. Está el pájaro aquí. Igual ha matado al perro".
Acto seguido, llamó a su mujer y a un sobrino para avisarles, pero no le cogieron el teléfono. Fue entonces cuando llamó al 062 y advirtió de lo que acababa de escuchar. Cuando vio que un coche abandonaba la zona, Iranzo intentó alcanzarle para recibir auxilio, pero se tropezó. "Salió el coche no muy deprisa. Era el coche de mi hijo. Salí a su encuentro, pero había una valla y me tropecé. Me caí al suelo. Le tiré una piedra: ¡Jose, Jose, estoy aquí!'". Era el vehículo de su hijo, pero el conductor era ya Feher, que este lunes reconoció que no sabía que había nadie más en la explotación ganadera.
Iranzo padre, que este martes no tuvo que ver al asesino de su hijo porque le cubría una cortina, contó que se quedó escondido en las alpacas. Al ser ya noche cerrada, pudo comprobar cómo llegaron los tres todoterrenos a auxiliarle. En el último vehículo viajaban Víctor Romero y Víctor Caballero, que recibieron la orden de registrar las luces de otro coche en un camino cercano: era Feher recogiendo sus cosas. "Al momento pam, pam, pam, pam. Dos ráfagas. Estaba acojonado". Era Igor el Ruso descargando 17 disparos sobre los dos guardias civiles, a 500 metros del lugar del primer crimen.
El auxilio
Minutos después, una patrulla que llegaba de otro municipio encontró en el suelo de la explotación ganadera el cuerpo de José Luis hijo. Al comprobar que estaba muerto, salió de allí y encontró al padre, que seguía escondido. "¡Alto! Estaba con las manos en alto. Soy el que ha llamado por teléfono", ha relatado el testigo.
Acto seguido, los guardias le dijeron que "hay un cuerpo ahí", pero nadie le confirmó que fuera su hijo, que creía que había huido con el coche al escuchar los dos disparos. Los agentes trasladaron a Iranzo padre hasta el centro de salud de Andorra, y desde allí se desplazó hasta casa sin ninguna compañía, barruntando ya la idea de que el muerto podía ser su hijo. "Yo solico a pie me fui a casa desde el centro de salud", relató ante el tribunal.
La frialdad con la que la Guardia Civil trató a la familia de Iranzo no terminó el día del asesinato. "No me han dicho ni dónde murió exactamente mi hijo para ponerle un ramo de flores. Nadie me ha explicado nada durante todo este tiempo", remachó. Han pasado tres años y cuatro meses desde los crímenes.
Antes de terminar, el testigo puso de manifiesto que su hijo dejó aquella tarde de trabajar para ayudar a la Guardia Civil a buscar al que después se convertiría en su asesino. "Él era así, voluntarioso. Me dijo que iba a poner la denuncia y posiblemente a ayudarles. Le dije: José Luis, no te comprometas mucho con la guardia civil que no es tiempo para andar tonteando". Esta fue la última conversación que mantuvieron padre e hijo la mañana del fatídico 14 de diciembre de 2017.