El pasado 8 de marzo fue el primer día en todo 2021 en el que los bares y restaurantes de Cataluña pudieron abrir ininterrumpidamente de las 7.30 a las 17.00. Hasta entonces y desde la crisis de la tercera ola en diciembre, el servicio se dividía en dos tramos de menor duración: desayunos de 7.30 a 9.30 y comidas de 13.00 a 15.30.
La medida se tomó en pleno descenso de la incidencia en toda la comunidad autónoma, y el epidemiólogo jefe, Josep María Argimon, afirmó entonces que aunque la bajada era suave, se confiaba en que esta relajación de las restricciones no supusiera un repunte.
Aquel 8 de marzo, la incidencia acumulada a 14 días según los datos oficiales de la Generalitat (que no incluyen nunca los últimos tres días al considerar que se trata de cifras no consolidadas) estaba en 216,11 casos por 100.000 habitantes. El efecto de la relajación no fue inmediato: los contagios siguieron bajando paulatinamente hasta los 197,76 del día 16… pero la incidencia a 7 días ya venía avisando de que algo se estaba cociendo, probablemente sin relación con la ampliación del horario de la hostelería aunque coincidente por desgracia en el tiempo.
Así, desde el citado 16 de marzo -prácticamente cuatro semanas exactas- la incidencia no ha dejado de subir hasta superar el umbral de riesgo extremo (250,75) a fecha del pasado jueves, siempre según cifras de la Generalitat.
¿Cómo es posible que la apertura de comercios, bares y restaurantes afecte tanto en algunos lugares y tan relativamente poco en otros? Es algo que aún desconocemos. Madrid ha optado por un camino distinto del resto de comunidades autónomas, permitiendo que la restauración permanezca abierta hasta el toque de queda de las 23h.
En Cataluña no se puede salir a cenar y en Madrid, sí, pero apenas vemos la diferencia en casos y parece obvio que la más mínima apertura afecta a una pero no acaba de disparar los contagios en la otra. Esto no quiere decir que los datos de Madrid no sean peores que en Cataluña: lo son, pero sorprende que la diferencia en las restricciones sean tanta y la diferencia en datos Covid sea tan escasa.
Si decíamos antes que Cataluña está en 250,75 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, el Ministerio ha notificado este lunes que Madrid anda ya por los 336,41. Una tiene 579 pacientes en la UCI y la otra 519, una proporción prácticamente idéntica por habitante. Desde agosto, ninguna ha bajado de los 150 casos por 100.000 habitantes en su incidencia bisemanal.
En lo que va de 2021, Cataluña ha informado de 4.183 defunciones por Covid-19, mientras Madrid ha notificado 3.417. De nuevo, cifras muy similares si calculamos la media por habitante, que se entienden difícilmente teniendo en cuenta que durante estos tres meses y medio las restricciones, como hemos visto, han sido muy distintas.
En cualquier caso, Madrid y Cataluña no son las únicas comunidades que pasan de los 250 casos por 100.000 habitantes que fija, según el ministerio de Sanidad, el umbral de riesgo extremo, aunque sí son las únicas junto a La Rioja que superan el 35% de camas UCI ocupadas y con tendencia al alza.
Navarra y País Vasco llevan tiempo también en una situación más que preocupante, aunque sus hospitales de momento aguanten la embestida. De hecho, si no contamos las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, Navarra es la región con mayor incidencia a 14 días de todo el país. País Vasco sería la tercera.
En la comunidad presidida por Íñigo Urkullu, el cierre de bares y restaurantes está fijado para las 20.00, tres horas antes que en Madrid y tres horas después que en Cataluña. Quizá por eso se mantenga en un término medio en lo que a contagios se refiere. Aparte, todos los municipios que superen los 400 casos por 100.000 habitantes solo podrán mantener su hostelería abierta de 6.30 a 9.30 y de 13.00 a 16.30.
El lehendakari ya ha pedido públicamente que el Estado de Alarma se prolongue más allá de mayo y anuncia medidas muy similares en caso de que efectivamente decaiga como anunció recientemente Pedro Sánchez. En cuanto a Navarra, la hostelería ha de cerrar a las 21.00… pero no se permite abrir el interior de los establecimientos, es decir, todo consumo habrá de hacerse en terrazas.
Eso no ha impedido que la incidencia acumulada a 14 días se coloque este lunes en 425,1 casos por 100.000 habitantes, con lo que no se descartan medidas más duras en los próximos días si la tendencia sigue siendo marcadamente al alza, como parece apuntar el repunte de la incidencia a 7 días, que obviamente sube al eliminar los festivos de la Semana Santa del cálculo. De hecho, es muy probable que a lo largo de la semana o inicios de la siguiente, Andalucía y Aragón se unan al club.
Si no se toman medidas drásticas, lo que parecía un repunte sin más puede convertirse efectivamente en una cuarta ola con todas las de la ley: sus incidencias disparadas, sus hospitales colapsados y un número de muertos menor que en otras ocasiones por la acción de las vacunas, pero innecesariamente elevado.
Otra cosa es qué medidas tomar y qué medidas evitar. En eso no parece haber consenso. ¿El virus es especialmente activo antes de las cinco, de las ocho o de las once? Cada gobierno hace su apuesta y la realidad se encarga de repartir suerte sin seguir una lógica que nos ofrezca la tranquilidad que necesitamos.