Mal viernes en términos generales para España, que ve cómo se añaden casi 12.000 nuevos casos al acumulado, la cifra más alta desde el 18 de febrero. No era el escenario esperado después de que la semana pasada viéramos una bajada en el número total de contagios y las incidencias se mantuvieran relativamente tranquilas.
Puede que, una vez pasada la Semana Santa, con todas sus señales de alarma y sus precauciones, las conductas se hayan liberado un poco más o puede, simplemente, que estemos todos ya demasiado hartos y se disparen las situaciones de riesgo.
Aunque no se vean aumentos explosivos en el conjunto del país, sí se ven en algunas regiones, y en cualquier caso, la base en la que nos hemos quedado es muy peligrosa. Tenemos una incidencia acumulada de 235,51 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días.
Eso son 111.753 nuevos casos, por irnos a una cifra más concreta, más fácil de imaginar. Más de cien mil contagios en apenas dos semanas no son muchos si se compara con los tsunamis anteriores y es aceptable como pico de un repunte… pero mantenerse en estas cifras es condenarse -con vacunas y todo- a vivir siempre con la espada de Damocles de un nuevo y más peligroso rebrote.
Centrados en la complicada situación hospitalaria de Madrid y Cataluña, quizá ha pasado un poco desapercibida a nivel mediático la crisis que se está viviendo en el País Vasco, que sí es propia de una ola y no de una “olita”, “repunte” o cualquier otro eufemismo.
Aunque el gobierno vasco lleva desde antes de la Semana Santa imponiendo medidas restrictivas a la hostelería y las reuniones privadas, así como imponiendo cierres perimetrales a los municipios con incidencia por encima de 400, no hay manera de controlar la transmisión. La preocupación es máxima, teniendo en cuenta que esta semana la incidencia ha subido un 39,52% sobre una base que ya era la cuarta más alta de España, solo por detrás de las dos ciudades autónomas y Navarra.
Desde la explosión de enero, no se vivía nada parecido en ninguna zona del país. De hecho, dejando de lado a Ceuta y Melilla por su escasa población, el País Vasco se convirtió este viernes en la primera comunidad autónoma en pasar de los 500 casos por 100.000 habitantes desde que Madrid bajara de ese umbral el 15 de febrero, es decir, hace más de dos meses.
La única buena noticia al respecto es que la positividad sigue por debajo del 10% (un 9,53%, exactamente) y que la incidencia a corto plazo parece que indica una cierta estabilidad: 263,09 casos por 100.000 habitantes, es decir, una proyección en torno a los 550 casos a 14 días para la semana que viene si no hay más sustos. Ahí debería de quedarse.
Con todo, el problema no es solo de transmisión sino de gravedad. La eficaz campaña de vacunación hace que, a falta de completar los datos de esta semana, la media de fallecidos diarios esté en torno a cinco… pero a costa de una enorme presión hospitalaria.
Según los datos del propio gobierno vasco, estos últimos siete días han sido los peores desde el pasado 1 de julio. En total, se han producido 677 nuevos ingresos en planta por los 546 de la semana anterior, es decir, un inquietante aumento del 23,99%. Si tenemos en cuenta que en estos últimos siete días se han detectado 5.842 positivos, estamos hablando de que uno de cada nueve vascos que ha contraído Covid ha acabado en un hospital. Una cifra alarmante.
No acaba ahí el problema. Aunque la incidencia por edades nos muestra que los grupos más afectados son los menores de 24 años, aún seguimos viendo unas incidencias bastante altas en las poblaciones mayores. Los que están entre 60 y 79 años superan los 400 casos por 100.000 habitantes. Los que van entre 40 y 59, se disparan por encima de los 500.
Estas dos franjas de edad son las que más pacientes aportan habitualmente a las unidades de Cuidados Intensivos y se empieza a notar peligrosamente. En solo dos semanas, los hospitales del País Vasco han pasado de tener 115 camas UCI ocupadas a tener 173, un aumento del 50,43%.
Según el ministerio, que refleja un número menor (159), la ocupación Covid sobre el total de camas UCI disponibles, incluyendo las no permanentes, es ya del 36,22% cuando hace tan solo dos semanas era del 23%. Sigue lejos del 44,34% de Madrid, pero ya se encuentra a la misma altura de Cataluña, La Rioja o Ceuta, otros lugares que sobrepasan el umbral del 35%, indicativo de colapso hospitalario.
Si siguen subiendo los casos a tal velocidad, pronto se verá una situación crítica a nivel asistencial, por mucho que las muertes, afortunadamente, se mantengan bajas.
Por provincias, la que peor lo está pasando con diferencia es Guipúzcoa, que sobrepasa los 711 casos por 100.000 habitantes, con San Sebastián en 566,91. El incremento del total de contagios ha sido esta semana de un 22%. Si se mantuviera la semana que viene sobrepasaría la barrera de los 850. Con un índice de hospitalización tan sumamente alto, la emergencia asistencial está a la vuelta de la esquina si no se está viviendo ya.
El lendakari Íñigo Urkullu manifestó recientemente la necesidad de mantener el Estado de Alarma y por supuesto se niega a flexibilizar en absoluto las medidas tomadas. Recordemos que, cuando se propuso un cierre total, los tribunales vascos lo prohibieron. En ese sentido, hay poco margen de maniobra. Y falta hace.