Un domingo, y además festivo, concluía por fin la campaña electoral en la Comunidad de Madrid. Atrás quedan quince días de duros enfrentamientos, violencia en mítines, amenazas de muerte por carta a varios candidatos y un debate muy enconado, que ha provocado hartazgo en parte de la ciudadanía. En definitiva, una de las campañas más polarizadas y tensas que se recuerdan.
Como durante toda la campaña, la alerta de "comunismo o libertad" de la presidenta Isabel Díaz Ayuso frente a la de una democracia en riesgo por la eventual entrada de Vox en la Puerta del Sol presidía los mítines de cierre.
Ayuso, respaldada por Pablo Casado, señalaba directamente que "el problema de Madrid es Sánchez, y no al revés", mientras que Ángel Gabilondo y el propio presidente del Gobierno advertían de que un Gobierno del PP con los de Santiago Abascal sería "el principio del fin de la democracia". Parecida expresión, aunque obviamente en otro sentido, utilizaba Casado para decir que el 4-M será "el principio del fin de Sánchez".
Pablo Iglesias, por su parte, obviaba incluso a Vox para calificar al PP de Ayuso de "enemigo arrogante y violento de la democracia". Abascal y Rocío Monasterio, mientras tanto, acusaban al líder de Podemos de "enviar a sus sicarios" a Vallecas "para lapidar" a Vox, después de que este fin de semana se haya conocido que dos de los detenidos por los disturbios tenían relación con el partido morado. Precisamente por eso, Casado exigía a Sánchez que cese inmediatamente al ministro del Interior por haber ocultado esa información.
Tanto Mónica García, la candidata de Más Madrid, como Edmundo Bal, de Ciudadanos, enfatizaban, cada uno a su manera, la necesidad de recuperar la "convivencia". Tirando de coloquialismo, García afirmaba que "Madrid es la hostia y nos lo están robando". El candidato del partido naranja afirmaba que la solución es "la moderación" frente a aquellos que enfrentan a los madrileños.
Más Madrid no ha parado de crecer en las encuestas y sueña incluso con el sorpasso al PSOE. Ciudadanos, en cambio, aspira a lograr el 5% que le mantenga dentro de la Asamblea de Madrid como mínimo e insufle vida a la viabilidad futura del partido liderado por Inés Arrimadas, seriamente en entredicho tras los últimos acontecimientos.
Ayuso contra Sánchez
Ayuso dedicaba buena parte de su último discurso de campaña a arremeter contra el Gobierno central. "Nos intentaron obligar a cerrar la Comunidad de Madrid, los comercios, la restauración... nos exigieron un estado de alarma falso, sin informes médicos y por supuesto sin comité de expertos y dije que en absoluto".
En ese momento, afirmaba ante un público cada vez más entusiasmado, tuvo que sufrir "una presión mediática sin precedentes" con insultos como "sepulturera" o "asesina" a la que se sumaron, afirmaba sin citar en ningún momento a Ciudadanos ni al que fue su vicepresidente, Ignacio Aguado, "nuestros socios". Lo hicieron, decía, "porque como el carrito de la compra tienen querencia a la izquierda" pero ella les dijo, proseguía el relato, que "a mí nadie me chantajea".
Sánchez, por su parte, comparaba a Isabel Díaz Ayuso con Donald Trump y animaba a los madrileños a votar para conseguir en la Comunidad un cambio parecido al que se ha producido en Estados Unidos, informa Daniel Ramírez.
Sánchez no pronunciaba el nombre de "Vox". En todo momento hablaba de la "ultraderecha machista y xenófoba". Los socialistas no han parado de repetir en campaña que el peligro es que Madrid se convierta, aseguran, "en la primera capital de Europa en manos de la ultraderecha".