Algún día tenía que pasar. La sucesión de un líder nacional suele ser algo traumático, mucho más si su salida se produce forzado por una crisis política de su formación, y aún más si, como es el caso de Pablo Iglesias, se trata de un dirigente histórico, el primer secretario general de Podemos. Un partido, el morado, que en poco más de un lustro pasó de la inexistencia a la mesa del Consejo de Ministros de la cuarta economía de la Unión Europea (UE).
A la complejidad de la situación creada tras el anuncio de Iglesias la noche electoral de su renuncia "a todos" sus cargos, se añade la emergencia de otro partido escindido del anterior, como es el caso de Más Madrid. Una fuerza política que en las elecciones del 4-M lograba el sorpasso sobre el PSOE en la Comunidad de Madrid, algo que acarició Podemos a nivel nacional sobre los socialistas, en las elecciones sucesivas de 2015 y 2016.
Así las cosas, las primeras quinielas apuntan a cinco nombres para ser quienes lideren, a corto, medio o largo plazo, la izquierda radical española o el espacio más a la izquierda del Partido Socialista. Cinco posibles nuevos Iglesias.
Tres en Podemos, la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, señalada por el propio líder podemita en reiteradas ocasiones, la última vez el mismo 4-M por la noche, como la futura candidata de Unidas Podemos a las elecciones generales, la ministra de Igualdad y número dos de Podemos, Irene Montero, por razones obvias la más próxima al líder saliente, e Ione Belarra, quien precisamente tomó el relevo de Iglesias al frente del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. Y otros dos en Más Madrid, el líder del partido y antiguo número dos de Podemos, Íñigo Errejón, o la flamente jefa de la oposición en Madrid, Mónica García.
A corto plazo, la elección se centra entre Díaz, Montero y Belarra. La titular de la cartera de Trabajo, curiosamente, no forma parte de Podemos. Esta abogaba coruñesa viene del Partido Comunista y llegó a liderar Esquerda Unida, la federación gallega de Izquierda Unida.
Con Iglesias le une una amistad de muchos años, como ella misma ponía de manifiesto en Twitter la noche del martes y ambos trabajaron codo con codo en las autonómicas gallegas de 2012 en la candidatura de Anova, que encebazó el ex líder del BNG, Xosé Manuel Beiras y que fue la gran sorpresa de aquellos comicios.
Hija de sindicalista, Díaz es una mujer valorada por los agentes sociales, incluida la CEOE, dado que su cultura política, afirman en la Patronal española, es proclive al acuerdo entre las partes. Ella misma no ha dicho una palabra definitiva sobre si aceptaría encabezar la candidatura de Unidas Podemos en las próximas elecciones generales, previstas en principio para 2023.
Incluso su entorno traslada que tiene dudas. Las perspectivas electorales no son, evidentemente, las mejores, para una formación en un pronunciado declive que precisamente empezó a notarse en las elecciones gallegas de 2020, cuando desapareció del Parlamento de su tierra.
"Rostros femeninos"
En principio Iglesias, cuando salió del Gobierno en marzo para encabezar la candidatura por Madrid, abogaba para su partido un modelo de bicefalia, al estilo del PNV, donde siempre alguien es el Lehendakari y otra persona el presidente del partido, como ocurre ahora con Íñigo Urkullu y Andoni Orduzar. Pero la salida total de Iglesias lo cambia todo.
Aunque ese modelo de bicefalia bien podría aplicarse con Irene Montero como secretaria general y Díaz de candidata.
El propio Iglesias parecía apuntar a esa posibilidad durante su discurso de salida, cuando afirmaba que los nuevos liderazgos (en plural) "tienen que cumplir una promesa nuestra como espacio político, que es la feminización de nuestra propuesta política. Estoy convencido de que los nuevos rostros de nuestro espacio político van a ser rostros femeninos".
El nombre que más peso toma en las últimas horas es el de Belarra. Según fuentes de Podemos a EL ESPAÑOL, está dispuesta a tomar las riendas del partido, también para adoptar un modelo en el que la secretaria general morada no sería aspirante a La Moncloa en unas generales. Ese puesto está reservado para Díaz.
En el traspaso de carteras, Iglesias calificó a Belarra como "una mujer valiente, comprometida y brillante" que, vaticinó, lo haría "mejor" que él. La dirigente navarra ha formado parte hasta ahora del núcleo duro junto a Iglesias y Montero y conoce bien la formación, siendo parte de las decisiones más trascendentales. Como ha podido corroborar este periódico, no teme el reto de empezar a ser la número 1.
"Madrid no está en Marte"
En el caso de Errejón, sobre quien mucho se especuló como futuro líder de Podemos durante su etapa como uno de los dirigentes más importantes del partido, vuelve a ser un actor político importante tras dar casi un paso en falso en 2019 abandonando las filas moradas.
La creación de Más Madrid y su candidatura autonómica no permitieron un cambio en la Comunidad de Madrid (mucho más lejos ahora) y, lo que fue casi peor para sus intereses, supuso que Manuela Carmena perdiera la alcaldía de Madrid. En las elecciones generales de noviembre su salto nacional tuvo un resultado decepcionante, sin ni siquiera lograr un grupo propio en el Congreso.
Ahora, y en la estela de la "ola verde europea" que no para de citar en sus intervenciones, aspira a lograr con un discurso más ecologista y centrado en problemas transversales de la ciudadanía antes que en proclamas ideológicas lo que a la postre Podemos no ha logrado. Y adelantando al PSOE en Madrid no ha empezado mal el camino.
Que de ahí, y a imagen y semenaza de Los Verdes de Alemania, que ya lideran las encuestas para las elecciones de este mismo año por encima de los conservadores de la CDU, su proyecto político pueda comerse a Podemos y aspirar incluso a más, posiblemente es pronto para decirlo. Él mismo afirmaba este miércoles, en su primera rueda de prensa tras las elecciones, que "se ha votado solo en Madrid. Ahora bien, Madrid no estás en Marte, Madrid está en España y las cosas que se votan aquí tienen un impacto" señalaba gráficamente.
Y narturalmente, cuanto más crezca Más Madrid más lo hará, previsiblemente, el liderazgo de Mónica García. Su perfil se revalorizará a buen seguro como antagonista de Isabel Díaz Ayuso en la Asamblea de Madrid, un escaparate privilegiado para potenciar un liderazgo nacional, como el que la misma presidenta madrileña podría cuajar algún día.