Dentro de un mes, Pablo Casado cumplirá tres años al frente del PP. Su victoria en julio de 2018 frente a la candidata que hubiera significado la continuidad con la era Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, abrió las puertas de una renovación generacional en el centroderecha.
Pocos españoles sabían entonces, tras la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa después de la moción de censura, quiénes eran políticos como José Luis Martínez-Almeida e Isabel Díaz Ayuso. Hoy son santo y seña del PP y, en el caso de la presidenta de Madrid, su dirigente más empoderada tras la arrolladora victoria del 4 de mayo.
Ayuso es casi una millennial (los nacidos a partir de 1981) como Casado, y como el número dos del partido, Teodoro García Egea. Personas ya en la cuarentena o a punto de llegar a ella que ahora llevan la voz cantante en la formación.
Dentro de esa renovación generacional acaban de entrar en liza otros nuevos líderes autonómicos como Carlos Mazón (1974) al frente del PP en la Comunidad Valenciana o Marga Prohens (1982) encabezando la organización en Baleares.
Territorio a territorio
Territorio a territorio, el PP está renovando sus estructuras y con esa nueva formación llegará Casado al Congreso nacional del 2022, el de su consolidación como presidente del partido un año antes de la fecha prevista para las próximas elecciones generales.
Provincia a provincia, y comunidad autónoma a comunidad autónoma, los populares tratarán de ofrecer nuevos liderazgos de cara a las elecciones municipales y autonómicas de 2023. Allí tendrán que revalidar su poder tres de sus cinco barones: Ayuso (el Estatuto madrileño contempla que se celebren elecciones cuando estaba previsto, pese al adelanto realizado este año), Fernando López Miras en Murcia y Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León.
No así, dado el distinto calendario electoral, el gallego Alberto Núñez Feijóo, que esta misma semana confirmaba que repetirá como líder tras el Congreso de los populares de Galicia, y el andaluz Juan Manuel Moreno, quien el año que viene afrontará, las elecciones al Parlamento de Andalucía.
En cuanto a las comunidades donde no se gobierna pero alguna vez se ha hecho, habrá relevo en La Rioja, donde el ex presidente autonómico José Luis Ceniceros ya ha anunciado que no continuará, el mismo camino que podría seguir el ex presidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago.
En Cantabria también parece en la cuerda floja la actual presidenta regional, María José Sáenz de Buruaga. Los dirigentes que recuerdan a la época de Rajoy quedarían así definitivamente apartados de los liderazgos regionales.
El último congreso autonómico será el de Madrid. El número dos nacional del partido, García Egea, confirmaba esta semana en una entrevista en Televisión Española que la presidenta del PP madrileño será la propia Ayuso, como ya contó EL ESPAÑOL, pese a las aspiraciones de Almeida, que habría promovido una tercera vía o decisión salomónica apostando por la actual secretaria general, Ana Camins.
Los populares madrileños, que bajo el liderazgo institucional de Ayuso y Almeida empiezan a encontrar la estabilidad dañada por los escándalos que afectaron a dos de sus últimos presidentes, Ignacio González y Cristina Cifuentes, llevan años dirigidos por una gestora que de momento sigue encabezando el ex presidente del Senado, Pío García Escudero.
Renovación por la cúspide
En realidad, la estructura del nuevo PP comenzó a construirla Casado empezando por la cúspide del partido. Fue justo el pasado verano cuando acometió una modificación sustancial del equipo con el que llevaba dos años funcionando en la sede de Génova.
Lo más sonado entonces fue la destitución, no sin un agrio enfrentamiento, de la hasta entonces portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo, que decidió seguir como diputada por Barcelona y ejerce ahora como verso suelto del PP. En su lugar entró Cuca Gamarra, alguien avalada por su experiencia previa como alcaldesa de una capital de provincia como Logroño.
Pero además Casado convertía al alcalde Almeida, muy elogiado por diversos sectores por su gestión y actitud ante la pandemia, en el nuevo portavoz de la dirección. Además de Gamarra, en el Congreso de los Diputados es visible el nuevo PP con el secretario general del grupo parlamentario, Guillermo Mariscal, que respaldó a Casado en las primarias de 2018, como también hizo el portavoz en el Senado, Javier Maroto.
Nuevas caras en la dirección nacional, también en los territorios, y nueva sede en ciernes para dejar atrás Génova. Todo ello unido a un partido que ha logrado ahuyentar casi totalmente la amenaza que suponía Ciudadanos, en sus horas más bajas, y neutralizar en buena medida, como prueban las elecciones de Madrid, a Vox.
Casado comienza incluso a liderar algunas encuestas, aunque en su equipo no se engañan sobre el reto que supone mantener ese impulso hasta 2023. Entonces llevará un lustro en la presidencia del partido, dos años menos que lo que tardaron tanto Rajoy como José María Aznar, sus dos antecesores, en llegar a la Moncloa.