Manuel Clavero, el hombre que diseñó España
El exministro de Adolfo Suárez abanderó el eslogan del "café para todos" y defendió sin fisuras la España de autonomías que vertebra nuestro país.
A Manuel Clavero le dijeron que no y Manuel Clavero, a lo suyo (con los suyos), se marchó. Fundó aquello que llamaron Unidad Andaluza, en 1980, y dijo adiós, por otros motivos, para volver a lo suyo (con los suyos). Al lugar en que comenzaron ciertas cosas, tantas primeras y últimas veces: su despacho de abogados. Claro que antes, como es natural, debió nacer y nació en Sevilla. Allí estudió y se casó y allí (efectivamente) murió, con 95 años y sin cuentas pendientes. Y algún mérito que anotar en su epitafio, eso también.
La paternidad de esta España de autonomías, por ejemplo. Fue antes de la retirada de la política y de la fundación de Unidad Andaluza. Cuando el país despertó sin franquismo y armó la Transición. Cuando el caballero Adolfo Suárez lo llamó a filas como ministro de Regiones de UCD, primero (1977-1979), y de Cultura, después (1979-1980). Y entonces, con el orgullo que corresponde a las ocasiones históricas, dijo sí.
Hasta que las diferencias sobre el referéndum autonómico en Andalucía los separaron. Él, con voz firme, arengó a las gentes: buscó su favor, enarboló la bandera del “café para todos”. Y viajó del barrio a la ciudad y de la ciudad al pueblo y del pueblo al barrio para convencerlos todos, a los suyos y a los ajenos, de reclamar lo que es propio. Pero ya sabemos: a Manuel Clavero le dijeron que no y Manuel Clavero, qué iba a hacer, se marchó. Con una determinación inaudita y con una genialidad maradoniana: “Después del parto, se siente uno mejor”.
Y se convirtió, pues, en el pionero de una especie extraña: el primer ministro que dimitió en democracia. “Porque quiero tener plena libertad de expresión sin los límites impuestos por la militancia en un partido político que propugna la abstención o el voto en blanco”, asumió, inmediatamente antes de colocar la bomba bajo la mesa. “Como mi decisión de abandonar UCD se deriva de la actitud del partido en relación con el referéndum, entiendo que debo exteriorizarla antes de su celebración”.
Quién sabe si Andalucía tendría estas condiciones de autogobierno de no ser por él, liberal y libre, que reclamó para su tierra la igualdad reservada a catalanes, gallegos y vascos. La vieja cuestión de siempre. Porque de su esfuerzo nació el artículo 151 de la Constitución, que abrió el camino a las autonomías. Y de su compromiso afloró el concepto “realidad nacional”, que algunos llamaron fórmula Clavero, incluido en el Preámbulo del Estatuto andaluz de 2007. “Por qué”, se preguntó, “los catalanes sí y nosotros no”. Algunas cosas no cambian.
Clavero fue padre de cinco hijos y rector de claustro en la Universidad Hispalense. Y autor de los libros Forjar Andalucía, Memorias de Andalucía y El ser andaluz. Y profesor, parece el colmo, de Felipe González. Y el primer hombre al que Moreno Bonilla visitó en su primera reunión oficial. No sorprende que su Gobierno diera el nombre de Manuel Clavero a la Medalla de Andalucía, que reconoce la trayectoria de aquellos que sirvieron a la defensa de los valores de la región.
Dicen que a Clavero solían verlo por la Plaza de Cuba, en Sevilla, donde siempre: en su despacho. También en los últimos años. Dicen que no abandonó su afición por los toros y por el tenis, y que se calzaba las zapatillas cada día. En verano y en invierno. En otoño y en primavera. Imaginamos que con la excepción de las jornadas de lluvia. Y dicen que cada día, cada día desde Dios sabe cuándo, se despertaba con un café, junto a su esposa, con el periódico sobre la mesa.
Clavero dejó, a diferencia de tantos, el café para todos. La expresión que fue suya, y que fue y será. “Sigo siendo un defensor del Estado de las Autonomías”, se extendió en su última entrevista en EL ESPAÑOL. “Una España con derechos distintos entre ciudadanos hubiese sido difícil de llevar a la práctica”. Un español, en fin, levantado contra la sobada idea orwelliana. Todos iguales, sí. Sin unos más iguales que otros.
Manuel Francisco Clavero Arévalo nació el 25 de abril de 1926 en Sevilla y murió el 14 de junio de 2021 en la misma ciudad. La Junta autonómica lo reconoció como «el padre de la Andalucía moderna».