El asunto ahora mismo es averiguar si Cataluña es una anomalía dentro de la evolución de la quinta ola en España o es un patrón que se repetirá en varias regiones. La respuesta a esta cuestión será decisiva a la hora de evaluar los daños y, desgraciadamente, nos cogerá en cualquier caso a pie cambiado, cuando ya sea imposible tomar medida alguna de restricción.
También nos servirá de ayuda, esperemos, para una posible ola de otoño sin la certeza de cuánto tiempo dura el efecto de las vacunas en nuestro sistema inmune. Visto lo visto, sin ese casi 50% de españoles ya vacunados, esto estaría siendo una masacre.
Los números en todo el país son malos de solemnidad: este viernes se han añadido 31.060 nuevos casos al total. Para encontrar la última vez que se superaron los 30.000 nuevos casos en un solo día hay que irse al 19 de enero, en lo peor de la tercera ola. Nunca se han superado los 35.000 y esperemos que no estrenemos umbral.
En consecuencia, las incidencias vuelven a crecer a saltos: tenemos 254.792 casos detectados en los últimos catorce días, es decir, 537,34 por cada cien mil habitantes. En la última semana, han sido 142.739, lo que nos deja en 300 cada cien mil. Lo normal es, por tanto, que la incidencia a medio plazo siga subiendo. En una semana, lo ha hecho en un 69,95%.
Con incidencias rozando o por encima de los 650 en Aragón, Navarra, Castilla y León y, por supuesto, Cataluña, la esperanza es que se cumpla el mantra de que este aluvión de casos no va a saturar la asistencia hospitalaria. La atención primaria, a una proyección de medio millón de casos por mes, ya se puede dar por perdida, volcada de nuevo en el tratamiento de una sola enfermedad y dejando las demás en segundo plano justo en época de vacaciones de muchos facultativos, tal y como sucediera el verano pasado.
De momento, los hospitales no están tan llenos ni de lejos como lo estuvieron en las olas anteriores… pero si no detenemos el número de contagios estarán mucho más llenos de lo aceptable. Si todo va a ser compararnos con la masacre de marzo de 2020 o la de febrero de 2021, entonces no hay problema. Si analizamos las cosas tal y como son en estos momentos, no hay sitio alguno para la complacencia.
En el total del país, tenemos 5.056 hospitalizados por Covid, un 61,99% más que el pasado viernes. Las camas UCI ocupadas crecen a menor ritmo pero crecen: un 39,07%. Es difícil que este crecimiento no se mantenga mientras aumente el número de nuevos ingresos, que hoy rozó los mil. En lo que va de semana, se han notificado 4.178 nuevas hospitalizaciones, un 79,39% más que la semana anterior.
No son cifras escandalosas por sí mismas pero sí lo es la tendencia. Los parámetros hospitalarios ya están subiendo más o menos a la misma velocidad que los positivos. En el caso de Cataluña, se acercan a cifras de verdadera alerta, sin que podamos saber por qué. Ahí, el virus también se está cebando con los más jóvenes mientras su ritmo de vacunación es ligeramente superior al del total del país (un 50,25% de los catalanes han recibido ya la pauta completa).
¿Por qué, entonces, el virus en Cataluña está provocando tantísimas hospitalizaciones y enfermos críticos? ¿Se trata de una nueva variante dentro de la variante? Nada nos permite afirmarlo de momento, pero es raro que una región siga un camino distinto del resto.
Ahora mismo, según el ministerio de Sanidad, la región presidida por Pere Aragonès presenta 1.793 hospitalizados, un 90,74% más que la semana pasada. Eso ya es problemático tanto por volumen como por tendencia, pero más complicado de entender es la situación de los pacientes críticos: el informe de este viernes habla de 312 camas UCI ocupadas con clínica Covid.
Se trata de un 70,49% más que la semana pasada, es decir, Cataluña no solo tiene más volumen de casos graves que las demás comunidades autónomas sino que aumentan a mayor velocidad. La ocupación Covid sobre el total se cifra ahora mismo en un 26,02%, casi tres veces la media nacional.
De seguir esta evolución semanal, Cataluña cruzaría el próximo viernes el umbral de los 500 casos críticos y el 35% de ocupación UCI que indica saturación del sistema. En otras palabras, estamos a siete días de que una de nuestras comunidades más pobladas entre en colapso hospitalario. Es decisivo saber si eso se va a trasladar a las demás comunidades -solo Baleares, Madrid y Castilla y León superan muy levemente el 10%- o si, como decía al principio, es una anomalía que se va a circunscribir a una sola región.
En verdad, sería extraño, pero el virus nos ha demostrado que todo es posible. Lo primero que Cataluña debe hacer es bajar la transmisión como sea, cosa que no sabemos si está logrando o no porque ha cambiado el protocolo de administración de tests a contactos estrechos. La positividad sube y eso es mala noticia.
Nos queda, de momento, el consuelo de los muertos. La media diaria en la última semana consolidada del Ministerio -del 2 al 8 de julio- es de siete por día. El problema es que la semana sin consolidar, la más reciente, ya supera esas cifras y se va a ocho.
Lo normal, si seguimos el ejemplo de Reino Unido que analizamos el pasado jueves, es que estas cifras se tripliquen o cuadripliquen en relativamente poco tiempo, lo que nos pondría en unos 30 muertos al día a lo largo del mes, y me temo que es un cálculo optimista. Si seguimos aumentando el número de pacientes críticos y por rápido que vacunemos, parece algo inevitable.
Aquí podemos volver de nuevo al ejemplo de Cataluña. Según la consejería de Salud, del 22 al 28 de junio murieron nueve personas. Del 29 de junio al 5 de julio fueron trece… y del 6 al 13 de julio, última actualización consolidada, han sido diecinueve. Obviamente, son cifras en sí muy bajas, pero es lógico que seamos precavidos en cuanto a la evolución.
El número de muertos se ha doblado en dos semanas y con esas subidas en los demás parámetros, es posible que siga aumentando. La semana que viene será clave para ver hasta dónde se nos ha ido esto de las manos y qué consecuencias tendrá. Ya solo hablar de una proyección de medio millón de personas afectadas por una enfermedad en buena parte desconocida y con consecuencias a largo plazo asusta, la verdad.