El viaje del ministro de Exteriores a Argelia deja una noticia buena y una mala. La primera: José Manuel Albares, tras su regreso, ha asegurado que España contará con suministro suficiente de gas procedente del país africano.
"He recibido la garantía, así como su compromiso, de satisfacer la demanda", ha explicado, sin mucho más detalle, su departamento en un comunicado difundido este jueves por la noche.
La mala noticia: el acercamiento Madrid-Argel ha recrudecido la rivalidad histórica entre Marruecos y su país vecino. Y las crecientes tensiones entre ambos amenazan con salpicar —o, mejor dicho, volver a salpicar— a España.
Según la Corporación de Reservas Estratégicas (Cores), actualmente, cerca del 45% del gas natural que nuestro país importa procede de Argelia, que en las últimas semanas amenazaba con interrumpir el flujo de uno de los dos gaseoductos —el denominado Magreb-Europa— que lo suministran a la Península Ibérica. Este conducto atraviesa territorio marroquí, país que se queda con en torno al 7% del combustible en concepto de peaje.
Y con la supresión de este suministro, también quedaba en el aire la renovación del contrato firmado con Naturgy y otras energéticas europeas que vencerá el 31 de octubre. Precisamente, representantes de esta compañía y delegados de Enagás han acompañado al titular de Exteriores en su visita oficial a Argel.
Como solución alternativa, en los últimos meses, el Gobierno argelino había ofrecido compensar el volumen que España dejaría de recibir, enviándolo mediante barcos cargados con gas natural licuado. Sin embargo, recientemente, parte de este suministro ha sido desviado a países de Asia —principalmente, China—, nuevos y feroces competidores en la lucha por los hidrocarburos argelinos.
En lo que va de año, en los puertos españoles han atracado 19 buques menos que en el mismo periodo de 2020.
A pesar de todo ello, Albares, en declaraciones en francés durante su viaje oficial, tras entrevistarse con su homólogo, Ramtane Lamamra, y con el presidente argelino, Abdelamadjid Tebboune, ha descartado una hipotética crisis energética en Europa durante el invierno, lo que encarecería aún más los precios.
Argelia vs. Marruecos
Pero, como si se tratara de un juego de vasos comunicantes, el acercamiento de España a Argelia parece suponer inevitablemente el alejamiento con Marruecos.
Desde la Guerra Fría —ambos países se enfrentaron entre 1963 y 1964, los marroquíes como afines a EEUU y los argelinos, en la órbita soviética—, el reino alauita y la república norafricana, independiente de Francia desde el año 1962, mantienen un tira y afloja geoestratégico cuyos vaivenes retumban en el sur de Europa.
Entre los recientes, el principal motivo —que no el único— de que el conflicto siga enquistado es la posición dura de Marruecos sobre el Sáhara Occidental: el rey Mohamed VI se niega a aceptar cualquier diálogo que no reconozca de pleno la soberanía marroquí sobre dicha zona.
'Caso Ghali'
España no es ajena a este conflicto. No solo por asuntos comerciales como este o por su situación geográfica, factores también relevantes. El último motivo de fricción fue la acogida de Brahim Ghali, líder del Frente Polisario —el brazo político y armado del movimiento saharaui, radicalmente opuesto a la Corona marroquí—, el pasado 18 de abril, proveniente de Argelia.
Lo que el Gobierno de Pedro Sánchez reivindicó como "una respuesta humanitaria a un problema humanitario" se tradujo en la mayor avalancha de inmigrantes sobre Ceuta, después de que unas 10.000 personas cruzaran, apenas 24 horas después de la llegada del dirigente polisario, unas fronteras escasamente vigiladas por parte de Marruecos.
De esta forma, la monarquía alauita lanzaba un contundente y claro mensaje a España. Falta por comprobar si el refuerzo de los lazos mercantiles entre Madrid y Argel provoca una respuesta de Rabat. Un proceder —el enrocamiento en las relaciones bilaterales por parte de Marruecos— que sería el habitual en este histórico conflicto diplomático y comercial.