El coronel, jefe de la Farmacia Depósito, le sugirió a la teniente enfermero que bajase con él al sótano. La víctima tenía el día libre y había pasado por el hospital para adquirir unos productos.
Nada más salir de su despacho, el coronel, Ángel Caro, responsable de la farmacia de la Inspección General de Sanidad de la Defensa -más conocido como Hospital Gómez Ulla-, le espetó a la soldado: "¡Qué bien estás!".
Eran las 11 de la mañana del 24 de julio de 2019. Ya en el sótano, "repentina e inesperadamente", el mando asió a su subordinada y la acercó hacia él. Le puso la mano en las nalgas, la besó en los labios, forzándola, hasta meterle la lengua en la boca. Ella, que no había consentido, se apartó y forcejeó hasta que pudo soltarse de su abrazo.
El coronel dijo que la amaba y que quería estar con ella. La teniente reiteró su negativa, se dio la vuelta e intentó marcharse. El hombre no se lo permitió. La hizo darse la vuelta y colocó su mano sobre "el lateral de uno de los pechos de ella, la atrajo hacia sí y volvió a besarla en la boca. La teniente quedó en shock".
Unos 45 minutos más tarde, tras escapar del lugar, la víctima recibió en su teléfono un mensaje de WhatsApp del coronel Caro.
-"Han sido unos besos maravillosos. Quiero miles…".
Esa tarde, la teniente le respondió:
-"Sus besos y manoseos forzados me dan asco. Lo peor es que ha utilizado su graduación sabiendo que siempre voy a ser la perjudicada".
-"Mil perdones. No volverá a suceder. Eres tan guapa, pero si no está bien, lo siento mucho. Repito, perdón", contestó él.
La teniente no le volvió a responder.
Estos son los hechos sobre los que ahora se pronuncia la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo para confirmar la condena a 2 años y 9 meses de cárcel dictada contra el coronel Ángel Caro.
En la sentencia, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, los cinco magistrados que la firman consideran probado un delito de abuso de autoridad -en su modalidad de realizar sobre un subordinado actos de abuso sexual-, en concurso con otro delito consumado de abuso sexual sin acceso carnal.
La Sala Quinta ha desestimado el recurso de casación que el propio coronel interpuso contra la sentencia del Tribunal Militar Central. Además de la pena de prisión le impuso las accesorias de inhabilitación de suspensión militar de empleo, y de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo, ambas por el tiempo de duración de la estancia en la cárcel, además del pago de una indemnización de 5.000 euros por el daño moral causado a la mujer.
"Estás para comerte"
Aunque se tuteaban y se llamaban por sus nombres de pila, explica la sentencia, el trato entre el coronel y su víctima se limitaba a las ocasiones en que la teniente pasaba a realizar compras por la farmacia. De acuerdo con el relato de hechos probados, "ambos entablaron una relación de amistad y compañerismo" que "no tenía otras connotaciones ni había dado origen a equívocos".
La teniente, enfermera del Servicio de Urgencias del Gómez Ulla, entraba en la farmacia como el resto del personal, por la puerta trasera, y saludaba a todo el mundo con dos besos en la mejilla: al coronel, a la capitán farmacéutico y al resto de empleadas que trabajaban allí.
En una de esas ocasiones, el coronel movió la cara para que el segundo beso se lo diera cerca de la boca. La víctima se percató de sus intenciones. Lo consideró inapropiado. Sin embargo, dice la sentencia, no pensó que ese hecho tuviera mayor trascendencia. Hasta que jornadas después descubrió, por desgracia, cuáles eran sus intenciones.
Días antes de lo ocurrido en el sótano, en una de las visitas a la farmacia, Caro se dirigió a ella del siguiente modo: "¡Qué buena estás! ¡Estás para comerte!".
El episodio del sótano
Cuando el coronel estaba abusando sexualmente de ella en el sótano del hospital, tanto el agresor como la víctima escucharon que alguien bajaba por la escalera. Se trataba de una capitán, trabajadora en el mismo recinto. Buscaba a la teniente. Entonces el coronel se separó, simulando normalidad al verla, e inició "una corta conversación intrascendente".
La capitán notó que su compañera tenía la cara blanca. Y que estaba nerviosa. La teniente enfermero le dijo que tenía algo que contarle, pero que no era el momento. La capitán le dijo que la acompañaría fuera para que pudieran hablar.
La joven pensó que terminaba ahí el episodio, pero el coronel ordenó a la víctima que le acompañase a su despacho porque iba a darle un perfume. La teniente pensó que ahí llegarían las disculpas de su superior. Nada más entrar al despacho le preguntó: "¿Qué quiere?".
Lejos de pedirle perdón, el coronel, pese a que estaba abierta la puerta, volvió a abalanzarse sobre ella. La besó una vez más en la boca. Le tocó los genitales por encima de la ropa. La teniente se apartó. Insistió en que la dejase en paz. El coronel le dijo que tenían que quedar para tomar algo, "y después ya se vería, porque él quería algo más con ella".
El Supremo da total credibilidad a la víctima, acogiendo el "impecable hilo argumental y detallada exposición" de la sentencia recurrida, que también respaldaba por completo la versión de la víctima, sostenida a su vez por testimonios, pruebas periciales y los citados mensajes.
La Sala Quinta refleja que "se ha producido un acto de abuso sexual del superior sobre una oficial inferior en empleo" y que por ello se han vulnerado dos bienes jurídicos: "la disciplina y la libertad o indemnidad sexual de la víctima". "Y no está de más recordar", añaden los magistrados, "que el delito de abuso de autoridad abarca cualquier agresión o violencia física de un superior a un inferior susceptible de causar una perturbación anímica o corporal, con o sin menoscabo de la integridad o salud física o moral de la víctima, bastando para que el hecho sea antijurídico la concurrencia del dolo genérico de acometer a un inferior".
La teniente logró escapar de aquel despacho y se lo contó todo a la capitán con la que había hablado unos minutos antes. Días después denunció a su agresor. Al día siguiente de los hechos, el 25 de julio, el coronel la llamó varias veces y le escribió tres nuevos mensajes:
-"Si trabajas hoy me gustaría verte y disculparme".
-"De la ilusión pasé al impulso y fue un error".
-"Hola, espero que se te pase pronto el enfado, siembre serás una buena amiga, créelo. Por favor, contesta".
Y así siguió en los días posteriores. La víctima nunca le volvió a responder.