Rajoy dice no saber nada de Kitchen ni de la 'caja B' pese al bombardeo de papeles de Rufián y Bal
El de ERC le acercó un puñado de folios de una sentencia y el de Cs le recuerda las alusiones de la Justicia a la contabilidad extracontable.
14 diciembre, 2021 06:04Noticias relacionadas
Con ecos a canción de Sabina, Mariano Rajoy lo negó todo. Aquellos polvos y estos lodos. Como un San Pedro de corbata azul marino, renegando por tres veces de la caja B del PP.
Unas cuantas más, de tener conocimiento de la Operación Kitchen. Lo mismo, con Villarejo. "No le conozco; no he hablado con él nunca". Faltó, en lo alto de un tejado de la carrera de San Jerónimo, un gallo que, como el del Evangelio de Mateo, cantase tras la cascada de noes.
El expresidente del Gobierno fue el broche que puso fin a la comisión de investigación del Congreso de los Diputados que indaga en la supuesta operación parapolicial que, con Rajoy como inquilino de Moncloa, habría espiado al extesorero del PP, Luis Bárcenas, para tratar de sustraerle información sensible que amenazaba con ensombrecer el horizonte del partido en el caso Gürtel.
"Sería hoy incapaz de decir cuándo conocí yo que esta persona existía", ha dicho Rajoy sobre Villarejo. Esa persona, cuando acudió a la comisión de la Cámara Baja, manifestó que enviaba mensajes de texto al entonces presidente del Gobierno para mantenerle al tanto de las labores de espionaje.
Unas labores que acabaron adquiriendo el nombre de Kitchen, después de que Villarejo consiguiese sumar a Sergio Ríos, el chófer de Bárcenas, a la presunta trama. Y como compartía nombre con el chef Sergi Arola, el comisario decidió bautizar así la operación.
Rajoy nunca conoció los seguimientos a su extesorero, ha manifestado. Por tanto, dice, tampoco los ordenó ni organizó. Y niega los SMS con Villarejo: "Ni le conozco, ni me reuní con él nunca, no me consta que me haya enviado ningún mensaje y jamás en mi vida le he enviado uno".
"Dijo de mí lo siguiente: que me conocía, que no me conocía, que me saludó una vez, que me vio varias veces, que nunca me habló de este asunto, que pensaba que estaba informado de todo, pero que no lo podía asegurar, que me informaba a través de terceros...". Rajoy enumeró —los llevaba apuntados, dentro de una carpeta— los cambios de versiones del expolicía sobre él, que comparó con los distintos testimonios de Bárcenas. A ambos les niega total credibilidad. Y ha instado al Congreso a imitarle. Y a "respetar" la presunción de inocencia, que solo rompe "una sentencia firme".
Tampoco supo, dice, de las reuniones de la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, con Villarejo en la sede nacional del PP, en la madrileña calle Génova. Una sede cuya reforma, según la última sentencia del caso Bárcenas, el extesorero pagó parcialmente con fondos de la caja B del PP.
Pero Rajoy desvincula al partido de esta contabilidad extraoficial y ha asegurado este lunes que ningún tribunal ha acreditado su existencia.
Sin embargo, sí ha habido un goteo de resoluciones judiciales que han confirmado, a retales, la caja B del PP. La Audiencia Nacional estableció como hecho probado, el pasado octubre, que la sede de Génova se pagó "con los fondos B que Bárcenas gestionaba".
En la sentencia, los jueces reconocen la enorme "dificultad" para "no traspasar los límites del objeto de esta pieza separada, pues la procedencia y finalidad de las donaciones aportadas al Partido Popular se sigue investigando en el Juzgado Central de Instrucción número 5", donde el juez Santiago Pedraz indaga en las supuestas comisiones finalistas.
Un año antes, en octubre de 2020, el Tribunal Supremo (TS) confirmó, en su mayor parte, otra sentencia de la Audiencia Nacional que también aludía a una contabilidad extraoficial de la formación conservadora.
Aunque la Sala de lo Penal del TS consideró innecesarias algunas afirmaciones al respecto, sí avaló, de manera firme, que los magistrados contaron "con una prueba de cargo válida y suficiente para concluir la existencia de una caja B, o contabilidad extracontable del PP", sobre la que Bárcenas tenía pleno control.
"La página 1.077 de la sentencia", le recordaba Edmundo Bal, diputado de Ciudadanos presente en la comisión de investigación, a Rajoy, tras negar este que algún tribunal hubiera acreditado la contabilidad oculta de la formación.
"Mire, no estoy de acuerdo con usted", reponía el expresidente. "El juicio de la caja B terminó con una condena a Bárcenas por pagar a una empresa con dinero negro", apostillaba. "El Supremo dice que existe", le contradecía Bal. "La página 1.077...".
Le afeó también el portavoz de Ciudadanos que, para el juez, indiciariamente, "parece que la operación Kitchen es verdad" mientras Rajoy niega saber de ella. "¿Usted cree que nos vamos a creer que esto no lo conocería el ministro del Interior o el presidente del Gobierno?", se cuestionaba.
Gabriel Rufián (ERC) —en una extraña pinza con Bal, de esas que brotan en política siempre que hay un adversario común— le insistía. "¿Sigue sosteniendo que no existe ninguna resolución que declare una financiación ilegal del Partido Popular? Sí o no; es poco matizable...", preguntaba el de Esquerra. "No estamos en El Hormiguero, señor Rajoy", le repetía.
"Como veo que no la tiene, se la doy... Son mil y pico folios", indicaba Rufián, desobedeciendo las órdenes de la presidenta, la socialista Isaura Leal, que le instaba a permanecer en su asiento, y acercando un puñado de páginas al estrado.
"Yo le voy a dar este libro, a la salida...", reponía Rajoy, señalando un ejemplar de su recién publicado Política para adultos.