Félix Bolaños reivindica el "sueño ilustrado" del Trienio Liberal: "Sentó las bases de la España actual"

Se recuerda el siglo XIX español principalmente por acontecimientos luctuosos: la invasión napoleónica, las guerras carlistas (civiles), los pronunciamientos o la pérdida de las últimas posesiones en Ultramar. Pero en la memoria colectiva tiene menos arraigo un periodo decisivo para la caída del Antiguo Régimen: el Trienio Liberal. Fue un momento en el que se impulsó la actividad parlamentaria, la división de poderes, la libertad de imprenta, la participación ciudadana o se asentó germen de los partidos políticos.

El Congreso Internacional El Trienio Liberal doscientos años después, organizado por el Gobierno en colaboración con el Senado desde este martes hasta el próximo jueves y reúne a más de medio centenar de universidades de España, Portugal e Hispanoamérica, busca recordar y conmemorar "una época que ha sido historiográficamente ninguneada y socialmente desconocida", en palabras de Ignacio Fernández Sarasola, codirector de las jornadas junto a Manuel Chust. 

En el acto de inauguración ha participado Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, quien ha destacado que el Trienio Liberal se inspiró en "un sueño ilustrado" cuyos ideales son "las bases de la España actual" y "desembocaron en la Constitución de 1978 ". "Hubo una ambición por ser una democracia avanzada, homologable a cualquier otra", ha asegurado.

"Valores como la soberanía nacional, la monarquía constitucional y la separación de poderes, que inspiraron aquel Trienio Liberal, sentaron las bases de la primera modernización política de España", ha subrayado Bolaños. El ministro ha remarcado la importancia "decisiva" que tuvo este período que se inicia en 1820 con el pronunciamiento de Rafael del Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla) y el posterior juramento por parte del rey Fernando VII de la Constitución de 1812, precisamente en el que hoy es el antiguo Salón de Sesiones del Senado.

También ha recordado que el "liberalismo progresista" de principios del siglo XIX fue el germen del parlamentarismo, la división en provincias que se concretaría en 1833 —con pequeñas excepciones—, de la apertura de cauces de participación política y social, incluidas las mujeres, la instauración de la libertad de prensa y la educación constitucional y cívica.

Lecciones históricas

El ministro ha rememorado lo arduo de ser un liberal en aquel momento: muchos se enfrentaron al exilio o a la ejecución, como el propio Riego, ahorcado en la madrileña plaza de la Cebada, por oponerse a la tiranía del absolutismo y abanderar la batalla contra el despotismo. Bolaños también ha hecho hincapié en la fragilidad de los derechos conquistados durante el Trienio Liberal —a su conclusión, resultado de la invasión desde Francia de los Cien Mil Hijos de San Luis, arrancó la llamada Década Ominosa de Fernando VII— y ha apuntado dos lecciones que se pueden extraer del citado periodo.

"La primera es que los periodos más gloriosos de la historia de España, los que recordamos con más orgullo, son aquellos en los que se ampliaron las fronteras de la libertad, de la dignidad y del progreso social. Eso es lo que pasó entre 1820-1823 y honestamente estamos intentando hacer ahora", ha dicho. "La segunda es que las instituciones como la separación de poderes, que instituyó el Trienio Liberal e hizo posible la libertad política, condujo a evitar prácticas irregulares: la corrupción y el bloqueo son agentes corrosivos de la salud institucional y aquella época trató de ponerle freno".

Cristina Narbona, la vicepresidenta primera del Senado, ha señalado por su parte que "con el Trienio Liberal en España estalló la ilusión: sirvió para introducir el gen de la democracia en el ADN español. A pesar de la victoria de la monarquía absolutista, algo cambió para siempre. Narbona ha recordado que durante en la escuela franquista se decía que el Trienio había sido una experiencia fracasada y un periodo convulso. "Fue un periodo extraordinariamente intenso, un auténtico momento estelar de nuestra historia más reciente, como diría Stefan Zweig, y una ocasión para demostrar que ningún avance social es irreversible: todos fueron abortados por la fuerza de las armas".