Tras el mal resultado que acabó sacando Vox en las pasadas elecciones andaluzas -malo porque no fue tan bueno como se esperaba-, empezó a circular el runrún sobre qué haría la candidata del partido, Macarena Olona. Que si se quedaría en el Congreso dejando de lado a los andaluces, que si dinamitaría su meteórica carrera disputando un papel secundario en la cámara regional… lo que nadie esperaba entonces es que, poco más de un mes después, lo acabaría dejando.
Macarena Olona Choclán (Alicante, 1979) ha anunciado este viernes que abandona la política por cuestiones de salud. "Después de más de tres años dedicada en cuerpo y alma al servicio público, desde la política, ha llegado el momento de poner fin a esta etapa por razones médicas ajenas a mi voluntad", ha asegurado Olona a través de un comunicado que ha difundido en la red social Twitter.
En el comunicado asegura que debe "afrontar un importante reto personal, por prescripción médica, incompatible con la exposición mediática". Además, alega que en cuanto le sea posible volverá al trabajo que tenía antes de la política: el de abogada del Estado.
Con su renuncia acaba la trayectoria de una de las políticas más llamativas -reivindicada y denostada a partes iguales- que ha dejado el parlamentarismo de las últimas dos legislaturas. Entró en Vox como un fichaje técnico, era la tímida mujer que aparecía junto a Iván Espinosa de los Monteros sujetando una carpeta en la que se leía Por España para tapar su embarazo, pero pronto se convirtió en uno de los principales activos de la formación ultraderechista.
Su gran puesta de largo en la política sucedió durante los meses más intensos de la pandemia, en 2020, donde destacó por su tono duro contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Ahí, llegó a llamar al presidente genocida y le acusó de estar aplicando la eutanasia colectiva por su gestión. Después pasó a convertirse en uno de los activos más importantes de Vox, en detrimento de otras figuras como la de Ortega Smith, se convirtió en la diputada con mayor registro de actividad en el Congreso y abanderó algunas de las principales líneas de actuación del partido.
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"Solo puedo tener palabras de gratitud para Macarena Olona. Estoy seguro de que el gran servicio que ha prestado a Vox y a España no es nada al lado del que prestará en el futuro. En esta casa, que es la suya, siempre tendrá las puertas abiertas. Hasta siempre", ha respondido el presidente del partido, Santiago Abascal, a su anuncio de renuncia.
Criada por madre soltera
Macarena Olona nació en Alicante en 1979. Su padre era Pablo Olona Cabasés, un empresario leridano que fue condenado por insolvencia punible y que llegó a ser prófugo tras no volver de un permiso penitenciario. Esta figura paterna siempre llevó a la de Vox a hablar de una infancia muy dura y a considerar a su madre, Toñi, una heroína porque la crió a ella y a su hermana en absoluta soledad.
Tras graduarse en la Universidad de Alicante, con premio extraordinario en la carrera de Derecho, en 2003, Olona empezó a opositar para ser abogada del Estado, algo que logró seis años después, en 2009.
Comenzó su carrera en Burgos pero fue en País Vasco, donde llegó en 2011 como abogada del Estado jefe, donde más se curtió y entró en el radar de los dirigentes de Vox. No hay que olvidar que Santiago Abascal, antes de dar el salto a la política nacional, conocía al dedillo su País Vasco natal. En Euskadi, Macarena Olona enarboló sus dos señas de identidad: la lucha contra la corrupción y a favor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
En País Vasco, Olona consiguió que los tribunales permitieran a los agentes sentarse en el banquillo de los acusados con el uniforme puesto, y asumió muchos de los juicios que tenían que ver con terrorismo y con la dignidad de las víctimas. Consiguió que absolvieran a cuatro guardias civiles acusados de torturar, denunció a todos los ayuntamientos de Guipúzcoa menos uno por no poner la bandera española, arremetió contra el mundo abertzale y se especializó en procesos concursales que tenían como benefactores a cargos del PNV.
Su presencia no tardó en molestar y, cinco años después de su aterrizaje, el PNV puso su cabeza como condición para aprobar los presupuestos de Mariano Rajoy. Y el popular pasó por el aro y llevó a Macarena Olona como secretaria general de Mercasa, una empresa pública plagada de corrupción que intentó limpiar.
Olona llegó a Mercasa, en 2017, cuando la sede había sido registrada ya por agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil. Ella inició una investigación interna desde el seno de la organización, enviando la información al juzgado, pero no llegaría a testificar. El 1 de octubre de 2018 el Gobierno de Pedro Sánchez cesó al presidente, nombró otro, a José Ramón Sempere, y 10 días después él echó a Olona. No querían que declarara y, ya traicionada por el PP y por el PSOE, apareció Vox.
Y llegó Vox
Su fichaje por la formación ultraderechista cuajó en marzo de 2019. Envalentonado por los buenos resultados en las elecciones andaluzas de 2018 -donde entraron en las instituciones por primera vez y con 12 escaños- y de cara a pegar el batacazo en las generales de abril, Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros la llamaron para unirse a sus filas. Accedió. Participó en las negociaciones locales de Vox y mandaron a Olona a Granada, con la que no tenía ninguna vinculación, para hacer campaña ahí y asegurarse un puesto en el Congreso de los Diputados.
Su aterrizaje como paracaidista no sentó bien en la dirección local, la cual cambió por completo. Ya en la Cámara Baja se curtió como experta en las cuestiones legales, como mano derecha de Espinosa de los Monteros, y poco a poco fue creciendo mediáticamente y entrando en el núcleo duro de la formación. Fue marcando un tono duro contra el Gobierno, que compaginaba con un amplio conocimiento en las materias que trataba.
Su primera llamada de atención fue en octubre de 2019, cuando forzó que la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, la expulsara. La presidenta la llamó al orden hasta en tres ocasiones por intentar incluir una iniciativa sobre Cataluña no prevista en el orden de la Diputación Permanente. "Esto no es un circo, es el Congreso", le espetó Batet y a Olona la tuvo que ir a echar una ujier.
A la vez que compaginaba su actividad política tuvo un hijo, Diego, con un alto cargo de la Guardia Civil y fue progresando dentro del partido y convirtiéndose en una de las figuras más importantes de la formación, en una de sus caras visibles incluso por encima de aquellos que rondaban las filas verdes desde el inicio.
Con un perfil como el suyo, Santiago Abascal intentó dar un golpe de efecto en las elecciones de Andalucía que tuvieron lugar el pasado 19 de junio presentándola como candidata a la Junta. Su candidatura generó revuelo por no ser natural de Granada y haberse empadronado ex profeso en la localidad de Salobreña. Tanto, que se intentó impugnar, aunque sin éxito.
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Finalmente, los errores de cálculo en la campaña electoral acabaron con Vox no teniendo un resultado tan bueno como esperaban en la formación. Sí es verdad que aumentaron su número de escaños en el Parlamento andaluz, pasando de 12 a 14, pero ni siquiera llegaron a convertirse en un partido decisivo para facilitar el Gobierno de Juanma Moreno y así obtener algún puesto de relevancia en el Ejecutivo regional. Tampoco tendrían un lugar destacado en la oposición, que sería capitaneada por el PSOE.
Con la debacle se especuló mucho sobre qué haría Olona, especialmente porque ella tampoco había hecho nada por despejar las dudas. Finalmente, entró en el Parlamento andaluz como portavoz de su grupo con el comienzo de la legislatura el 14 de julio de 2022. Pero la hazaña ha durado exactamente dos semanas y un día. Este viernes, sin nadie esperarlo, ha puesto fin a su trayectoria política. Han sido sólo tres años, pero han dado para mucho.