La variante BQ.1 de la Covid-19 ha trastocado los planes de varios gobiernos regionales de eliminar el uso obligatorio de mascarilla en los transportes.
La bajada de las temperaturas, el incremento de la presencia del virus y el hecho de que esta nueva cepa, que ya está presente en España, sea una de las que más capacidad tiene para evadir la inmunidad adquirida han vuelto a dejar en suspenso la eliminación definitiva de las mascarillas.
Es más, la situación ha variado tanto respecto a hace un mes (cuando varias regiones pedían la retirada de su uso obligatorio en el transporte público) que, incluso, algunas autonomías están dejando caer la posibilidad de que vuelvan a imponerse en espacios cerrados.
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Tras conocerse que la Ponencia de Alertas ha acordado no volver a debatir sobre la eliminación de las mascarillas hasta 2023, la pelota está en el tejado de las autonomías que, reconocen, se han visto obligadas a revisar su planteamiento.
Dado que el criterio de la Ponencia de Alertas no es vinculante —y no sería la primera vez que se obvia—, la última palabra la tiene la ministra de Sanidad, Carolina Darias, quién según ha podido confirmar este medio no tiene "ninguna intención" de quitar las mascarillas a corto plazo.
Con unos indicadores epidemiológicos al alza (se incrementan la incidencia acumulada y los ingresos) y una campaña vacunal de la segunda dosis de refuerzo que no acaba de arrancar, Sanidad tiene claro que la mascarilla debe mantenerse "por lo menos" en el transporte público y los centros sanitarios.
De hecho, algunos consejeros como el de la Comunidad Valenciana empiezan a dejar caer la posibilidad de que este método de protección, el único que sigue en vigor desde la primera ola, vuelva a todo tipo de espacios cerrados.
¿Vuelta a interiores?
"No es obligatoria, pero...", ha recordado Miguel Mínguez que ya se ha declarado en multitud de ocasiones "defensor de su uso" y más aún ahora, que "viene la gripe y probablemente haya un aumento de la Covid".
Hace apenas unos días, Mínguez pedía a los asistentes de una de sus ruedas de prensa que se pusieran "la mascarilla" porque el sitio no estaba "bien ventilado".
La situación generó un cierto recelo entre los asistentes y fue el propio consejero quien confirmó que no descarta que se tengan que recuperar medidas como las aplicadas en meses anteriores. Es decir, el uso de mascarillas en espacios cerrados. "Todo dependerá —puntualizó— de la incidencia y de las complicaciones que genere el coronavirus en el sistema sanitario".
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Es cierto que la Covid está encontrando una tierra fértil para multiplicarse gracias a distintos factores. Por un lado, están los bajos datos de vacunación. La población no ha terminado de mostrarse segura de la segunda dosis de refuerzo (cuarta vacuna en total) y, entre los menores de 50 años, el éxito de la tercera dosis ha sido también bastante flojo.
En este sentido, el incremento de casos de gripe en una etapa tan temprana también preocupa a los epidemiológicos. Según los datos recogidos por los centros de control, se están percibiendo cifras de gripe que son más típicas de enero, cuando se disparan los casos.
Europa
Además, los espacios cerrados, como ocurre con todos los virus, favorecen la expansión de las infecciones. En los anteriores inviernos se ha optado por una ventilación cruzada, pero, ahora, con la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania, esto parece imposible.
No hay que olvidar que, por mandato del Gobierno de España, los locales como bares o escuelas deben de estar cerrados para evitar las fugas de calefacción y favorecer la eficiencia energética. Esto supone eliminar la ventilación cruzada que se había mostrado eficaz para evitar contagios.
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El problema de España no es algo puntual. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unión Europea ya han avisado esta semana que la pandemia "no ha terminado" y que es necesario proteger la salud de la población, sobre todo, de los más vulnerables.
"Aunque no estamos en el mismo lugar que hace un año, está claro que la pandemia de Covid-19 no ha acabado. Vemos indicadores al alza de nuevo en Europa, que sugieren que ha empezado otra ola de infecciones", insistían el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) y la Comisión Europea (CE).
En peor situación se encuentran, incluso, los hospitales alemanes. Allí, la ola de contagios ha llevado a los grandes centros sanitarios del país a su límite.
Esta misma semana, la Asociación de Hospitales Alemanes, Gerald Gaß, alertaba de la situación y se reabría el debate sobre la vuelta de las mascarillas en interiores. El problema es que en Alemania la competencia de usar mascarilla en espacios cerrados o no depende de los länders (regiones) y no del Ministerio de Sanidad.
Variante BQ.1
La aparición de la nueva variante también cambia la forma de ver el tablero epidemiológico. Basándose en los últimos estudios, esta cepa es una de las que tiene mayor capacidad para evadir la inmunidad adquirida por la sociedad. Por eso se ha convertido en la "favorita" para imponerse en los contagios.
Los síntomas son comunes a otras variantes, aunque, según los primeros estudios, con la BQ.1 aumenta los dolores de cabeza y de garganta, disminuye el apetito y se tiene propensión a taquicardias y episodios diarreicos.
Como ocurría con otras variantes, perduran la afonía, la tos, la secreción nasal y los estornudos.
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