El Ley antitabaco con la que la ministra Carolina Darias pretende prohibir fumar en terrazas o en el interior de los vehículos privados acaba de tropezar con la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Este organismo rechaza que los estancos, que tienen el monopolio de la venta de tabaco, tengan la autorización para comercializar en exclusiva los productos asociados a las nuevas formas de fumar.
Su resolución se deriva de la decisión del Gobierno de eliminar, antes de 2027, los establecimientos de venta de vapeadores. Algo que deja la venta de estos productos solo en manos de los estancos.
Aunque el dictamen va dirigido al Ministerio de Hacienda, tiene mucho que ver con el proyecto de Sanidad, que equipara el vapeo y todas sus modalidades a los cigarrillos convencionales.
El equipo de la exministra María Luisa Carcedo, la primera en trabajar la actualización del Plan Antitabaco, ya adelantó que su propósito era endurecer las medidas sobre el hábito de fumar en todas sus modalidades. Es decir, que aplicaría las mismas prohibiciones (como la de fumar en terrazas) tanto a los cigarrillos de nicotina tradicional como al vapeo, por considerar que también implica graves riesgos para la salud.
El planteamiento pasó desapercibido en aquel momento. Pero, ahora, con boom en la venta de cigarrillos electrónicos y vapeadores, todo parece indicar que existe cierto consenso entre los profesionales sanitarios para regularlos de una forma más severa.
Por ello, parece inevitable que las restricciones a estos productos se apliquen en su doble vertiente, tanto en la venta (en las medidas que adopta el Ministerio de Hacienda) como desde el punto de vista de la gestión de la salud pública: es decir, sobre los lugares en los que está prohibido su consumo.
Venta de vapeadores
Concretamente, el anteproyecto de ley del mercado de tabacos presentado en mayo por el Ministerio de Hacienda fija un periodo transitorio de cinco años para que los establecimientos que hoy venden cigarrillos electrónicos y vapeadores cierren sus puertas.
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La CNMC rechaza dicho proyecto, puesto que considera que estos productos "deberían tener una regulación propia y ajustada a sus características".
Ahora bien, si el proyecto regulatorio de venta no es adecuado —según el criterio de la CNMC—, los expertos advierten que tampoco lo sería sancionar el uso de vapeadores y cigarrillos electrónicos como si tuvieran la misma consideración que el tabaco.
Fuentes de diversas asociaciones científicas confiesan a EL ESPAÑOL que cuando conocieron el rechazo de la CNMC a equiparar legalmente los cigarrillos electrónicos y los vapeadores al cigarrillo tradicional, vieron que sería inevitable que esta medida tuviese impacto sobre el proyecto del Ministerio de Sanidad.
Como era de esperar, el principal rechazo a los planes del Gobierno viene de la propia industria de los cigarrillos electrónicos, que hasta ahora ha aprovechado el filón de promocionar sus productos como una opción más "saludable" que tabaco. Pero si a efectos sanitarios y comerciales son equiparados con las cajetillas tradicionales, resulta imposible mantener esa percepción.
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Ahora, la normativa española sólo acota la prohibición del consumo de los cigarrillos electrónicos con nicotina en determinados espacios públicos, mientras que aquellos que no contengan esta sustancia pueden ser utilizados libremente.
El proyecto de ley de Carolina Darias ponía fin a esta situación: no se podrá fumar ni vapear en las terrazas de la hostelería, ni en coches particulares, ni en otros espacios públicos como las playas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo global de tabaco ha disminuido en las dos últimas décadas: ha caído del 32,7% de la población mundial mayor de 15 años en el año 2000 al 22,3% en 2020.
El problema es que buena parte de esa reducción se debe a que millones de consumidores se han pasado del cigarrillo "manual" al electrónico, en el citado período.
Un estudio de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) ha resuelto que 2,55 millones de estudiantes de escuela secundaria media y superior de EEUU fuman regularmente cigarrillos electrónicos. Casi el 85 % de esos jóvenes consumen cigarrillos electrónicos con sabores y más de la mitad, cigarrillos desechables.