Sólo aparece cuando se apagan las luces y le rodea la penumbra. Una sombra con gafas, peluca y barba postiza llega al salón del hotel Villa Real, en la Plaza de las Cortes de Madrid.
Entra por un lateral de la sala, escoltado por otras cinco sombras. Son agentes de paisano de la Policía. Llevan la cara tapada por una mascarilla. Se sitúan estratégicamente ante él antes de que tome asiento. Las luces ya pueden encenderse.
Es la primera vez en 50 años que El Lobo, conocido también como Mikel Lejarza, aparece de forma pública. Ha pasado más de media vida escondido. El mayor infiltrado de la historia en la banda terrorista ETA vivió durante años huyendo de su pasado. Y sigue tomando precauciones.
Hace medio siglo de la Operación Lobo, el mayor golpe contra la banda terrorista. Por ese motivo, el célebre espía muestra ahora su cara más oculta en Secretos de confesión (Roca Editorial), de la mano de Fernando Rueda, con quien ya colaboró en la primera parte de sus memorias Yo confieso.
En el libro, jefes, colaboradores y familiares de Lejarza se han abierto por primera vez a contar su experiencia al lado de un hombre que ha pasado su vida en la clandestinidad. Además, el propio Lobo destapa en las páginas informaciones que hasta ahora había mantenido ocultas.
Lejarza asegura que la batalla contra ETA todavía no ha terminado, porque los herederos de la banda que asesinó a más de 850 personas continúan influyendo en la sociedad española.
- Ha terminado la forma de asesinar de ETA, pero queda la simiente y será muy difícil que desaparezca. No es políticamente correcto lo que estoy diciendo. Pero los etarras pueden viajar por España tranquilamente, sin ningún problema. Pueden visitar a sus familias, ir a las bodas de sus hermanos, pueden ir a los entierros de sus padres.
El Lobo sabe de lo que habla. Gracias a él se realizaron más de 300 detenciones. Por eso no olvida. Y continúa:
- Los etarras pueden incluso estar en el poder. Nos pueden gobernar. Nuestros propios enemigos gobiernan España. ¿Cómo voy a pensar de otra manera con la vida que he llevado en los últimos 50 años? Yo no puedo ir al País Vasco ni pasearme por allí. Pero no solamente yo, tampoco los guardias civiles y policías. Entonces, no se ha terminado ETA.
Tras desaparecer de la cúpula de ETA, donde llegó a infiltrarse, continuó persigueindo a los terroristas. Los etarras jamás pensaron que un infiltrado pudiera llegar a ser miembro de su dirección y responsable de la infraestructura. Por eso le sentenciaron a muerte.
El servicio secreto le captó durante la dictadura cuando era un veinteañero. Trabajaba entonces como decorador. Carecía de formación como policía o militar. Su dominio del euskera, capacidad de improvisación y determinación para acabar con la lacra terrorista fueron determinantes.
El Lobo no rehúye ningún asunto polémico de la actualidad. Ni la reciente polémica del espionaje a través del software Pegasus ni tampoco ni la salida y recolocación de los agentes del servicio secreto en el País Vasco y Cataluña, que ya dejan de rastrear información sobre objetivos claves de la órbita independentista. ¿Cómo valora esta decisión Lejarza?
- Desde mi punto de vista es un desastre. Cualquier ciudadano español se dará cuenta de que a la larga esto no es bueno. Aunque muchas personas intenten camuflar el tema diciendo que esto es un acercamiento entre posturas, yo creo que es un paso para sacar completamente de allí a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, porque también están intentando sacar a la Policía y la Guardia Civil. Es abrir una puerta camino de la independencia.
El ex espía dice no manejar información de cómo está ahora el CNI, sacudido por el caso Pegasus. Los líderes independentistas denunciaron el espionaje a una decena de teléfonos de líderes separatistas y la polémica se saldó con el cese de Paz Esteban, directora de los servicios secretos. ¿Cree El Lobo que el CNI se encuentra en sus horas más bajas?
- No lo sé realmente, creo que esto le ha hecho mucho daño. Realmente la situación en que se encuentra no puedo comentarla porque no conozco por dentro lo que ocurre. Nosotros hicimos en los años 90 un trabajo en Cataluña, precisamente el mismo trabajo que han podido hacer ahora.
¿Qué buscaban con esa operación?
- La investigación que hicimos tenía como objetivo conseguir información sobre los independentistas, el mismo objetivo que ahora. Lo hicimos con un equipo de seis personas y con una tecnología muy pobre, la que había en aquellos tiempos, y conseguimos tener la información completa de lo que estaba ocurriendo y de lo que iba a ocurrir. Ya se estaba planeando todo lo que ha pasado después.
Se trataba de controlar a los personajes que de verdad movían el independentismo desde arriba. Lo que nosotros hicimos fue controlar a los de arriba del todo, los que realmente ejercían el control. Menos a Pujol, que Felipe González no quería que ni nos acercáramos. Además, conseguimos la información para acabar con Terra Lliure.
¿Qué hicieron con aquel trabajo?
- El trabajo se le dio al Gobierno de entonces, el de Felipe González. No sé por qué ha ocurrido lo de ahora y lo que tengo claro es que dejar a un servicio de inteligencia en esa situación y ofrecer la cabeza de la directora a los independentistas me parece un suicidio, es suicidar al servicio de inteligencia.