Un preso de 34 años condenado por violencia doméstica, con orden de alejamiento en vigor sobre su familia y antecedentes por atentado a la autoridad, logró fugarse el pasado domingo de la prisión de Valladolid en su tercer intento en apenas seis meses.
Según apuntan a EL ESPAÑOL fuentes penitenciarias conocedoras de los hechos, el recluso no llevaba ni un año en el centro penitenciario de Villanubla. Cumplía allí su pena desde abril por esos delitos.
Antes de este pasado domingo, ya había tratado de fugarse en dos ocasiones. Pese a ello, según confirman estas mismas fuentes, Instituciones Penitenciarias no consideró oportuno imponerle un régimen más restrictivo que limitase sus movimientos.
El preso intentó escapar de forma infructuosa una primera vez a principios del pasado mes de julio. Pese a ello, la Secretaría General de Prisiones no aceptó mantener las restricciones iniciales impuestas por riesgo de fuga y tampoco concedió su clasificación en primer grado. Esta decisión habría supuesto su traslado a un centro penitenciario de mayores medidas de seguridad.
La semana pasada este preso continuaba en un módulo ordinario, como uno más. Fue entonces cuando trató de escapar por segunda vez. Ni se le recluyó ni se le impuso el primer grado. Y este pasado domingo, a última hora de la tarde, consumó por unas horas su fuga tras saltar el muro de la cárcel. Finalmente, fue detenido por la Guardia Civil.
"Baja seguridad"
El preso siguió disfrutando del régimen ordinario, como la mayoría de los condenados en prisiones de toda España. Las fuentes consultadas en Instituciones Penitenciarias aseguran que "no se adoptaron las medidas acordes a su peligrosidad". El preso permanecía en un departamento de los considerados de baja seguridad.
El primer intento de fuga fue este verano cuando logró liberarse de la vigilancia y echó a correr en el campo de fútbol de la cárcel de Villanubla. Llegó hasta el aparcamiento, donde le retuvieron dos trabajadores de la prisión.
Este sábado por la mañana se zafó del control de los funcionarios y escapó. Logró subirse al techo del furgón de las conducciones y traslados que hace la Guardia Civil. Los funcionarios consiguieron retenerlo y evitar que pudiera emprender de nuevo la huida.
[Frustran el intento de fuga de un preso en la cárcel de Villanubla]
No quedó muy claro qué pretendía, aunque dijo a los trabajadores que quería marcharse. El director se encontraba allí el sábado. No adoptó, señalan las fuentes, las medidas que reglamentariamente proceden en estos casos.
Lo que se suele hacer es mantener al recluso en un período de observación y de control riguroso durante varias semanas. No se hizo tal cosa. En lugar de llevarle a aislamiento, lo devolvieron al mismo departamento, a la Unidad Terapéutica y Educativa (UTE), donde trabaja un solo funcionario.
Y así, el domingo al anochecer consiguió consumar su evasión saltando por encima del muro de la cárcel. Después de la cena, que se reparte sobre las siete de la tarde, los trabajadores se percataron que el recluso ya no estaba cuando cerraron las puertas de las celdas. Tampoco lo localizaron en el módulo. Revisaron las distintas secciones, pero no aparecía por ningún sitio.
Fue hallado al día siguiente, lunes, por la zona de la base aérea de Villanubla. Tenía los brazos machacados por las concertinas que coronan el perímetro que rodea el centro. Ahora se encuentra en el hospital.
Esta clase de episodios de laxitud con presos conflictivos coincide con la filosofía que impera desde la llegada de Ángel Luis Ortiz al frente de Instituciones Penitenciarias de la mano del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Como reveló este diario, Prisiones ya dio hace unos meses un paso más en su política de concesión de privilegios penitenciarios a internos en régimen de tercer e incluso de segundo grado. Una modificación en una de sus instrucciones internas permite desde el pasado febrero que esa clase de presos puedan obtener permisos de salida pese a haber sido sancionados por cometer faltas graves o muy graves.
El sindicato de funcionarios de prisiones Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM) lamenta la actitud de Interior ante situaciones como las protagonizadas por este recluso y otras similares: "En vez de reconocer el fracaso de las políticas penitenciarias actuales, donde todo se permite y nada se castiga, buscarán un cabeza de turco, como se suele decir".