La empresa de compraventa de arte que gestionaban el exministro Francisco Álvarez-Cascos y su entonces mujer, Aqualium Spain SL, adquirió en 2005 obras por importe de más de 231.000 euros al pintor y marchante José Carlos Bergantiños.
Pero este gallego resultó ser el príncipe de los falsificadores de arte: Bergantiños fue detenido varios años después, en 2014, y reclamado por la Justicia de Nueva York, acusado de estafar más de 33 millones de dólares con la venta de obras falsificadas a distintas galerías de Manhattan.
Según la acusación, Bergantiños venía incurriendo en esta práctica desde los años 90, cuando contrató a un inmigrante chino, al que instaló en un garaje del barrio neoyorquino de Queens, para que imitase obras de conocidos artistas. Después, las vendía por sumas millonarias.
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Aunque, sobre el papel, Álvarez-Cascos no tenía ninguna vinculación con la empresa de arte fundada por su pareja, la documentación que ya tiene en su poder la Fiscalía Anticorrupción y este periódico demuestran que participaba personalmente en su gestión y se embolsaba una parte de los beneficios.
Estos documentos incluyen numerosas comunicaciones en las que el gestor externo de la compañía se dirigía al exministro de Fomento —y no a María Porto, que constaba oficialmente como su administradora y la accionista mayoritaria— para informarle o solicitarle documentación sobre la contabilidad de Aqualium Spain SL.
Precisamente, así ocurrió el 5 de junio de 2005, cuando este auditor requirió a Álvarez-Cascos varios archivos; entre ellos, la factura que justificaba un pago de 231.118,72 euros efectuado por Aqualium al marchante José Carlos Bergantiños cuatro meses antes, el 15 de febrero de 2005.
Este pago habría servido para adquirir a Bergantiños varias obras de arte. Aqualium Spain SL se dedicaba a revenderlas a administraciones gobernadas por el PP y constructoras que habían recibido contratos del Ministerio de Fomento durante la etapa de Álvarez-Cascos como titular de este departamento, que encabezó hasta 2004. Algunas de ellas habían recibido suculentos contratos ferroviarios en los años previos.
No obstante, no fue hasta 2014 cuando se descubrió que el verdadero negocio de José Carlos Bergantiños era la falsificación de obras de arte. Entre los clientes a los que habría estafado se encuentra Jack Levy, exdirector de Goldman Sachs, al que colocó un pollock falso por 1,5 millones de dólares.
Como resultado de una orden de búsqueda de la Interpol, el marchante nacido en Parga (Lugo) fue detenido en abril de 2014 en un hotel de Cádiz, acusado de 11 cargos de blanqueo, fraude y delito fiscal. La Fiscalía de Nueva York pedía para él una pena de 119 años de cárcel. Su entonces pareja, Glafira Rosales, acababa de confesar los hechos ante un tribunal de la ciudad.
José Carlos Bergantiños se había instalado en la década de los 80 en Nueva York, donde, inicialmente, trabajó como camarero en un restaurante español y repartiendo marisco. Tal y como recoge la prensa de la época, el gallego llegó a adquirir una vieja ambulancia para repartir los pedidos. Cuando el tráfico en la Gran Manzana era insufrible, activaba el rotativo luminoso.
Fue allí, en la llamada Ciudad de los Sueños, entre rascacielos, donde Bergantiños conoció al inmigrante chino Pei Shen Quian, que se dedicaba a hacer retratos a turistas en la calle. Ambos se asociaron para lucrarse con la falsificación de obras de conocidos artistas, como Pollock o Rothko.
Según el escrito de acusación de la Fiscalía de Nueva York, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, José Carlos pagó a este ciudadano asiático miles de dólares por las falsificaciones.
Cuando Bergantiños fue detenido en España, en abril de 2014, el fiscal neoyorkino, con cierta sorna, subrayó que los cargos que se le atribuían "pintan una imagen de mentiras y codicia perpetuas".
Las autoridades estadounidenses también imputaron los supuestos delitos de estafa y blanqueo de capitales al hermano de José Carlos, Jesús Ángel. Ambos, junto a Pei Shen Quain, habrían conseguido 33 millones de dólares (en torno a 30 millones de euros, según el cambio actual) con este sistema, a lo largo de las dos décadas que estuvo en funcionamiento.
Sin embargo, los hermanos Bergantiños lograron paralizar su extradición a Estados Unidos. En junio de 2014, el Consejo de Ministro sí había aceptado continuar el trámite de entrega de ambos a Estados Unidos.
No obstante, una sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, fechada en marzo de 2015 y consultada por este periódico, estimó el recurso de los hermanos. Tal y como razonaron los jueces, la petición de las autoridades de EEUU estaba incompleta. Faltaban documentos "esenciales".