Yassine Kanjaa, tras asesinar al sacristán en Algeciras.

Yassine Kanjaa, tras asesinar al sacristán en Algeciras. EL ESPAÑOL

España YIHADISMO

La primera semana en la cárcel de Yassine Kanjaa: finge no saber español y pide estar con marroquíes

El presunto yihadista no sale de su celda en el módulo de aislamiento de la cárcel de Estremera salvo para hablar con su abogada de oficio.

5 febrero, 2023 02:26

Uno de los primeros días que pasó en la cárcel Yassine Kanjaa, el presunto yihadista que asesinó a un sacristán en Algeciras, el reo pidió un teléfono a los funcionarios para llamar a su abogada de oficio. Los funcionarios de la prisión comprobaron que la conversación se desarrollaba en castellano, y que dominaba el idioma para comunicarse con su letrada.

Pero después, de vuelta en su celda, si alguien le preguntaba algo fingía no comprender lo que le estaban preguntando. "Dice que no entiende el español", explican fuentes penitenciarias, "pero luego llama a su abogada y habla tranquilamente".

El joven de 25 años que el pasado miércoles 25 de enero salió con un machete de su casa de Algeciras (Cádiz) con la intención de "matar a todos los sacerdotes" que se encontrase en su camino se encuentra ya en el módulo de aislamiento de la cárcel de Estremera (Madrid). Lleva ya una semana encerrado en una las prisiones más grandes de España.

[Así celebró el yihadista de Algeciras el asesinato del sacristán tras perseguirle por la plaza: el vídeo]

Allí se encuentra tras perpetrar el crimen y declarar ante el juez Joaquín Gadea, magistrado del Juzgado Central de Instrucción 6 de la Audiencia Nacional. Ante él reconoció que tenía claro y "definido" su objetivo, y que incluso atacó a un marroquí del barrio al que consideraba infiel "con intención de matarle".

Tal y como revelan a EL ESPAÑOL fuentes penitenciarias, el presunto yihadista (así lo considera el instructor dada la naturaleza del ataque) ha pedido relacionarse solamente con marroquíes, con gente de su misma nacionalidad. No quiere juntarse con reclusos españoles u occidentales, mucho menos con trabajadores de la cárcel.

Por el momento Instituciones Penitenciarias no le ha concedido esta petición y sigue en contacto con presos de toda índole, no solo con los naturales de su país. Kanjaa, entretanto, se ha convertido en una sombra. No sale de su celda ni para ir a caminar por el patio del módulo más restrictivo de la cárcel. Permanece allí dentro todo el día.

Debido a la gravedad del crimen que ha cometido, el presunto yihadista ha sido enviado a una celda con las máximas restricciones y ha recibido la clasificación de "máxima peligrosidad". Por el momento, apuntan las mismas fuentes, no ha dado problema alguno, y permanece tranquilo y silencioso en su habitáculo.

Examen psicológico

Mientras tanto, la abogada de oficio que le representa trata de poner en duda que el atentado que cometió pueda ser considerado como terrorismo yihadista.

Esta semana ha interpuesto un recurso ante el juez de la Audiencia Nacional contra el ingreso en prisión de Kanjaa. En ese recurso pedía una prueba pericial con la que el presunto terrorista sea sometido a un examen psicológico, petición que ha sido admitida por el juez.

No obstante, por el momento, tanto la Policía Nacional como la Fiscalía sí apuntan a un móvil yihadista. Kanjaa fue detenido después de asesinar a machetazos a un sacristán y herir a otras cuatro personas; entre ellas, un párroco. La causa continúa bajo secreto de sumario.

También el magistrado aprecia los hechos del mismo modo y le atribuye los delitos de asesinato y lesiones con fines terroristas, que podrían conllevar la prisión permanente revisable.

Apagó el móvil

Dos de las cosas que demuestran que Kanjaa era plenamente consciente del crimen que cometió y por qué lo cometió se sitúan justo antes de la cacería que acabó con el asesinato de un religioso a las puertas de su templo. Tras regresar a la casa en la que vivía como okupa, el supuesto yihadista dejó su teléfono y lo apagó. No quería que le geolocalizaran.

Luego cogió el machete, que mantenía convenientemente escondido en un recoveco del piso. Ninguno de sus compañeros advirtió que tuviera un arma de esas dimensiones ni para qué la quería utilizar. Apenas 500 metros separaban la vivienda del lugar de unos hechos.

El instructor explicó que Kanjaa era capaz de "reproducir en esencia los aspectos más importantes de su acción". El asesino recordaba incluso que, tras asesinar al sacristán y estar ya arrestado, seguía profiriendo los gritos habitualmente asociados a quienes en los últimos años han cometido tantos crímenes similares en todo el mundo: "Alá es grande, Alá es grande, Alá es grande".