El exagente Fernando San Agustín (San Mateo del Gállego, Zaragoza, 1939), ha vivido mucho y ha callado mucho. Tiene 84 años y, durante su vida, ha participado en algunas de las operaciones clave de los servicios de inteligencia. Actualmente trabaja como consultor y asesor de multinacionales y para diferentes gobiernos extranjeros.
En un libro recientemente publicado, La trastienda de los servicios de inteligencia (Roca Editorial), el ya jubilado espía narra múltiples episodios de su vida. Uno de ellos es el relato de cómo puede transcurrir la relación entre España y Marruecos en lo relativo a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Es el denominado 'Plan Marruecos 2030'.
Tal y como narra un comandante en el volumen, con el nombre cambiado para proteger su identidad, el plan contempla que el día en que se produzca la invasión "los reconquistadores entrarán por tierra y mar en Ceuta y Melilla, con banderas marroquíes en una mano y el Corán en la otra".
Así lo explica con sus propias palabras esa fuente en el libro: "Entrarán como se describe en el expediente de cada ciudad: por mar, utilizando barcas de pescadores, lanchas, pateras y cualquier cosa que flote, mientras que, por tierra, emplearán automóviles, camiones, autocares y máquinas para derribar las vallas fronterizas y así facilitar el paso de la masa humana".
Según las informaciones que él obtuvo años atrás, "la Guardia Civil y la Policía se enfrentarán a una multitud que les quintuplicará y que correrá hacia ellos para ocupar las instituciones, viviendas y comercios. Han calculado que cada ciudad necesitará la entrada de una masa de 20.000 personas. La única fuerza a emplear es el impulso de la masa. Mientras unos grupos ocupan las sedes oficiales y proceden a arriar la bandera española y a izar la marroquí, el resto de los miles de reconquistadores se colocarán en posición de oración para dar gracias al Altísimo y así evitar la intervención policial. Las comisarías y cuarteles no deben ser ocupados, únicamente rodeados para evitar o limitar la salida y los movimientos de militares y policías".
En 48 horas, según narra en el libro, los marroquíes se harían con el control de esas ciudades y estarían ya dispuestos a resistir con la ayuda del Ejército, la Marina Real y la aviación los posibles contraataques.
"A los policías y militares se los desarmará y los llevarán a las zonas de embarque. Quienes se resistan serán fusilados de inmediato. La acción del Ejército español no tendrá nunca la fuerza y determinación del británico para desalojar a los argentinos de las Malvinas. Creen que los españoles son débiles y poco patriotas, empezando por los políticos. Se debe transmitir la absoluta seguridad de que los cristianos no lucharán por Ceuta y Melilla, pues la mayoría de los españoles las considera ciudades marroquíes".
Dice que el plan "se ejecutaría cuando España estuviese sufriendo una grave crisis, bien derivada del terrorismo, de los desafíos independentistas" u otras crisis como la pérdida de credibilidad del Rey. ¿Es ahora el momento que Marruecos esperaba?
Calcula que en unos años puede que sea el momento. Aprovecharon la debilidad de la muerte de Franco para quedarse con el Sáhara. Son gente hábil. Nosotros siempre estamos a la defensiva, o atacándonos a nosotros mismos. Estamos en uno de esos momentos. Han conseguido ya los derechos sobre el Sáhara que nosotros teníamos.
En el 'caso Pegasus', muchas líneas apuntan a que fue Marruecos quien perpetró el espionaje al teléfono del presidente Sánchez. ¿Había ocurrido esto alguna vez, que usted sepa?
No tenían tantos medios técnicos. Cuando hablas de Pegasus y Marruecos hay que tener en cuenta la influencia de Israel y Estados Unidos. Están convirtiendo su ejército en algo muy interesante, a base de tecnología y potentes inversiones.
¿Ha conseguido Marruecos espiarnos de forma eficiente?
Sí. En cada comunidad tienen no uno, sino 50 o 100 personas que si le piden información se la darán. Su red de inteligencia es muy grande en España. Va desde los imanes a los líderes sociales y los empresarios. Probablemente no sean partidarios del rey pero sí de Marruecos.
***
San Agustín ingresó en la Academia General Militar y después se trasladó a Barcelona para cursar los estudios superiores. Pronto lo seleccionaron para formar parte del incipiente servicio de inteligencia, a las puertas de la Democracia.
En la Ciudad Condal montó un restaurante que logró, con el paso del tiempo, convertirlo en lugar de paso y refugio de etarras que pasaban por Cataluña. La tapadera era perfecta, y sirvió para obtener información útil sobre la banda.
En el libro, el autor cuenta cómo ha participado en distintas actuaciones antiterroristas, cómo convenció a miembros de ETA sin delitos de sangre que abandonaran las armas, cómo les creó una nueva identidad y logró enviarlos lejos de España. También cómo se infiltró para conseguir información de alto nivel y evitar atentados, y cómo participó en una operación en el Vaticano para limpiar la corrupción de algunos cardenales y obispos.
Para proteger la identidad de las fuentes, determinados pasajes están escritos con los nombres cambiados y ofreciendo detalles más bien vagos de su localización en el espacio y en el tiempo. Pero todo lo que cuenta es algo que vivió.
¿Cómo surgió la idea de escribir sus memorias?
A raíz del atentado en Irak en 2003 donde fallecieron 7 agentes del CNI. Esa muerte debió ser investigada a fondo y no se hizo nada. Esos agentes nunca debieron morir así. Pensé que lo lógico sería que el director del CNI, el presidente del Gobierno o el ministro de Defensa diesen explicaciones ante el Congreso o ante un tribunal. Y a raíz de eso dije: hay que contar las cosas.
En un pasaje del libro, dice sobre el trabajo de los espías: "Es necesario que olvides a tu familia, mentir mucho y bien, fingir mejor, engañar sin consideración, abusar de la buena fe de la gente a la que convences y que cree en ti. Es un destino donde el amor por una mujer, más que una mentira, es un truco, una herramienta, un sacacorchos"
Es exactamente así. Tú cuando vas a hacer un reportaje imagino que sucede igual. Estás solo. Lo peor es obligarte a mentir, a fallar a los amigos. Lo peor es cuando te cogen cariño y tú sabes que les estás traicionando.
Como el caso de los policías infiltrados en Cataluña.
Ha salido la historia de una mujer que estuvo con un tío de izquierda radical dos años. El tío dice que le ha destrozado la vida. Vale, él tiene un enorme dolor cuando sabe que todo era mentira. Pero cuando estás infiltrado, como ella, ese dolor está ahí de forma constante durante muchos años.
A mí me ha pasado eso también, como cuento en el libro. Todavía a día de hoy muchas veces me arrepiento del dolor causado. Me arrepiento, sí, pero todo se hacía por un fin mayor, la supervivencia del Estado.
En el libro se narra una venganza tras el asesinato de un policía local. Es una historia muy fuerte. Varias páginas más allá se leen amenazas a etarras que frenaron algunos de sus atentados. ¿Creían que todo estaba justificado?
Es una pregunta muy difícil de contestar. Me acojo a la quinta enmienda. He escrito una novela basada en hechos reales. Me gustaría que hubiera cosas que se vieran como novela más que como un hecho real. A posteriori, creo que hay cosas que creo que no debería de haber detallado. En la lucha contra el terrorismo no todo vale.
"Nuestro principal objetivo era acosar a todas las personas, organizaciones e instituciones para que supieran que cualquier apoyo político, económico o social les iba a suponer soportar daños físicos, económicos o de prestigio. Gracias a esas continuas amenazas y a hechos reales, algunas pequeñas empresas y diversas personas se negaban a colaborar con ETA".
Muchos comerciantes o empresarios también tenían miedo a que les pasara cualquier cosa, a que les hiriesen o les mataran.
El servicio tenía que ser un servicio inteligente. Y una manera inteligente de actuar contra el terrorismo era y es descubrir qué actitudes proetarras o pro radicales hay en determinados sectores.
Y si se ha vencido a la banda, de todos modos, es gracias a la Guardia Civil y la Policía Nacional, y también a las víctimas.
En varios momentos del libro dice que los mejores espías de hoy en día son los periodistas, o, más concretamente, los reporteros. ¿Por qué?
Porque no necesitáis más cobertura que la credencial de que trabajáis en un periódico. Tenéis la ventaja terriblemente positiva de poder preguntar. Siempre he pensado que sería cojonudo si se pudiera comprar a un reportero o a un director de periódico. Pero en general no os dejáis, tenéis ese defecto [risas].
Los rusos los han utilizado, y por eso el mundo occidental desconfía mucho de los periodistas rusos o los que han trabajado en medios rusos. La ecuación periodista-espía es interesante.
Hace unos meses, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) decidió que los agentes que buscaban información en la órbita independentista en Cataluña y País Vasco fuesen reasignados a otras áreas, dejando de indagar sobre actividades cercanas al separatismo radical. ¿Le parece una buena decisión?
Harían bien en retirarse al no haber descubierto dónde estaban las 1.000 urnas y las papeletas del 1 de Octubre. Se debió pensar con antelación qué era lo que iba a pasar, cuándo y cómo.
La historia del 1 de Octubre pasará a la historia por ser algo absolutamente vergonzoso para el Gobierno, incapaz de organizar un servicio de información eficaz que lo descubriera todo.
Es uno de los agentes con mayor trayectoria. ¿Conoció al emérito?
Sí, le he conocido. Lo considero políticamente un buen rey, pero tuvo una actitud personal vergonzosa. Esta mancha lo invalida para la historia como el ejemplo que nosotros queríamos tener. La responsabilidad de su conducta fue suya, pero también de los jefes de Gobierno que se lo permitieron, y también de la Casa Real. Se le tenía que haber limitado. Bastante gente que conocía sus andanzas no hizo nada por exponerlas o frenarlas.
¿Se arrepiente de algo?
Me arrepiento de casi todo, excepto de haber servido a mi país. Aunque la exigencia que tenía en el servicio no era la más ortodoxa ni de la que uno se siente más orgulloso.