El Ministerio del Interior, departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska, ha defendido la actuación "proporcional" de la Policía Nacional en la manifestación frente a la sede del PSOE en Ferraz de ayer en contra de la ley de amnistía y la negociación para la investidura de Sánchez, y ha negado que se dieran órdenes políticas a los agentes.
Según fuentes policiales consultadas por EL ESPAÑOL que se encontraban en el lugar de los hechos en la noche de este lunes, el uso de material antidisturbios como el gas lacrimógeno vino propiciado porque algunos de los radicales de las primeras filas, ataviados con estética ultra, empezaron a arrojar diversos objetos a los agentes: "Lanzaron una pala y varias barras de hierro a los policías". La actitud de los ciudadanos que asistieron a esa protesta fue mayoritariamente pacífica y respetuosa.
Sólo una minoría, violenta y exaltada y situada en la cabecera de esa concentración, trató de rebasar el vallado policial, agredió a los agentes, encendió bengalas (poniendo en peligro al resto de personas) y lanzó objetos contundentes.
Las fuentes consultadas señalan que la Policía Nacional "actúa siempre en parámetros de proporcionalidad para garantizar la seguridad de todos, y utiliza el material adecuado en cada circunstancia", y siempre en respuesta a lo que está ocurriendo en el lugar de los hechos.
El dispositivo
El dispositivo de seguridad se estableció en torno a la sede del PSOE en la calle Ferraz. Se interpusieron filtros en calles aledañas, y así poco a poco fueron llegando asistentes de forma gradual hasta alcanzar la cifra de más de 3.000 personas. Según las fuentes consultadas, la mayor parte de ellas eran de avanzada edad, que ocupaban la calzada en actitud pacífica.
Sin embargo, en un momento dado en la primera línea de protesta las personas mayores y pacíficas fueron sustituidas por jóvenes con el rostro cubierto por pasamontañas de color negro y estética ultra. Ese nuevo grupo, comenzó a zarandear el vallado y a forcejar para retirarlo y poder saltarse el cordón policial.
Según las mismas fuentes entonces uno de ellos saltó dos líneas de las establecidas por el dispositivo de la Policía Nacional y fue automáticamente arrestado. Ahí aún no se había decidido emplear material disuasorio.
Poco después, los más radicales de la protesta, muchos de ellos de organizaciones ultras que suelen protagonizar altercados en otras protestas contra la Policía Nacional, se agolparon contra las vallas metálicas para intentar rebasarlas. Llegaron a cortar las bridas para saltarlas. Esta práctica, aseguran las fuentes policiales, denotan "que no son nuevos en estas situaciones".
Entonces comenzaron a levantar el vallado y a arrojar objetos contra los agentes. Primero lanzaron una pala. Luego palos de madera maciza, una barra de hierro, cuatro barras extensibles. Por la acumulación de estos hechos, el operativo policial decidió advertir por la megafonía de sus coches que iba a proceder a desalojar la protesta, ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos.
Para ese momento ya no había las 3.000 personas del principio. Tan solo quedaban 1.000, ya que muchos de los manifestantes pacíficos habían decidido regresar a sus casas. Fueron los más radicales los que se quedaron e hicieron caso omiso de los avisos de la Policía Nacional. Entonces, es cuando se decide emplear gas lacrimógeno ante los ataques de los radicales.
En los últimos momentos se producen tres detenciones, uno de ellos por empujar a un policía y otro por resistencia y atentado contra agente de la autoridad.