La mecha se prendió pasadas las nueve y media de la noche. Hasta ese momento, miles de personas se manifestaban pacíficamente ante la sede del PSOE, en Ferraz, y por todo el centro de Madrid, en contra de la amnistía de Pedro Sánchez a los independentistas. Fue entonces cuando comenzaron las cargas, las pelotas de goma y los gases lacrimógenos, y el barrio de Argüelles se convirtió en el escenario de una batalla campal.
Era la reacción de los antidisturbios de la Policía Nacional a algunos grupos integrados por cientos de radicales, algunos de ellos de estética neonazi, que llevaban una hora aporreando las vallas que cercaban la calle Ferraz. Los violentos arrojaban a los agentes botellas de cristal, adoquines, barras de hierro, latas de cerveza y huevos. Y los policías reaccionaron cargando contra quienes pretendían romper el cordón establecido. Así es como los radicales reventaron la protesta pacífica.
Todo ocurrió ante la sede de los socialistas en el centro de Madrid, en los últimos momentos de una manifestación en la que 7.000 personas -según la Delegación del Gobierno- colapsaron el centro de la capital.
Era la quinta jornada consecutiva de manifestaciones en la calle contra la medida de gracia que el PSOE pretende conceder a los encausados por el procés a cambio del apoyo de Junts y ERC para investir de nuevo a Sánchez presidente del Gobierno.
Tras horas de una tensa pero pacífica protesta que transitó por las calles de la capital, estalló un enfrentamiento que se saldó con al menos 39 heridos, una treintena de ellos policías, y siete detenidos, todos españoles de entre 19 y 44 años, salvo un menor de 17. Entre los arrestados hay una mujer.
El caos comenzó poco después de las siete de la tarde. Miles de personas se agolpaban en los alrededores de la calle Ferraz, acordonada por todas partes por más de 300 agentes de las Unidades de Intervención Policial (UIP).
Muchos de los que allí se congregaban eran jóvenes y hombres de mediana edad. Fue entonces cuando un nutrido número de manifestantes se marchó de los alrededores de la sede del PSOE, descendiendo hacia el paseo del Pintor Rosales. Pusieron rumbo a la Plaza de España, para después adentrarse en Gran Vía.
El recorrido de esta facción colapsó el tráfico de la principal avenida de Madrid. Una gran columna avanzaba a paso ligero hasta el Paseo del Prado y pronto llegó a la plaza de Neptuno, a los pies del Congreso de los Diputados. Altas vallas metálicas del dispositivo policial, ya dispuestas en previsión de posibles altercados, les impidieron el paso a la Carrera de San Jerónimo.
Allí, miles decidieron protagonizar una gran sentada rodeados por furgones policiales. Media hora después, se levantaron y emprendieron el camino de vuelta.
Los cabecillas de esta facción, el líder de Desokupa, Daniel Esteve, y Alvise Pérez, encabezaron el retorno a la sede del PSOE. La muchedumbre gritaba: "¡Volvemos a Ferraz! ¡Volvemos a Ferraz!".
Para entonces, esta escisión ya había generado el caos en el centro de Madrid. El resto seguía donde el principio.
Tras una nueva y larga caminata, ya de vuelta en Ferraz, los más radicales comenzaron a situarse ante los agentes antidisturbios de la Policía Nacional. Hasta ese momento, en torno a las nueve y media de la noche, tan solo hubo gritos y se corearon toda clase de consignas: "Nuestro presidente es un delincuente", "Pedro Sánchez, muérete", "Puigdemont, a prisión", "Con los moros no tenéis cojones" o "Puto rojo el que no bote es" o "¡Madrid será la tumba del ‘sanchismo’!".
El grueso de la concentración se situaba en la intersección de las calles de Ferraz y Marqués de Urquijo. Allí volaron los insultos contra el presidente del Gobierno. También contra Felipe VI. A Fernando Grande-Marlaska se le insultó con referencias a su condición sexual. Era en ese lugar donde los más radicales comenzaron a arrojar todo tipo de objetos a los agentes.
Frente a la valla de la Policía, estos manifestantes desplegaron una pancarta que rezaba "La Constitución destruye la nación". En todo momento se pudieron advertir ultras de estética neonazi disgregados por las calles en las que se sucedió la protesta, mezclados entre miles de manifestantes no violentos.
Algunos de los radicales llegaron a entonar el Cara al Sol y el himno de la División Azul antes de las cargas policiales, además de mostrar banderas falangistas y preconstitucionales, que recibieron los pitidos de muchos de los presentes. Pero hasta entonces, algo antes de las 22:00 horas, no habían comenzado los enfrentamientos.
Enfrentamientos
En ese momento, ante la amenaza de cargas policiales, la mayoría de manifestantes optó por abandonar el lugar, mientras que grupos de encapuchados buscaron el enfrentamiento directo contra la Policía Nacional.
Las UIP cargaron apenas unos minutos después para dispersar a los violentos, quedándose un grupo de agentes aislado en la esquina de la iglesia del Inmaculado Corazón de María, donde recibieron una lluvia de botellas de vidrio y otros objetos contundentes.
Varios furgones de las UIP entraron en acción en las calles aledañas. Todo era ya una batalla campal. Algunos de los ultras volcaron contenedores y les prendieron fuego para montar barricadas.
Los bomberos no dieron abasto. Mientras, agentes con escudos, porras y escopetas de pelotas de goma se enfrentaban a los violentos, que animaban a los presentes a atacar a los agentes con gritos de “¡Arriba España!” o “¡Ni un paso atrás!”.
Los momentos de tensión fueron constantes desde entonces y hasta pasada la medianoche. Los policías liberaron gas lacrimógeno para disgregar una y otra vez a los radicales.
Se escucharon numerosas detonaciones, se lanzaron pelotas de goma ante la agresividad de los atacantes. Ya en torno a las 23:00 horas, los agentes emplearon una vez más el gas y las bombas de humo para dispersar a los manifestantes que aún se resistían a abandonar la calle.
Los más beligerantes llegaron incluso a quemar motocicletas, patinetes de alquiler y papeleras, mientras lanzaban toda clase de insultos a los agentes del dispositivo policial dispuesto por el Ministerio del Interior.
La concentración de este martes fue la más numerosa de las que se han producido en los últimos cinco días. En ella, antes de los disturbios, se dejaron ver distintos miembros de Vox, como su portavoz en el Congreso, Pepa Millán, el diputado Manuel Mariscal o la diputada Rocío de Mer.
Hacía años que no se producían episodios de violencia de este calibre en el centro de Madrid. Mientras tanto, fuentes policiales presentes en el terreno relataron a EL ESPAÑOL que no parece que las protestas vayan a detenerse: "Hasta la investidura será diario. Esperamos que con menos intensidad".