Una moto mal calcinada, un coche que se esfuma a toda velocidad y hallado fácilmente en las cámaras de la calle del crimen. Un único disparo fallido que no remata al objetivo. Tres arrestos apenas dos semanas después. Un sicario con antecedentes al que la Policía Nacional le pisa los talones en su huida. Un automóvil mal aparcado. Son sólo algunos de los errores que cometieron los sicarios que intentaron acabar con la vida de Alejo Vidal-Quadras y que se han convertido en cabos sueltos que los investigadores han seguido con facilidad.
Algunos de estos detalles están llevando a los investigadores del caso a cuestionarse la hipótesis de un trabajo de la inteligencia iraní tras el atentado. Fuentes próximas a la investigación, así como otras expertas en el crimen organizado consultadas por este diario, señalan que la gran cantidad de errores y la nula profesionalidad de los implicados denotarían que no estamos ante un trabajo cuidadoso y bien planificado, como el que podrían orquestar agentes del Vevak, el Ministerio de Inteligencia y Seguridad Nacional de Irán.
Las fuentes consultadas señalan que la pista de Irán, pese a todo, sigue siendo la principal del caso, pero que de momento no se vincularía al régimen de los ayatolás como la mano negra tras el encargo a los sicarios.
En apenas dos semanas, un atentado contra un importante político se ha logrado resolver, con la identificación de tres personas y la identificación del autor material que efectuó el disparo, ahora huido de la justicia.
La mayoría de los errores los cometió N.G., el joven chií detenido en Lanjarón (Granada) junto a su novia, de nacionalidad británica, también arrestada pero en principio sin implicación alguna en el intento de asesinato del expolítico del PP y fundador de Vox.
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Ambos, como se puede constatar en sus redes sociales, llevan una vida de asueto y esparcimiento, en la que no se privan de nada: viajes y disfrute máximo desde una lujosa vivienda de la Alpujarra granadina propiedad de la madre de la joven.
Por las pruebas que han ido recabando en estos últimos 13 días, para los investigadores N.G. sería el inductor del crimen y la persona que contrató al sicario que apretaría el gatillo para matar a Vidal-Quadras a las puertas de su casa. También participó en los seguimientos en Madrid días antes del intento de asesinato.
Para esos seguimientos empleó un solo coche azul, que los agentes de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional encontraron en las cámaras de seguridad días de la calle Núñez de Balboa, donde se realizó el disparo. El joven N.G., el chií apresado ahora en Granada, aparecía en esas imágenes al volante del automóvil las jornadas previas a los hechos.
Después de que el sicario disparase a Vidal-Quadras, N.G. arrancó el coche y se esfumó de Madrid a toda velocidad. Otra pista flagrante, otro error por el camino que la Policía Nacional no ha tenido problema en rastrear. El coche marchó aquel día hacia el sur a toda velocidad, dicen las fuentes consultadas, incluso alcanzando los 200 kilómetros por hora. Así toda la atención de la operación pasó al sur, a Andalucía.
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Ya en Lanjarón, N.G. cometió otro error que facilitó su detención. El vehículo apareció mal aparcado en una explanada acondicionada para acoger estos días la Feria Agroalimentaria y de la Miel.
Por eso, sin saber que ese coche era el que la Policía estaba buscando por el crimen de Madrid, el Ayuntamiento hizo gestiones para dar con el paradero de sus propietarios. Los agentes de la Policía Local averiguaron entonces que pertenecía a una agencia de alquiler de vehículos, ubicada también en Málaga.
Cuando los agentes introdujeron la matrícula en el sistema, saltó la alerta activada por la Policía Nacional según la cual ese vehículo y quien lo había utilizado estaban siendo buscado por los investigadores del caso Vidal-Quadras. El círculo se había cerrado sobre los sospechosos y se practicaron las detenciones.
Se trata de circunstancias que, según fuentes conocedoras del mundo del sicariato y sus vicisitudes, nunca deberían producirse en un encargo a profesionales.
La moto
Otro de los errores garrafales que, dicen las fuentes, un sicario profesional nunca cometería fue quemar mal la motocicleta y permitir que los investigadores encontrasen en ella el número identificativo del vehículo.
Esa moto, como adelantó EL ESPAÑOL la tarde posterior al intento de asesinato, apareció calcinada en una zona despoblada de la localidad de Fuenlabrada.
Cuando los investigadores encontraron la moto, ésta no se había carbonizado por completo. Quienes se habían querido deshacer de ella actuaron con tanta prisa y con tan poca pulcritud que ni siquiera se percataron de que no se había quemado el número de identificación del vehículo. Así se dio con uno de sus dueños, un francés de origen magrebí al que ahora se está buscando.